miércoles, 5 de septiembre de 2012

TU DESTINO, EN UN LIBRO CON TU NOMBRE


¡Dios diseño un destino especial para ti, y si buscas su presencia y voluntad, ese plan será desatado en tu vida!

La biblia dice: “Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro”. Salmo 139:16 Éste salmo nos revela que Dios tiene diseñado y controlado todos los aspectos de la vida de sus hijos.

David nos dice que Dios tiene un libro acerca de nosotros, donde están escritos detalles de nuestra vida, desde la formación de nuestro ser completo en el vientre, como todo el conocimiento acerca de nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos.

El recibió una revelación completa de Dios como creador del hombre y también como artífice vital del destino de cada uno; y lo describe en este precioso texto:

“Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo y me entretejiste en el vientre de mi madre. ¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien. Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz. Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara”. Sal. 139:13-16 (NTV)

En el último verso nos dice: “Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara” Aquí está la clave acerca de nuestro destino en las manos de Dios, él nos conoció aun desde antes de la fundación del mundo, y sabía lo que habríamos de hacer, y como seríamos, es por eso que escribió en un libro personal con nuestro nombre, y determino cosas de antemano para nosotros. Ahora el punto clave está en que nosotros no siempre seguimos lo planeamientos de ese libro diseñado por Él. Si nosotros logramos hacer oraciones de este tipo: “Padre que se haga tu voluntad y no la mía”, “Padre te entrego este día en el nombre de Jesús” o “Dios te pido que me guíes y me enseñes el camino en que debo andar”; esta clase de oraciones se están refiriendo a que se cumpla lo que Él diseño previamente en su libro para nosotros, ¡¡todo está planeado ya, hasta el último detalle!!. Además nuestro nombre está escrito en el libro de la vida por creer en Jesús, que es un libro diferente, y lamentablemente aquellos que no quieren acatar el destino de Dios para ellos también será registrado en otros libros:

“Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. Apocalipsis 20:12

A veces no creemos que esto sea así, pero en el reino de Dios está todo registrado. En un momento el salmista hace una declaración interesante: “Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!” (Sal. 139:6), porque Dios nos creó a todos, y quiere lo mejor para todos (2 Pedro 3:9) Él interfiere de formas que no podemos entender bien, pero hay un punto en donde somos nosotros los que tenemos que decidir si obedecemos esa voluntad o hacemos la nuestra. Podríamos decir que tenemos delante dos libros, el que escribimos nosotros haciendo cosas equivocadas, y el que escribió Dios para nuestro bien, que se cumple al basarnos en la biblia (su palabra).

CÓMO CUMPLIR LO QUE ESTÁ EN ESE LIBRO

Tomar decisiones basadas en el temor de Dios, rechazar el pecado, movernos con la verdad, y no guardar resentimientos en nuestro corazón, y las convicciones que el Espíritu Santo nos va impulsado a realizar, éstas son las cosas que Irán desatando lo que está en el libro diseñado para nosotros, así cada decisión que tomemos será respaldada por Dios. En definitiva, nuestra vida se trata de una suma de momentos y decisiones. Aún así tendremos que enfrentar momentos difíciles, o personas que no nos entienden, hostilidades de todo tipo, vivimos en un mundo caído, y Dios se vale de ciertas circunstancias para formar nuestro carácter. Algunos piensan que formar el carácter se trata de transformarnos en seres “buenitos y pusilánimes” para que venga cualquiera y nos manipule o se abuse de nosotros. Pero necesitamos madurar en muchas cosas, por ejemplo en saber obedecer cuando él te está guiando, no importando lo que dirán. Muchas veces no percibimos que Dios nos usó, nos guió, y fue tan suave y natural que ni siquiera nos percatábamos de que era Él quién nos estaba usando. Pensábamos que éramos nosotros, pero era Él, el Señor de nuestras vidas.

“Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí, oh Dios. ¡No se pueden enumerar! Ni siquiera puedo contarlos; ¡suman más que los granos de la arena!” (Sal. 139:17-18)

Por eso al poner nuestro corazón y vida en las manos del Señor, al adorarlo y ponerlo en primero lugar en nuestra vida, al buscarlo con las personas que Dios puso a nuestro lado, él se manifestará y te llevará de su mano, silencioso y sobrenatural, por el destino glorioso que ya trazó:

Algunos solo buscan a Dios solo si alguien “los presiona”, tal vez es necesario para los nuevos creyentes, por un tiempo, pero tenemos que ir a la madurez y no siempre tener comunión con Dios en forma “indirecta” o solo por medio de otro, es muy necesario lograr una relación íntima y personal.

Con mi esposa acostumbramos tener momentos especiales para buscar juntos al Señor, y poder recibir su guía, adorándolo y entregándole nuestra vida y familia para su gloria. Las cosas que quedan en nuestro corazón luego de estar en la presencia de Dios, las ponemos en práctica, y dan resultados sorprendentes.

“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Mateo 18:20

Declaró que Dios te visitará, te hablará y guiará para que se ordene en tu vida todo lo desordenado, para que entres en un tiempo de madurez, para que puedas enderezar todo camino torcido y recorrer todo lo que Dios ha escrito en su libro maravilloso acerca tuyo.

Todo monte será allanado, toda barrera será quitada de tu vida, toda pobreza y enfermedad, que Dios nunca quiso para sus hijos, serán desechas en el nombre de Jesucristo. Amén.

Por Esteban Correa

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