martes, 11 de agosto de 2009

PERDONÉ A MI SECUESTRADOR Y ÉL ME LIBERÓ


Caía una leve lluvia sobre las hojas que se mecían por las brisa; la noche estaba estrellada con diminutas partículas brillantes, pero había una que iluminaba mas, Oscar le colocó el nombre de LIBERTAD.

Era una noche como tantas de las 2.880 noches de dolor, rabia e impotencia. Aquella noche sucedió un milagro como nunca, Oscar y su carcelero Isaza se enfrascaron en una tertulia amena; a pesar de ser reo y secuestrador, unieron sus pensamientos, vivencias y sentimientos en un solo palpitar: no paraban de conversar e intercambiar opiniones acerca de la vida dura, tanto en política como en la guerrilla y la selva.

Oscar como buen profesor y político comenzó a narrar su vida y realizaciones, llegando al punto central de que en su época de político había favorecido a una señora para la adquisición de vivienda popular. Pero que tan cerca estaban de esa realidad, ya que la persona favorecida era, ni más de menos que la madre de Izasa el guerrillero que vigilaba a Oscar para que no se escapara de la selva.

Exclamo el Guerrillero:
-Oscar! ¡Oscar no puede serDios te bendiga y te lo agradecerá!"

Después de estas palabras el carcelero abrazo a su Reoy ambos se contagiaron de un sentimiento noble de agradecimiento, alegría y perdón; conjugándole momento de regocijo y agradecimiento al Señor. A partir de este momento se convirtieron en compañeros, hermanos, socios y formaron un equipo unido para recobrar la libertad, tanto de espíritu como material.

A partir de esos momentos Oscar e Izasa, ya eran un par de compañeros unidos en un solo ideal, lograr ambos la libertad, tanto físicamente como espiritualmente. Por las circunstancias la fuga había que planearse todo con mucho sigilo para no caer en un paso en falso. Ambos continuaban en su posición de Rehén y Carcelero, no se podía despertar sospechas que pudieran ser detectadas por el grupo guerrillero o por el ejercito y mas aún, teniendo en cuenta la espesura de la selva con los rigores que implica una zona llena de minas quiebra patas y el acoso del ejercito y guerrilla, sin dejar de desconocer las vicisitudes que se presentan en un recorrido largo por la selva durante noches y días en las cuales se puede ser atacado por una víbora o un animal feroz.

Oscar, para no sentir el tedio y la agonía de la soledad, disciplinadamente preparaba su cátedra de historia de Colombia todos los días, (metafóricamente hablando sus alumnos eran cada uno de los árboles que divisaba en su entorno y era tanto su planeación en esta materia que les dictaba clases durante tres horas continuas.)

Los días pasaban aunque el dolor en las manos, por el dolor físico que producían las cadenas de hierro, atadas a un árbol ya dolían menos porque en su corazón y en su mente, se asomaba el camino de la LIBERTAD.

El guerrillero le decía a Oscar:
-Tranquilo hermano Oscar, que en poco tiempo podremos alcanzar la libertad, confía en mí

En las noches calladas e iluminadas por las estrellas y la luna, Oscar no perdía ni un solo instante para escribirle poemas a su amada. En esas noches de esplendor visual y de dolor físico, aprovechaba el momento para escribirle a su amada estas palabras: Amor, tengo mi cuerpo atado a un árbol, pero mi corazón y mi cariño saben que un día volveremos al rencuentro de nuestras vidas. Pienso que cada día que pasa estoy mas cerca del día soñado para abrazarte, besarte sin que ninguna atadura nos separe.

La fuerza del amor es más fuerte que el dolor físico. El amor por su Amada, era su alimento para seguir luchando. Mirando el esplendor de la creación, eran momentos que Oscar admiraba la belleza de la naturaleza, aun con tanto dolor.

Llego el momento esperado… Oscar e Izasa comenzaron a planear la fuga e hicieron un pacto de honor en el cual a partir de ese momento se convertirían en un equipo y compañeros inseparables, con las ansias de la libertad, vibrando en un solo corazón y un solo sentimiento. Izasa le explicaba todos los pormenores de la selva en zonas de combate y ensayaban todos los detalles, los peligros que los asechaban; en sus prácticas tenían claro, que ambos debían colocar sus pies sobre una misma huella al caminar, con el fin de no ser detectados por el enemigo, todo fue planeado sigilosamente e hicieron un pacto de honor: Si alguno de los dos es apresado o muerto, el otro debería escaparse para dar testimonio a la humanidad de perdón, entrega y paz

El rencor se convierte en perdón. La desconfianza, por confianza. Los ideales opuestos, por un solo ideal. Ofrendar la vida por una causa. Trabajo en equipo en todas las circunstancias, hasta en la muerte.

La recta Final…llego el día esperado, todo estaba planeado. Iniciaron el recorrido, durante 8 días cruzaron montañas, ríos, caminos estrechos y la espesura de la selva con los peligros de ser atacados por serpientes, animales feroces y los peligros que acechan la inhóspita selva colombiana. En ese trajinar por esos escabrosos terrenos, estuvieron en peligro al suscitarse un encuentro entre guerrilla y ejercito colombiano; optaron por refugiarse debajo de las copas de los árboles para no ser vistos (tres días sin dormir), pero era tanto el anhelo de libertad que siguieron su camino, sin importar los caminos.

No importa que el camino sea duro, si al final se consigue las metas propuestas. Para llegar a encontrar la luz, encontraras despeñaderos, fieras y obstáculos.

Al fin el día soñado
Ya cansados, sin fuerzas en uno de tantos amaneceres, caía una fuerte lluvia, el cielo estaba despejado, las nubes se habían convertido en cómplices al esconderse y pudieron divisar un poblado, donde se podía apreciar una cruz muy diminuta, la cual era la cruz de la iglesia del pueblo.

¡EUREKAA…!
¡GLORIA A DIOS…!
¡GRACIAS A LA VIDA…!
¡LIBERTAAAAAAAAAAAD!

Estas fueron las palabras que pronunciaron los dos personajes de esa historia, se abrazaron inclinaron piernas y dieron gracias a Dios por encontrar al fin la libertad.

Dijo Oscar: Al fin puedo volver a mi amada, que tanto a luchado, para lograr esta meta.

Esta es una historia verdadera, que sucedió en las selvas de Colombia y los dos personajes escaparon de la ignominia del secuestro.

Todas estas situaciones nos enseñan el espíritu de arrojo, lealtad, compañerismo, agradecimiento, fe, intelecto, espiritualidad, amor, paz y perdón
Pedro Alfonso Giraldo

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