martes, 30 de agosto de 2016

REVELADORA ENTREVISTA A JACINTA, LA OTRA VIDENTE, DE LAS APARICIONES DE GARABANDAL


Unas apariciones cuestionadas pero centrales para comprender el momento…
El referente en las apariciones de Garabandal es la vidente Conchita González, a quien la Virgen María contó la fecha del Aviso a la humanidad y que tendrá la misión de comunicarlo al mundo.
Pero poco se habla de Jacinta González, una de las otras tres niñas que compartieron las visiones en la década de los ’60.
Jacinta González tenía 12 cuando junto a Conchita González, Mari Cruz González y María Dolores Mazón tuvieron las apariciones.
Resumimos aquí una entrevista del P. Benac a Jacinta sobre las Apariciones.
El P. Francisco A. Benac S.J., es fundador del Centro de Garabandal en Bombay, en la India, se entrevistó con la vidente Jacinta Moyniham y su esposo, Jeff Moyniham en California, su residencia, el 23 de Diciembre de 1978.
SOBRE LA APARICIÓN DEL ANGEL
Cuenta Jacinta que era domingo:
“Mari Loli y yo estábamos jugando cuando nos dimos cuenta que Conchita y Mari Cruz habían desaparecido. Entonces Loli, yo y otra niña fuimos detrás del campanario de la Iglesia pensando que se habrían escondido allí”.
“Me parece que van a estar donde el manzano porque el último domingo Conchita, Mari Cruz y yo fuimos al manzano a coger manzanas”.
“Vimos a Conchita y Mari Cruz moviendo las ramas del manzano y les gritamos: ‘¿Qué estáis haciendo?’”.
“Entonces ellas intentaron esconderse pero nosotras saltamos dentro del huerto desde la pared de piedra que bordea la calleja y nos reunimos con ellas a comer las manzanas.
Después de esto, mientras jugábamos a las canicas en la Calleja, empezamos a sentir remordimiento por haber robado las manzanas, pensando que el Ángel estaría triste en tanto que el demonio estaría contento.
Mientras hablábamos, de repente, Conchita, se quedó mirando a lo alto mientras decía:¡Oh, oh!.
“Estábamos asustadas, pensando que le daba un ataque, y cuando ya íbamos a correr a llamar a su madre, de repente, nosotras también vimos la Visión y exclamamos: ‘El Angel’”.
Fue por un corto tiempo. Dijeron a la gente que habían visto al Angel. Fueron a la Iglesia y empezaron a llorar.
Mari Loli y Jacinta cayeron en éxtasis cuando esta visión.
Jacinta cuenta que no sintió ningún temor ni nada porque le parecía todo tan natural que pensaba que todo el mundo podía ver lo que ell veía. Le parecía una cosa normal.
SOBRE LA VIRGEN MARÍA
La Santísima Virgen se le apareció por primera vez en la fiesta de la Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel, el dos de Julio de 1961.
“Para mí fue como encontrarme con mi Madre después de una ausencia de muchos años.
Por eso le decía tantas cosas. En ese momento no pensaba en la importancia que este acontecimiento iba a tener”.
En las apariciones, Nuestra señora algunas veces traía al Niño Jesús, pero la mayoría de las veces venía sola.
Jacinta extiende sus brazos abiertos y ligeramente levantados y para decir del aspecto de Ella.
“Así nos miraba, sonriendo, con una expresión de alegría y de bondad.
Era muy hermosa, su pelo largo, de color castaño oscuro, le caía suavemente por las espaldas.
Su vestido era blanco, le llegaba hasta los pies, que no se veían y con un manto azul.
Su vestido blanco tenía como flores bordadas en él que apenas se veían.
Jacinta no está muy segura pero cree que siempre llevaba puesto un Escapulario marrón, con una Cruz por un lado y algo como una montaña en el otro y el escapulario no muy grande, del tamaño de una mano.”
Y continúa:
“Era muy feliz viéndola, como a una madre que nos quiere mucho; no la sentíamos lejana; nos sentíamos muy cerca de ella y la sentíamos muy cerca de nosotras.
Se le podía tocar sin sentir con el cuerpo pero sí con el alma. Es un cuerpo espiritual. Es como que la sentíamos con el alma y no con el cuerpo”.
Las apariciones variaban mucho. Desde unos minutos a varias horas.
Y el tiempo era como que no existía, el tiempo volaba.
Siempre estuvo con las otras niñas; mientras ellas estaban en éxtasis, si ella estaba fuera, normal, se cansaba mucho siguiéndolas, pero si ella también estaba en éxtasis viendo a la Virgen estaba feliz y el tiempo volaba.
Porque a Jacinta no siempre se le apareció, y esto le afectaba y le entristecía, ya que alguna vez estuvo la Virgen quince días y hasta dos meses sin aparecérsele.
Dice Jacinta: “Sentía que era una especie de castigo por algunas travesuras o desobediencias”.
En el primer mensaje estaban juntas las 4 niñas y fue la Santísima Virgen quien les dio este mensaje:
“Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia, visitar al Santísimo Sacramento, pero antes tienen que ser muy buenas.
La copa se está llenando y si no cambiamos vendrá un castigo muy grande”.
Ella nos dijo que lo diéramos a conocer al mundo, que lo dijésemos el 18 de Octubre (de 1961) para que la gente lo difundiese por todo el mundo.
Ella también dijo que lo más importante era cumplir el mensaje”.
Jacinta no sabe por qué no se les dijo de darlo a conocer de inmediato, “quizás Ella quería que la gente conociese mejor las Apariciones antes de recibir los Mensajes”.
Cuenta Jacinta que el mismo día del mensaje la reacción fue mala porque la gente pensaba que iba a haber un Milagro.
Fue un día de lluvia torrencial, un diluvio y la gente esperó en los Pinos; muchos quedaron desilusionados al no haber ningún milagro.
De algún modo el milagro fue que no hubo accidentes, entre tantas dificultades para subir y andar por el pueblo. No se había anunciado ningún milagro. Ese día, solo había que dar a conocer el Mensaje.
Sobre las Llamadas de la Virgen Jacinta dice:
“Era una vivencia interior; la primera como una alegría muy suave, la segunda, como cuando ya se espera ansiosamente a alguien muy querido y cuando venía la tercera llamada, a veces después de una o dos horas desde la primera, ya no resistíamos más; la Virgen nos atraía de un modo que dejábamos todo y corríamos a su encuentro”.
Las llamadas venían de repente, en cualquier momento, a veces la tercera llamada venía al día siguiente.
Jacinta cuenta que María siempre les decía de rezar por los Sacerdotes, que son los que deben fortalecer la fe de los creyentes, dar ejemplo con sus vidas y vivir una vida de fe profunda.
“Ella nos pidió que rezáramos para que ellos dieran testimonio de su Hijo, Jesús. Dijo esto porque algunas cosas estaban yendo por mal camino”.
Respecto al Aviso Jacinta dice:
“Será algo que afectará al mundo entero; nos ayudará a ver las buenas y malas acciones que hayamos hecho. Durará poco tiempo.
En especial me recuerdo lo que Nuestra Señora dijo sobre la Eucaristía, la poca importancia que se le da y la falta de respeto ante la Presencia Divina. De igual modo la pérdida del sentido del pecado”.
Respecto al segundo mensaje, que fue a Conchita, dice que fue el 18 de Junio de 1965. Estaba entre la gente. En esa fecha ya no tenía apariciones.
Respecto del Castigo cuenta Jacinta:
“Ella dijo que dependerá del comportamiento de la humanidad. Dijo que será algo terrible si no cambiamos”.
No piensa que podría ser una guerra atómica sino que será algo que viene directamente de Dios, porque son los hombres los que causan las guerras.
Y sentencia:
“Todo lo que sé, está escrito en los libros. Conchita es la única a quien la Santísima Virgen reveló el año y el día del Milagro.
Yo pedí varias veces a la Virgen que hiciese un milagro para que la gente creyese. Ella nunca me dijo nada acerca del Milagro. Mari Loli también sabe muchos detalles del Aviso.”
SOBRE JESÚS
Dos días antes de venir la Virgen por primera vez, Jacinta vio al Señor, de pie sobre una especie de nubecilla blanca, vestido de blanco y manto rojo, mostrando su Corazón, de un rojo vivo y que despedía rayos blancos y dorados, sobre la parte izquierda de su pecho.
No habló a la niña, pero con su mano izquierda le presentaba su Corazón, mientras le hacía señas, con la derecha, para que se acercara.
Jacinta obedeció, y quedó deslumbrada por la belleza y resplandor de sus vestidos, más aún de su persona.
Esta visión de Jacinta tuvo lugar en la Calleja. La visión le dejó una impresión indeleble.
Dos cosas le impresionaron sobremanera: la mirada de Jesús y su porte majestuoso.
Aquella mirada penetraba hasta lo más profundo del alma, aquel mirar del Señor “estaba impregnado de un Amor inmenso”.
Dice Jacinta que no hubiera podido estar así mucho tiempo porque su alma se habría ido con Jesús.
Ella recuerda:
“Recuerdo un día, cuando nosotras cuatro, siguiendo la llamada de Nuestra Señora, fuimos un poco más arriba de donde tuvimos la primera Aparición del Ángel.
Nadie del pueblo nos siguió. De repente las otras tres cayeron en éxtasis al ver al Ángel.
Yo estaba un poco más atrás viéndolas a ellas en éxtasis y me dije: Pero si yo no veo nada.
Entonces, de repente, se me apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Me impresionó profundamente. Él no me habló pero su mirada penetró en lo más profundo de mi corazón.
Sus ojos, su figura; una mirada que penetraba tan profundamente en mí que no lo puedo explicar.
Esta visión del Sagrado Corazón me impresionó más que la de Nuestra Señora, aun cuando no le he vuelto a ver otra vez.
Tengo una fuerte sensación de ver a alguien muy querido cada vez que veo su imagen”.
Cuando veo su Imagen o hablo de Él, como ahora, siento algo dentro de mí que no puedo explicar.
Esta visión siempre ha permanecido viva en mi mente. Recuerdo habérselo dicho a mi madre, cuando dudaba si había visto a la Virgen y al Ángel.
Pero de esta visión del Sagrado Corazón, aunque me fuese a morir, yo insistiría en que fue verdad. Es algo de lo que nunca dudé.
Él no me habló pero mi corazón se sintió, desde entonces, cada día mucho más cerca de Él”.
SOBRE OTROS TEMAS
Sobre la comunión visible en la boca a Conchita dice Jacinta que ella no estaba, pero que sintió que era una prueba del Cielo de la realidad de las Apariciones para toda la gente.
Jacinta también cuenta que mientras estaba en éxtasis con las otras, sus padres y hermanos no tenían paz, ni siquiera a la hora de comer, cuando la gente invadía su pequeña casa. Aquellos años deben haber sido muy duros para ellos.
Pero ella no se cansaba de las apariciones. Muchas veces las Apariciones duraban hasta las cuatro de la mañana, pero no se cansaba, era muy feliz:
“y eso que me levantaba pocas horas después para ir al campo y traer alimento para los animales y hacer los otros trabajos de la casa”.
Sobre el Padre Luis Andreu, Jacinta dice:
“Le recuerdo muy bien porque era muy bueno, realmente era un santo. Loli y yo solíamos hablar mucho con él y nos acompañaba en los juegos.
Lo que recuerdo más vivamente fue la última vez que visitó el pueblo y la Misa que dijo ese día. Todo el mundo decía: ‘¡Qué Misa más hermosa dijo hoy el P. Luis; es un santo!’
Su Misa fue como algo del otro mundo”.
Jacinta dice que el día anterior a su muerte jugó con ellas y parecía estar muy bien.
“Imagínese la impresión que recibimos al día siguiente, cuando Loli, Conchita y yo, estábamos barriendo la Iglesia y lo supimos; la madre de Conchita vino a decirnos que se había muerto el Padre Luis. No nos lo podíamos creer”.
Jacinta afirma que el P. Andréu dijo al P. Marichalar antes de partir que lo que ellas decían y veían es verdad y que veían a Nuestra Señora.
Y que antes de que muriese el P. Luis, la Virgen les había hablado de una voz que iban a oír y que no se asustaran.
Y Jacinta cuenta:
“el P. Luis vino, no le veíamos pero nos habló y nos dio un mensaje para su hermano el P. Ramón. También dijo algunas frases en varias lenguas y nos enseñó el Ave María en Griego”.
También Jacinta cuenta que fue a Roma en una peregrinación para ganar las indulgencias del Año Santo.
Allí vio al Cardenal Ottaviani que le dijo que él creía en Garabandal, pero que tenían que tener mucha paciencia y rezar mucho. Él la recibió al igual que el Cardenal Philippe.
El P. Benoit Duroux, su secretario, le aconsejó vivamente que las cuatro, mantuvieran una estrecha relación y comunicación entre ellas. Esta observación le impresionó mucho.
También le presentaron a algunos miembros de la Sagrada Congregación que estaban sentados alrededor de una gran mesa y empezaron a hacerle preguntas.

Foros de la Virgen María


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