jueves, 27 de julio de 2017

UN CAFÉ CON EL GARRULO DE GALAT


Varias personas me han preguntado acerca de José Galat, que en Colombia tiene un programa que ve mucha gente y que lleva mucho tiempo arremetiendo contra el papa Francisco.

Mirad, no voy a analizar, una a una, las afirmaciones de este viejecito, porque el valor intelectual de su discurso es nulo. Como no tienen ningún peso teológico sus largos e inacabables discursos no voy a perder mi valioso tiempo.

Pero sí que aprovecho para decir que cuando este señor, hace muchos años, me invitó a ser entrevistado en su programa Un café con Galat, ya me advirtieron personas del país que los invitados que Galat llamaba a su programa eran una mera excusa para entrevistarse a sí mismo. Me dijeron que su programa debería llamarse Un café con Galat para escuchar sólo a Galat.

Las dos veces que él me pidió que fuera yo para ser entrevistado se convirtieron (como era habitual en él) en un larguísimo monólogo, aburrido e infantil que no pude dejar de escuchar con una sonrisa de conmiseración varias veces.

Me llamó la atención que pontificaba sobre todos los temas sin ningún pudor. Incluso me llevaba la contraria en asuntos de mi especialidad teológica en los que él no era más que un lector aficionado.

Ahora la Conferencia Episcopal Colombiana ha emitido un duro comunicado respecto a este señor. Pero las palabras de los obispos en ese comunicado son muy diplomáticas y educadas. Lo que ellos no pueden decir sí que lo puedo decir yo: ese señor es un cantamañanas.

No sé si existe esa expresión en Colombia, pero lo repito: Galat es un cantamañanas. Se trata de un individuo fantasioso, poco inteligente, irresponsable y que no merece ningún crédito. Cuando le traté personalmente las dos veces que he mencionado me dio la impresión de estar ante un ego tan grande que apenas lo podía contener Colombia incluso utilizando para ello parte de sus selvas. Si la soberbia se pudiera usar para producir electricidad, podríamos iluminar todo Caracas poniéndole a usted algún tipo de enchufe.

Ah, José, permítame que le diga que esa americana roja que lleva le sienta horrible.


P. FORTEA

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