EL TEXTO DE FLAVIO JOSEFO COINCIDE PUNTO POR PUNTO CON LOS EVANGELIOS
El testimonio
de Flavio Josefo (37-100),
historiador judío entregado posteriormente a la causa romana y autor de obras
que son fuentes documentales valiosísimas sobre su tiempo, es una de las
pruebas clásicas de la historicidad de Jesucristo y de los
Evangelios.
Recientemente, la autenticidad
del testimonio de Flavio Josefo ha recibido una confirmación doblemente
valiosa, porque viene de un experto pero no precisamente de un apologista del
cristianismo. Se trata de Luciano Canfora,
profesor de filología griega y latina en la Universidad de Bari. Es además
miembro del comité científico de la Fundación Instituto Gramsci, que estudia la
obra del filósofo comunista Antonio Gramsci (1891-1937), padre de las
modernas estrategias leninistas de toma del poder a través de la cultura.
Sobre todo ello habla
el escritor y periodista Antonio Socci
en su blog:
Se daban todas las premisas para
una primicia sensacionalista. Por un lado, Luciano Canfora, experto en la Antigüedad, profesor de filología
griega y latina (e intelectual marxista muy comprometido).
Por otro, uno de los principales documentos históricos sobre Jesús de
fuente no cristiana, el llamado Testimonium
Flavianum, es decir, el texto dedicado a Jesús de Nazaret por
el historiador judío Flavio Josefo en la obra Antigüedades de los judíos,
escrita en griego hacia el año 93 d.C.
Dado que Canfora, en los últimos
años, se ha distinguido por desafiar la autenticidad del Papiro de Artemidoro, en oposición
a otros estudiosos, su nuevo libro sobre el Testimonio
flaviano podría sugerir un
ataque similar a la autenticidad de este texto.
De hecho, el título del volumen
que acaba de publicar parece ir en esa dirección: La conversión. Cómo fue cristianizado Flavio Josefo.
Podría haber sido la lápida definitiva sobre el Testimonio. Efectivamente, durante siglos este
extraordinario relato sobre Jesús ha estado en el punto de mira de los
críticos, que lo han considerado una interpolación de copistas cristianos
posteriores, es decir, una falsificación.
En cambio, y de manera
sorprendente, Canfora concluye su estudio
afirmando la autenticidad del Testimonio (y
su atribución a Flavio Josefo). Sin
embargo, difícilmente se leerán los titulares que, en cambio, habríamos visto
si sus conclusiones hubieran sido totalmente distintas.
LO
QUE DIJO FLAVIO JOSEFO
¿Por qué es
importante el Testimonio? Porque
confirma la absoluta fiabilidad histórica de los hechos de Jesús
narrados en los Evangelios.
Su autor, Flavio Josefo, es una
personalidad muy importante. Nacido hacia el año 37 d.C., pertenecía a una de
las principales familias sacerdotales de Jerusalén y
estaba emparentado con la dinastía asmonea. Llevó a cabo delicadas misiones
diplomáticas y en el 66 d.C., cuando comenzó la revuelta contra la dominación
romana, fue nombrado jefe militar de
las fuerzas rebeldes en Galilea.
Un Busto romano se conserva en la
galería de bustos del museo de arte Glyptoteket de
Copenhague (Dinamarca), y que según el experto austriaco en la historia judía
Robert Eisler (1882-1949) correspondería a Flavio Josefo.
Ante la derrota, se entregó a los
romanos y predijo al general Tito Flavio Vespasiano que se convertiría en emperador. Después
Jerusalén fue conquistada por los romanos, el Templo fue destruido y los judíos
fueron masacrados.
Josefo no solo fue liberado por
el emperador, sino que fue protegido e incluso "adoptado"
por la familia Flavia. En su nueva vida en la corte, en
Roma, fue autor de importantes obras históricas, como -precisamente-
las Antigüedades de los judíos y Las guerras de los judíos,
donde atribuye la catástrofe bélica a los zelotes.
Sus libros son valiosas fuentes
de información histórica sobre el mundo judío. Escribe, entre otros, sobre Juan Bautista y
el martirio del apóstol Santiago, primo de Jesús y jefe de la comunidad cristiana
de Jerusalén.
El famoso
pasaje sobre Jesús (que cito en la versión de Canfora) es este:
»"En ese lapso de tiempo aparece Jesús, un hombre sabio, siempre que se le llame 'hombre'. De hecho, fue un hacedor de maravillas, un maestro de hombres:
de los que con deleite acogen las verdades. Y atrajo hacia sí a muchos judíos y
a muchos griegos [paganos]. ¡Él era el Cristo!
»Y después de que Poncio Pilato lo condenara a la
cruz por la denuncia de
nuestros notables [primoris], los que
primero se encariñaron con él no se detuvieron.
»Pues para ellos reapareció [como] vivo tres días después [de su
muerte]: esto y otras miríadas de cosas extraordinarias
habían dicho los profetas divinos sobre él. E incluso ahora sigue
existiendo la 'tribu' de los 'cristianos', que toman su nombre
de él".
Es un testimonio rotundo, no solo
porque confirma la historicidad del relato de los
Evangelios (la predicación
de Jesús, los milagros, su Crucifixión y Resurrección), sino también porque
está escrito por una personalidad de gran relevancia. De hecho, Flavio Josefo
nació en Jerusalén en el año 37 en una familia sacerdotal que formaba parte de
la élite del Templo durante los acontecimientos de Jesús, por lo que su familia había sido testigo directo de los hechos.
Él mismo vivió en Jerusalén en
los años inmediatamente posteriores. Así que nadie
como él hubiera podido desmentir lo que se relata en los Evangelios. Lo que
hizo, en cambio, es confirmarlo en
su totalidad.
Un Grabado representa a Flavio
Josefo en la edición inglesa de 1867 de
las "Antigüedades de los judíos", traducida por William Whiston.
Si desde el día en que se
difundió en Jerusalén la noticia de la resurrección de Jesús de Nazaret, las
autoridades hubiesen desacreditado a los "galileos",
indicando a todo el mundo dónde estaba la tumba que aún contenía el
cuerpo del crucificado, Flavio Josefo habría escrito que la noticia de la resurrección
había resultado ser falsa. Pero no lo hizo. Tampoco informa
de la versión oficial de las autoridades de la época (que el cuerpo había sido robado por sus
discípulos).
LA
CONFIRMACIÓN
Hoy Canfora, como
filólogo, confirma la atribución de este texto a Flavio Josefo.
Cree que solo hay dos frases "insertadas o retocadas tardíamente" y
son: "Si se le puede llamar
hombre" y "Era el Cristo". Según Canfora, y otros, Flavio Josefo había
escrito "era considerado el Cristo", de
lo contrario habría sido cristiano. Así que se trataría de dos interpolaciones
cristianas.
Pero esta idea, ya formulada por otros, es
discutida.
Para la primera frase se observa que en otros lugares Josefo utiliza una hipérbole similar refiriéndose a grandes figuras religiosas. Para la segunda, se ha objetado que un escriba cristiano nunca habría dicho que Jesús "era" el Mesías, el Cristo, sino que "es".
Esa expresión, sin embargo, parece coherente con el pensamiento de
Flavio Josefo, para el cual Jesús era un "mesías
sacerdotal" de los dos o tres descritos en ciertas escrituras
esenias, mientras que el mesías guerrero que trajo la paz era, según él,
Vespasiano.
Sin embargo, más allá de estos
detalles (que, incluso "corregidos", no
cambian el fondo), la verdadera noticia es la autenticidad del Testimonio.
Traducción de Elena
Faccia Serrano; publicado originariamente en ReL el 6 de mayo de
2021.
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