lunes, 22 de agosto de 2016

CUÁNTOS CIELOS HAY? ¿DÓNDE VIVEN LOS DEMONIOS?


Desde el punto de vista sobrenatural, lo que se llama comúnmente “cielos” se compone de tres “capas” o “reinos diferentes” para la mayoría de los estudiosos.
En uno vive Dios, en el otro fueron expulsados los demonios y en el otro viven los hombres y demonios de niveles inferiores.
Sin embargo en la obra apócrifa Segundo Libro de Enoch, se habla de 10 cielos. Por lo tanto vemos que este es un misterio sobre el que los hombres aún no saben mucho ni tampoco lo han discernido a fondo.
Vamos a considerarlo brevemente:
PRIMER CIELO (EL COSMOS MATERIAL)
El primer estrato de los “cielos” es la baja atmósfera, la tierra que conforma nuestras nubes y el cielo.
Un ejemplo de esto es cuando David proclamó: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento (cielo) obra de sus manos” (Sal. 19: 1).
Muchos no son conscientes de que la Escritura usa la palabra “cielo” para describir el cielo y la atmósfera. Sin embargo lo hace.
Dentro de este reino en general se incluye a la Tierra.
Esta referencia no es la única forma en que el término “cielo” se usa en la Biblia.
TERCER CIELO (TRONO DE DIOS; PARAÍSO)
La Biblia también usa la palabra “cielo” para referirse al estrato más alto de la autoridad: el reino donde Dios opera.
Esto es lo que fue descrito por el apóstol Pablo como el “tercer cielo”.
Él escribe:
“Conozco a un hombre… que fue arrebatado hasta el tercer cielo” (2 Corintios 12: 2).
Esta es la posición más alta de poder. Es un reino de la autoridad que se destaca por encima de todo lo que existe.
Es allí donde Jesucristo nos preparó un lugar lapa los humanos.
El catecismo de la Iglesia tiene las siguientes menciones sobre este Cielo:
1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven “tal cual es” (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4):
Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas de todos los santos … y de todos los demás fieles muertos después de recibir el bautismo de Cristo en los que no había nada que purificar cuando murieron;
o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte … aun antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador, Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles.
Y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a cara, sin mediación de ninguna criatura (Benedicto XII: DS 1000; cf. LG 49).
1024 Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con Ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama “el cielo” . El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.
1025 Vivir en el cielo es “estar con Cristo” (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven “en El”, aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre (cf. Ap 2, 17):
Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino (San Ambrosio, Luc. 10,121).
1026 Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha “abierto” el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo quien asocia a su glorificación celestial a aquellos que han creído en El y que han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a Él.
1027 Este misterio de comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están en Cristo sobrepasa toda comprensión y toda representación. La Escritura nos habla de ella en imágenes: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso: “Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman” (1 Co 2, 9).
1028 A causa de su transcendencia, Dios no puede ser visto tal cual es más que cuando El mismo abre su Misterio a la contemplación inmediata del hombre y le da la capacidad para ello. Esta contemplación de Dios en su gloria celestial es llamada por la Iglesia “la visión beatífica”:
¡Cuál no será tu gloria y tu dicha!: Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en las alegrías de la salvación y de la luz eterna en compañía de Cristo, el Señor tu Dios, …gozar en el Reino de los cielos en compañía de los justos y de los amigos de Dios, las alegrías de la inmortalidad alcanzada (San Cipriano, ep. 56,10,1).
1029 En la gloria del cielo, los bienaventurados continúan cumpliendo con alegría la voluntad de Dios con relación a los demás hombres y a la creación entera. Ya reinan con Cristo; con El “ellos reinarán por los siglos de los siglos’ (Ap 22, 5; cf. Mt 25, 21.23).
Sin embargo hay otro reino del “cielo” que también debe tenerse en cuenta.
SEGUNDO CIELO (FUERZAS ESPIRITUALES)
Muchos están un poco familiarizados con el “primer” y “tercer” cielos. Sin embargo, la mayoría no han considerado lo que se encuentra en el espacio entre la creación y la gloria.
Esto es lo que se podría describir como el “segundo” cielo, que a veces se le llama atmósfera desde un punto de vista sobrenatural.
Este es el reino desde donde satanás y sus hordas demoníacas operan.
Pablo hace referencia a esto, habla de “fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba” (Efesios 6:12).
Desde el “aire”, satanás trata de traer su desgraciada influencia sobre la tierra.
A partir del “segundo” cielo, él está tratando de cortar la bondad y la gloria del “tercer” cielo.
Cuando “Luzbel o Lucifer” fue expulsado junto con otros ángeles caídos en rebeldía (Isaías 14 y Ezequiel 28) se transformó en el diablo o satanás, el enemigo de Dios.
Y se le dio una habitación debajo del tercer cielo, como un recordatorio de que siempre sería un enemigo derrotado bajo la autoridad suprema de Dios.
Sin embargo, como también sabemos, satanás tiene muchas de sus demonios trabajando en nuestra tierra. Muchas personas llaman a estos como demonios terrestres.
Estos son los demonios que tratarán desunir a las personas, de entrar en el interior de sus cuerpos, y causar tantos problemas y caos como les sea posible.
Lo que muchos expertos en liberación han descubierto es que muchos de estos demonios terrestres toman órdenes directas de estos demonios de más alto rango que están en sus posiciones en el Segundo Cielo.
No sólo son controlados por demonios de rango superior, sino que están asignados a ciertos individuos, y también están controlando la acción sobre ciertas áreas geográficas en nuestra tierra.
La pregunta es si los seres humanos nos tenemos que involucrar en la batalla directa con los demonios del segundo cielo o sólo con los que actúan en la tierra, dejándole a Jesucristo la batalla con los demonios del Segundo Cielo.
Parecería que nuestra actividad en la batalla sería contra los demonios terrestres, mientras que nuestra actividad con los demonios del Segundo Cielo se resumiría en orar para que Dios batalle.
Fuentes:
Foros de la Virgen María


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