viernes, 7 de julio de 2017

«HE SIDO TESTIGO DE MUCHOS MILAGROS, SANACIONES, LIBERACIONES Y CONVERSIONES»: ASAMBLEA CARISMÁTICA


Se celebra en Madrid la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática  (asambleanacional.rcc-es.com), un encuentro de tres días, de viernes a domingo, en Madrid Arena abierto a todo el mundo (aunque pagando una entrada-donativo para los gastos) con mucha oración, alabanza y música. A veces hay personas que experimentan una fuerte conversión en estos encuentros, o curaciones físicas, como la de Sara Quiroz en 2012 (lea aquí la historia).

Este año se cuenta con Salvatore Martínez, laico y padre de familia, como predicador principal. Es presidente desde 1997 del Rinnovamento nello Spirito, una de las entidades de la Renovación Carismática Católica en Italia, con casi dos mil grupos de oración. Es consultor del Pontificio Consejo de Laicos, del Pontificio Consejo de la Familia y del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.  Le entrevista en Alfa y Omega Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo.
 
- Desde hace años se percibe muy buena sintonía entre el Papa Francisco y la Renovación Carismática. ¿De dónde viene esta buena relación?
Con ocasión de la asamblea de la Renovación italiana en el Estadio Olímpico de Roma, en 2014, el mismo Francisco respondió a esta pregunta. Él llegó al cónclave siendo asistente eclesiástico del episcopado argentino para la Renovación, por lo que tenía una relación de amistad, confianza y colaboración con los líderes diocesanos y luego con los líderes de la Renovación en el mundo. Como Francisco mismo admitió al regresar de la JMJ de Río de Janeiro, su relación con la Renovación no fue «un amor a primera vista», pensaba que éramos «una escuela de samba». Pero entonces llegó la conversión, por dos razones: nuestro ecumenismo espiritual y el servicio a los pobres en las periferias existenciales.
- En el último Jubileo, el Papa subrayó la dimensión ecuménica de la Renovación. ¿Cómo se trabaja esta dimensión?
La forma más inmediata de acercamiento comienza desde abajo, de encontrarse y hablar espiritualmente, de la oración, de experimentar la gracia común del Espíritu, que es la causa de la reconciliación, del perdón mutuo, de la curación heridas causadas por las divisiones. En realidad, esta dimensión comienza en Italia en 1996 con el pastor Giovanni Traettino y el nacimiento de una convención carismática entre católicos y pentecostales. Con motivo de nuestro Jubileo de Oro, el Papa ha querido hacer de nuestro aniversario un gran evento ecuménico, para indicar cómo, en el Espíritu, la Iglesia sigue siendo una. Entre todas las formas de ecumenismo, el espiritual se mueve con mayor decisión hacia la meta de la reunificación visible de la cristiandad.
- A veces resulta chocante el primer encuentro con la oración de los carismáticos. ¿Recuerda usted la primera vez que se encontró personalmente con esta forma de orar?
Sí, es verdad que para muchos el descubrimiento de la oración comunitaria carismática es y seguirá siendo una sorpresa. Los gestos, la coralidad de la oración y del canto, las diversas manifestaciones proféticas en una oración no preparada…, no eran una práctica habitual en la Iglesia, a pesar de estar descritas de manera general por la primera comunidad cristiana y especialmente en las cartas de san Pablo. Así que, en realidad, no son nada nuevo.

»Yo, a los 12 años, ya era un animador de la música y el canto en mi comunidad; a los 20, lo era de la región de Sicilia; y con 25 años estaba al frente de este ministerio a nivel nacional. Nací y crecí con la unción de David en el corazón, con el deseo de alegrar los corazones de los hermanos y con el deseo de no dejar jamás al diablo robarme la alegría y el abandono al Espíritu.

»He sido testigo de muchos milagros, sanaciones, liberaciones y conversiones de gran alcance a través de la oración comunitaria carismática, que es una maravillosa fuente de reevangelización de los creyentes y de primera evangelización de los alejados.
- Entonces no es solo un lenguaje propio más o menos exótico…
En el Circo Máximo, hace unos meses, Francisco recordó que la oración de alabanza es uno de los aspectos fundadores de nuestro camino. Es una verdadera pedagogía de la vida nueva en el Espíritu. No es solo una experiencia, sino un estilo de vida, una manera encarnada de ser creyentes. La oración de alabanza es un dinamizador de nuestra fe, hace que las personas estén más abiertas a los otros, y nos hace más capaces de anunciar el Evangelio sin vergüenza. Nos hace más prontos a escuchar, más capaces para discernir y tomar buenas decisiones, y más sabios para interiorizar la palabra de Dios. Por eso no es solo una modalidad de culto.
- ¿Qué repercusión tiene esto sobre el resto de la comunidad católica, e incluso sobre los no creyentes?
La fe se transmite por contagio, ya que, por su naturaleza, es comunicativa y genera primero atracción y luego discipulado.

»En 1989, el mismo cardenal Ratzinger, viendo el «fracaso catastrófico de la catequesis moderna», tuvo que explicar el secreto de la Iglesia primitiva: el cristianismo es un encuentro con una persona viva, Jesús. Para muchos, el Evangelio es letra muerta y las iglesias, museos de arte antiguo. Venimos de un catolicismo de tradición que se está transformando en un catolicismo de elección. Estoy convencido de que la historia nunca ha conocido un tiempo más favorable que este para difundir el Evangelio, en medio de las crisis y desilusiones de hoy. Y aquí la Renovación tiene y tendrá un papel cada vez más importante.
- Especialmente los laicos…
Los laicos somos la gran mayoría de los creyentes. Nosotros vivimos en el mundo el programa de misericordia inaugurado por Jesús. Tenemos que recuperar la confianza en la primacía de la gracia: Dios sigue trabajando en la historia, en cada rincón de la tierra. El bien siempre vence al mal. El Espíritu hace avanzar siempre el reino de Dios. ¡Cuánta santidad hay en los laicos y en las familias! Hay mucho trabajo en la evangelización, pero no estamos solos y Dios no se cansa de hacer maravillas.


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