miércoles, 25 de mayo de 2022

ES QUE SE NOS DA UNA VISIÓN UNILATERAL

 En el último mes he escuchado varias conferencias —las mejores que he encontrado, las más prestigiosas en las que algún occidental trata de defender lo indefendible: que Rusia no es tan culpable de la invasión de Ucrania.

Sus argumentos me recuerdan a los del viejo esposo celoso que pega a su mujer y le añade: ¡Es que vas provocando!

He escuchado con una paciencia infinita las mismas razones de siempre, las mismas pseudorazones que no van a ningún lado. El último al que he escuchado, un diplomático, trataba de convencer al auditorio de que también Georgia era la culpable de la invasión que sufrió. Tiene toda la lógica del mundo, el diminuto país que provoca y provoca al país de un ejército inmenso hasta que el pobre sátrapa no tiene más remedio que invadir.

No tiene ningún sentido ir analizando esas falacias que ellos llaman “razones”. ¿Al final quién invade a quién? ¿Quién repitió mil veces que no tenía la menor intención de invadir Ucrania? ¿Quién ha cometido crímenes de guerra? ¿Quién ha amenazado con la venganza nuclear si alguien ayuda a la pobre mujer violada?

Es que los medios de comunicación occidentales solo dan una versión unilateral. Es verdad, quizá deberíamos incluir la versión oficial del país que mata a sus periodistas.

Ciertamente, en este caso, el lado del bien y del mal están perfectamente definidos. No sé cómo se prestan a hacer el ridículo algunos individuos. El asunto es tan “oscuro”, tan “dudoso”, que por eso un país tan malvado y cruel como Suecia ha llamado a las puertas del resto de países libres pidiendo ayuda si lo impensable sucede. Cuando un país tan antidemocrático y fascista como Suecia se enfrenta a un hombre tan bueno como Putin, el lado de la Justicia está claro.

Me niego a analizar las razones que he escuchado de los defensores de ese criminal de guerra que es el sátrapa de Moscú. Por supuesto que podría rebatir todas ellas, una por una. Pero no tiene sentido perder el tiempo. ¿En serio que alguien piensa que Polonia atacó al III Reich el 1 de septiembre de 1939?

Analizar lo que sucedió en la frontera germano-polaca ese día no tiene otro interés que realizar un análisis criminal, un análisis acerca del desarrollo de una mentira.

Al escribir estas líneas, he visto una foto de las orgullosas fuerzas de la infantería alemana desfilando con soberbia en la Polonia conquistada. Qué altanería en los ojos. Qué lejos estaban de saber que la mitad de todos ellos acabarían enterrados en esa misma tierra sobre la que marcaban el paso. Dos de cada tres soldados alemanes, al final de la guerra, acabarían muertos por un hombre que no dejó de despreciarlos e insultarlos hasta que él mismo se pegó un tiro. Finalmente, calló esa misma boca de la que salieron tantas arrogancias:

Apocalipsis 13: Y le fue dada una boca que profería grandezas y blasfemias, y se le dio poder de actuar durante 42 meses; y ella abrió su boca para blasfemar contra Dios: para blasfemar de su nombre y de su morada y de los que moran en el cielo. Se le concedió hacer la guerra a los santos y vencerlos; se le concedió poderío sobre toda raza, pueblo, lengua y nación.

Y después de tanto engreimiento ¿qué? Al final, lo de siempre. El mismo final que repiten los libros de historia. El ángel en el siguiente capítulo del Apocalipsis:

Decía con fuerte voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su Juicio.

Y así donde ese anticristo tenía su sede, el Berlín que fue escenario predilecto de su adoración, todos vimos cómo quedó al final de la guerra: un paisaje de pesadilla.

Y un segundo ángel le siguió diciendo: Cayó, cayó la Gran Babilonia, la que dio a beber a todas las naciones el vino del furor.

Esta vez ese tirano llamado Putin no ha envenenado a todo su pueblo, así que el castigo de Dios recaerá esencialmente sobre él. Vladimir aparece en las noticias todos los días. Un buen día miraremos y ya no estará.

Salmo 37: Un poco más y no hay impío. Buscas su lugar y ya no está.

Eso le dijo un buen cristiano a otro viendo desde la ventana a Musolini glorificado en la plaza principal de Milán. Sí, desapareció, pero no antes de que Dios permitiera que el glorificado como un “dios” fuera colgado boca abajo como un jamón en una gasolinera. El Altísimo podía no haberlo permitido, pero calló y no quiso evitarlo. El castigo del Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento, en su caso, incluyó la humillación: en una plaza como a los criminales, a plena luz del día.

El final de Putin será discreto, morirá en la oscuridad. Una mañana una seria y compungida locutora del canal Rusia 1 (Россия 1) anunciará la inesperada noticia de que el presidente de la Federación de Rusia ha fallecido esta noche.

P. FORTEA

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