jueves, 20 de agosto de 2009

EXAMEN DE CONCIENCIA


Jesucristo
1. Sobre todas las cosas es necesario que el sacerdote de Dios llegue a celebrar, manejar y recibir este Sacramento con grandísima humildad de corazón y con devota reverencia, con entera fe y con piadosa intención de la honra de Dios. Examina diligentemente tu conciencia, y según tus fuerzas límpiala adórnala con verdadero dolor y humilde confesión, de manera que no tengas o sepas cosa grave que te remuerda y te impida llegar libremente al Sacramento. Ten aborrecimiento de todos tus pecados en general, y por las faltas diarias duélete y gime más particularmente. Y si el tiempo lo permite, confiesa a Dios todas las miserias de tus pasiones en lo secreto de tu corazón.

2. Llora y duélete de que aún eres tan carnal y mundano, tan poco mortificado en las pasiones, tan lleno de movimientos de concupiscencia;
§ Tan poco diligente en la guarda de los sentidos exteriores, tan envuelto muchas veces en vanas imaginaciones.
§ Tan inclinado a las cosas exteriores, tan negligente en las interiores.
§ Tan fácil a la risa y a la disipación, tan duro para las lágrimas y la compunción.
§ Tan dispuesto a la relajación y regalos de la carne, tan perezoso al rigor y al fervor.
§ Tan curioso para oír novedades y ver cosas hermosas; tan remiso en abrazar las humildes y despreciadas.
§ Tan codicioso de poner mucho; tan encogido en dar; tan avariento en retener.
§ Tan inconsiderado en hablar, tan poco detenido en callar; tan descompuesto en las costumbres, tan indiscreto en las obras.
§ Tan desordenado en el comer, tan sordo a las palabras de Dios.
§ Tan presto para holgarte, tan tardío para trabajar.
§ Tan despierto para oír hablillas y cuentos, y tan soñoliento para velar en oración.
§ Tan impaciente por llegar al fin, y tan vago en la atención.
§ Tan negligente en el rezo, tan tibio en la Misa, tan indevoto en la Comunión.
§ Tan a menudo distraído, tan raras veces enteramente recogido.
§ Tan prontamente conmovido a la ira, tan fácil para disgustar a los demás.
§ Tan propenso a juzgar, tan riguroso en reprender.
§ Tan alegre en la prosperidad, tan abatido en la adversidad.
§ Tan fecundo en los buenos propósitos, y tan estéril en ponerlos por obra.

3. Después de haber confesado y llorado estos y otros defectos con dolor y gran disgusto de tu propia fragilidad, propón firmemente de enmendar siempre tu vida, y mejorarla de allí adelante. En seguida, abandonándote a Mí con absoluta y entera voluntad, ofrécete a ti mismo para gloria de mi nombre en el altar de tu corazón, como sacrificio perpetuo, encomendándome a Mí con entera fe el cuidado de tu cuerpo y de tu alma. Para que de esta manera merezcas llegar dignamente a ofrecer el santo sacrificio, y recibir saludablemente el Sacramento de mi cuerpo.

4. Pues no hay ofrenda más digna, ni mayor satisfacción para borrar los pecados, que ofrecerse a sí mismo pura y enteramente a Dios, con el sacrificio del cuerpo de Cristo en la Misa y Comunión. Si el hombre hiciere lo que está de su parte, y se arrepintiere verdaderamente, cuantas veces acudiere a Mí por perdón y gracia: Vivo yo, dice el Señor, que no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; porque no me acordaré más de sus pecados, sino que todos les serán perdonados.
Tomas de Kempis

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