viernes, 17 de marzo de 2017

MALOS VIÑADORES


"Escuchad otra parábola: El dueño de una finca plantó una viña, le puso una cerca, construyó un lagar y levantó una torre para vigilarla. Luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, mandó unos criados a recibir de los labradores la parte de la cosecha que le correspondía. Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.  El dueño envió otros criados, en mayor número que al principio; pero los labradores los trataron a todos del mismo modo.
Por último mandó a su propio hijo, pensando: ‘Sin duda, respetarán a mi hijo.’  Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero; matémoslo y nos quedaremos con la viña.’  Así que le echaron mano, lo sacaron de la viña y lo mataron.
Pues bien, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué creéis que hará con aquellos labradores?
Le contestaron:
– Matará sin compasión a esos malvados y dará la viña a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde.
Jesús les dijo:
– ¿Nunca habéis leído lo que dicen las Escrituras?:
‘La piedra que despreciaron los constructores
es ahora la piedra principal.
Esto lo ha hecho el Señor
y nosotros estamos maravillados.’
Por eso os digo que a vosotros se os quitará el reino, y se le dará a un pueblo que produzca los frutos debidos.

Los jefes de los sacerdotes y los fariseos, al oir las parábolas que contaba Jesús, comprendieron que se refería a ellos.  Quisieron entonces apresarle, pero no se atrevían, porque la gente tenía a Jesús por profeta."

Esta parábola, podemos leerla desde dos puntos distintos.

Podemos considerar que la viña es el mundo. El Padre la ha plantado, la ha hecho hermosa y nos la ha dado para que cuidemos de ella. Los hombres nos hemos creído los dueños y hemos olvidado al Padre. Él envía profetas, hombres santos a los que nosotros, a veces en nombre de la religión, matamos. También nos ha enviado a su Hijo, al que matamos y seguimos matando, utilizando su Palabra en nuestro provecho.

También podemos considerar que la viña somos cada uno de nosotros. Él nos ha creado, nos cuida, nos mima, y nosotros no damos los frutos esperados. No escuchamos a las personas y los signos que nos envía y matamos a su Hijo, al que lanzamos fuera de nuestras vidas.

En ambos casos cometemos el mismo error. Creer que la viña es nuestra y olvidarnos del dueño.
¿Somos malos viñadores? 


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