El visitante llevaba autoflagelándose un buen rato.
Que si él era inútil y no servía para nada, un fracasado, un desastre... Que todo le salía mal y todo lo estropeaba. Que nadie lo valoraba ni lo tenía en cuenta... El Anacoreta le dejó hablar sin interrumpirlo. En un momento de pausa, el anciano se levantó, se dirigió a una estantería, removió entre unas carpetas buscando algo.
- Hace años copié un texto de Michel Quoist que creo te ayudará. Aquí está... Y se lo
entregó. El hombre leyó en voz alta:
Si la nota dijera: una nota sola no crea música, no existiría la sinfonía.
Si la palabra dijera: una palabra no forma una página, no existiría el libro.
Si una piedra dijera: una piedra no hace pared, no existiría la casa.
Si una gota dijera: una gota no hace río, no existiría el océano.
Si el grano de trigo dijera: un grano no forma un campo, no habría cosecha.
Si el hombre dijera: un gesto de amor no salvará la humanidad, nunca habría justicia, ni
paz, ni dignidad, ni felicidad en la tierra de los hombres.
De la misma manera que la sinfonía necesita cada nota, de la misma manera que el libro
necesita cada palabra, de la misma manera que la casa necesita cada piedra, de la misma
manera que el océano necesita cada gota de agua, de la misma manera que la cosecha necesita cada grano de trigo, la humanidad entera TE necesita a TI, allí donde estés, único, insustituible. (Michel Quoist)
Y regresó agradecido a su casa...
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