jueves, 30 de marzo de 2017

¿POR QUÉ HOY LA GENTE ACUDE MÁS A LOS ADIVINOS?


¿Por qué en pleno siglo XXI, aumenta el número de personas que recurren a quienes les puedan vaticinar su futuro? Las numerosas consultas a los videntes y adivinos ponen de manifiesto una gran carencia de nuestras civilización: la esperanza.
  1. De la ciencia al esoterismo. La Ilustración (s. XVIII) anunciaba que en la medida en que incrementara el conocimiento científico experimental para explicar la realidad, irían desapareciendo las argumentaciones religiosas.
Pero esta visión científica era aplicable sólo para la realidad física, la cual se puede medir y sobre la cual se puede experimentar. Pero el ser humano es mucho más que reacciones biológicas, y su entorno es mucho más que mera sociología. Por eso, los humanos necesitamos algo más que ciencia experimental para encontrar respuesta y sentido a las interrogantes que nos plantea nuestro entorno.

Estos límites de la ciencia han dado lugar a diversos movimientos culturales. Uno de ellos es el regreso a una fe religiosa más argumentada. Pero, otro es la vuelta a las adivinaciones, poderes ocultos, etc., los cuales no se basan ni en la fe bíblica ni en la ciencia (aunque en ocasiones sus autores afirmen ser creyentes o apoyarse en la ciencia). Por eso, el esoterismo es un hijo del cientificismo.
  1. ¿Por qué la gente acude a los videntes? Cuando pasamos tiempos de crisis social o de incertidumbre y dolor, todos necesitamos una certeza que nos ayude a superar esa etapa crítica; necesitamos una voz autorizada que nos diga que este mal momento terminará.
Las religiones son una fuente de esperanza, pues sus enseñanzas suelen dar una explicación sobre lo desconocido y sobre el mal. Pero las religiones no dan una solución concreta para nuestros problemas, sino que invitan a actitud de esperanza para sobrellevar los malos momentos.

Cuando, ante una situación difícil, una persona desea una respuesta inmediata y concreta, junto con una solución casi inmediata, no la encontrará en las religiones cristianas. Entonces, la opción es recurrir a quienes las ofrecen: videntes, adivinos, chamanes, etc.

El Papa Francisco ilustra así este itinerario: “Yo confío en Dios, pero la situación es un poco fea y yo necesito una certeza un poco más concreta. ¡Y ahí está el peligro! Y entonces estamos tentados en buscar consolaciones incluso efímeras, que parecen colmar el vacío de la soledad y mitigar el cansancio de creer” (Audiencia, 11 ene. 2017).
  1. Inmediatez vs esperanza. Un fenómeno creciente es que quienes acuden a los videntes son personas con preparación académica y con suficientes recursos económicos. Esto es una señal tanto del desencanto de la mentalidad cientificista como de la ignorancia de lo que el cristianismo enseña sobre la verdadera esperanza.
Se trata de la búsqueda de una seguridad vital, que no pocos buscan en la intervención de un fenómeno supra natural que les haga conseguir lo que les dará una certeza para vivir hoy: dinero, poder, mundanidad o incluso falsas ideologías.

La inmediatez de la adivinación oscurece la verdadera esperanza, la cual está puesta no en ídolos creados por manos humanas, sino en Dios mismo, el único que verdaderamente puede ayudar a vivir y a dar sentido a nuestra existencia.

El incremento de quienes consultan a videntes y adivinos pone de manifiesto una gran necesidad de nuestra época: la de aprender a vivir con esperanza, o sea, saber recorrer la vía con paciencia los tiempos adversos, con la certeza de ser acompañados por Dios.


Luis Fernando Valdés

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