domingo, 15 de mayo de 2022

UNA BELLA HISTORIA DE AMOR A MARÍA

YO SIEMPRE ME PREGUNTABA...

¿A quién se le habrá ocurrido repetir las Aves Marías, tantas veces? ¿Qué sentido tiene? Ahora si lo comprendo, y sé que cada vez que rezo un Ave María, es una preciosa rosa para la Virgen

Una historia cuenta, que un Hermano Lego, de la Orden de los Dominicos, no sabía leer ni escribir, por lo que, no podía leer los Salmos, como era la costumbre en los conventos de la época.

Entonces, cuando terminaba sus labores por la noche, iba a la capilla del convento y se hincaba, frente a la imagen de la Virgen María, y recitaba 150 avemarías (el número de los salmos), luego se retiraba a su celda a dormir.

Por la mañana, de madrugada, se levantaba antes que todos sus hermanos, y se dirigía a la capilla, para repetir su costumbre de saludar a la Virgen.

El Padre guardián, notaba que todos los días, cuando él llegaba a la capilla, para celebrar las oraciones de la mañana con todos los frailes, había un exquisito olor a rosas recién cortadas, y le dió curiosidad, por lo que preguntó a todos, quién se encargaba de adornar el altar de la Virgen, tan bellamente, a lo que la respuesta fué, que ninguno lo hacía, y los rosales del jardín no se notaban faltos de sus flores.

El Hermano enfermó de gravedad; los demás hermanos notaron, que el altar de la Virgen, no tenía las rosas acostumbradas, y dedujeron que era él quien ponía las rosas. ¿Pero cómo? Nadie le había visto nunca salir del convento, ni sabía que comprara las bellas rosas.

Una mañana, les extrañó que se había levantado, pero no lo hallaban por ninguna lado.

Al fin, se reunieron en la capilla, y cada fraile que entraba quedaba asombrado, pues el hermano, estaba arrodillado frente a la imagen de la Virgen, recitando extasiado sus avemarías, y a cada una, que dirigía a la Señora, una rosa aparecía en los floreros. Así, al terminar sus 150 saludos, cayó muerto a los pies de la Virgen.

Con el correr de los años, Santo Domingo de Guzmán, (por revelación de la Santísima Virgen) dividió las 150 avemarías en tres grupos de 50, y los asoció a la meditación de la Biblia: Los Misterios Gozosos, Misterios Dolorosos y Misterios Gloriosos, a los cuales San Juan Pablo II añadió los Misterios Luminosos.

Regala rosas a la Virgen.

¡Reza El Rosario!

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