domingo, 10 de julio de 2016

MISA DE CARA AL PUEBLO O DE ESPALDAS AL PUEBLO – II Y III


MISA DE CARA AL PUEBLO O DE ESPALDAS AL PUEBLO II

(Sigue del post de ayer.) La cuestión por tanto no es tanto una mera cuestión de orientación, sino de qué tipo de Iglesia es la que querría el Señor. Jesús, mientras estuvo sobre la tierra, no quiso dejar todo atado. Mientras enseñó, se centró en la esencia. A nosotros los humanos nos encantan las cuadrículas, no gusta pensar que nuestra opinión es la verdadera y dirimir las cuestiones para ahora y para siempre. Somos poco dados en dejar que sea el Tiempo el que decante las cosas. La sabiduría que llega con la edad es en buena parte entender que es el Tiempo y no nosotros el que hace de juez.

¿Qué tipo de Iglesia queremos? No nos equivoquemos, la lucha contra el relativismo no consiste en la uniformidad. La defensa de la Tradición no consiste en ser más estrictos y duros con la modernidad. Cuánta gente sueña con tener poder y ser estrictos. Curiosamente nadie quiere que la autoridad sea más estricta con él mismo. Hay que ser estrictos con los demás.

Yo prefiero una Iglesia en la que haya misa en latín y en lengua vernácula, de cara al pueblo y de espaldas a éste, en rito latino ordinario y extraordinario, en rito latino y en otros ritos católicos. Ésa es mi opinión. Y estoy seguro que la Iglesia es y seguirá siendo multiforme.

En esa Iglesia como jardín, variada y en la que reina la libertad en todo lo que sea opinable, hay lugar para el diálogo, el debate y la discusión teológica. Pocas cosas no son opinables en la fe católica. Cuanto más viejo me hago, mé hago más paternal.

El lefebvrianismo me parece una versión moderna del fariseismo. Los teólogos de la Teología de la Liberación, aquellos que son heterodoxos, me parecen una versión moderna de los zelotes, que buscaban el Reino de Dios sobre la tierra con la espada. También ahora veo saduceos modernistas y sacerdotes sanedritas que se dedican exclusivamente a sus funciones litúrgicas sin demasiado interés por la conversión. Todo se vuelve a repetir como hace dos mil años.

Mi único consuelo es amar a todos, no ser exigente con nadie, tratar bien a todos (saludos Masiá) y no juzgar a nadie. Por supuesto que otra cosa sería si yo, como Frodo, tuviera en mi dedo el Anillo del Poder.

MISA DE CARA AL PUEBLO O DE ESPALDAS AL PUEBLO III

Obsérvese que he usado en mis anteriores post las expresiones: de cara al pueblo o de espaldas al pueblo. No he usado la expresión de cara a Dios (coram Deo), porque Dios está presente en todo el templo. Pensar que sólo está delante de la asamblea sería un error que nadie defiende y, sin embargo, se usa esa errónea expresión.

El espíritu de Dios está en todo el espacio litúrgico y fuera de él, está en medio de la asamblea. Celebrar de espaldas tiene la indudable ventaja de que todos oran en una misma dirección. Celebrar de cara al pueblo refuerza más la idea de que Dios está en medio de su pueblo, sobrevolando a todo el pueblo.

¿Celebró Jesús la Última Cena de espaldas o de cara a sus apóstoles? No hay ninguna duda que de cara. ¿Celebraron los apóstoles de cara a los creyentes allí congregados? No hay ninguna duda que de cara. A juzgar por la disposición de los altares en las basílicas romanas, sólo se comenzó a celebrar de espaldas al pueblo a comienzos de la Edad Media.

No siento la más mínima reticencia en celebrar de las dos maneras, porque las dos son modos adecuados y ortodoxos. Aunque reconozco que celebrar de espaldas me permite concentrarme más, sin la distracción que supone el que la gente te esté mirando a la cara. La devoción también conoce un cierto pudor.

¿Cómo prefiero celebrar yo? De espaldas, con poca luz (a la luz de las velas y la natural que entra por las ventanas) y sin micrófono. Es un modo de celebrar que hago yo de tanto en tanto, cuando otro sacerdote me celebra la misa a la hora normal.

Hace bien el que ensalza las ventajas de uno u otro modo de celebrar la misa. Hace mal el que afirma que uno de los dos modos no es legítimo o inadecuado. El que construye, hace bien. El que destruye, hace mal.

Una última cosa, es correcto llamar a uno de los modos celebrar ad orientem. Es correcto, porque es un modo ya acuñado puesto que a partir de la Edad Media las iglesias se construyeron con esa orientación. Pero no antes. Ni siquiera San Pedro del Vaticano o la de Santa María la Mayor están orientadas así. Lo digo porque hay muchos que repiten que las iglesias siempre estuvieron orientadas en esa dirección desde el principio. Y eso no era así ni siquiera en los lugares donde había todo el espacio del mundo para construirlas, valgan como ejemplo las dos citadas.

Lo repito y vale para todo en la Iglesia: construyamos, no destruyamos. Busquemos razones para ensalzar algo, no para hundir a los que no piensan como nosotros.

P. FORTEA

No hay comentarios: