RÉMI BRAGUE ES UNO DE LOS INTELECTUALES CATÓLICOS MÁS LÚCIDOS DE LA ACTUALIDAD.
RÉMI BRAGUE AUGURA SU CAÍDA E INVITA A LOS CRISTIANOS A PREPARARSE PARA
LO QUE VIENE
Rémi Brague es en estos momentos uno de los intelectuales católicos más relevantes
de Europa. El filósofo francés, Premio Ratzinger 2012, acaba de publicar un
nuevo libro Après l'humanisme. L'image
chrétienne de l'homme (Después del humanismo. La
imagen cristiana del hombre) editado por Salvator, donde examina la noción del humanismo.
Una de los grandes debates es si
el humanismo que conoce Occidente está muerto o en plena decadencia. Así lo
cree Brague y lo manifiesta en una entrevista con Famille Chretienne.
Sin embargo, lo primero que hace el profesor emérito de Historia Medieval de la
Sorbona de París es intentar explicar el término humanismo.
“Si observamos el
uso de la palabra, vemos que no es anterior al siglo XIX. En su sentido actual,
aparece alrededor de 1840. La cosa en sí es, por supuesto, más antigua que el
término que la designa. Digamos, en general, que se trata de otorgar al hombre
algo especial: según las etapas de desarrollo del proyecto humanista, será
primero una identidad original, luego un valor superior, luego un proyecto de dominación, finalmente
un reino celoso, excluyendo a Dios y viendo en la naturaleza sólo una cantera y una despensa
durante la semana, y un jardín público por donde pasear los domingos...”, explica el filósofo y profesor.
De este modo, considera que el
humanismo se está deshaciendo, “al menos en sus
tres primeros logros”. Así lo justifica: “la
dominación de la naturaleza nos hace envenenarla, y a nosotros de rebote; no
somos mejores que los demás vivientes; e incluso nosotros nos distinguimos de
él sólo por una diferencia de grado, no de clase. Queda el ateísmo, aún no
‘deconstruido’, pero que, a largo plazo, tiende a destruir las sociedades que
lo cimentaron”.
Preguntado sobre si el humanismo
es un “hijo ilegítimo” del cristianismo,
Brague aclara que lo que él podría considerar un hijo ilegítimo de la fe
cristiana él lo llama humanitarismo.
“Cuidar
a los enfermos, sanar a los heridos, respetar a las mujeres y a los niños,
alimentar a los hambrientos, acoger a los huérfanos, etc., son, para usar una
expresión tradicional, ‘obras de misericordia’. De ninguna manera son opcionales para los cristianos.
Históricamente, incluso se han distinguido en esta área. Piense, por ejemplo,
en la razón por la cual los hospitales, en la Edad Media, se llamaban todos con
el nombre que sigue siendo hoy, como en París: Hôtel-Dieu. Lo que, en
cambio, plantea un problema en el humanitarismo es que en el fondo constituye
un gran ‘no pasa nada’: el hombre es bueno, no
se trata del pecado original. El mal resulta
de los malentendidos, todo lo que se necesita es un poco de buena voluntad y
todo saldrá bien. Basta con evitar los desacuerdos mediante la educación y el
diálogo, basta con eliminar a los pocos villanos raros mediante una terapia
adecuada. Esto puede salir mal: la educación se convierte en reeducación, la atención se dispensa en estos hospitales
psiquiátricos donde los soviéticos aparcan a sus disidentes. Pero incluso en
sus versiones civilizadas y blandas, el humanitarismo es irremediablemente
demasiado corto, demasiado superficial, por así decirlo”, agrega.
Por ello, insiste en que desde
hace dos mil años el cristianismo advierte de “la
tragedia de la vida, incluso de la vida más pacífica”. Explica que todo
está en juego en esta vida. Por ello lanza una pregunta: “¿diremos sí o no al Dios del amor?”. “El mal no
está en otra parte, nos roe por dentro, y es él o nosotros. El
cristianismo no es ‘pesimista’, es lúcido”.
La pregunta que surge tras leer
la tesis de Rémi Brague es hacía dónde se dirige esta época si ya está
abandonando el humanismo. El filósofo francés cree que es difícil, por no decir
imposible, distinguir claramente lo que puede venir. Además, afirma que hay
varias puertas que se pueden abrir.
“El sueño
transhumanista (o pesadilla, según los gustos…) es una. Otra es la implacabilidad con la que se nos dice
que el hombre es un animal más, un mono que ha tenido suerte
en la lotería de la evolución, y que incluso sería el más peligroso entre los
depredadores, etc. Para los representantes más extremos de esta tendencia sería
necesario no sólo renunciar al humanismo, sino también acabar con el hombre. En
este caso, renunciar al humanismo consistiría simplemente en desenmascarar la
ideología que legitima la dominación humana. Hay un humanismo con el que muchos
se niegan a romper, eso es lo que dice humanism en inglés, es decir un laicismo radical. Como he dicho
varias veces, esto lleva a privar a cualquier evaluación objetiva del valor de
la existencia del hombre en este planeta”.
¿Qué se debe esperar de
los cristianos ahora que el humanismo va diluyéndose? “Para ser honesto, nada especial. Y no
necesariamente para trastear con un
humanismo con salsa cristiana y predicarlo. Más bien, que se esfuercen por sacar todas
las consecuencias de su fe y por pensar y vivir como cristianos. Ya
no es tan fácil… Pero, a largo plazo, es muy efectivo. Los cristianos viven
según una lógica diferente a los que no lo son. Su forma de vida, no matar, aun
donde no se vea, no eliminar bocas supuestamente inútiles, no robar, aunque sea
de manera discreta y ‘legal’, no engañar a su cónyuge, no tratar de aplastar a
la otros por su riqueza, su poder, su inteligencia, etc., todo esto es ‘paradójico’ (Carta a Diogneto, V, 4). La mera existencia de los santos es
insoportable para lo que San Juan llama ‘el
mundo’ que ‘nos odia’, como la de Jesús fue, para la instauración del Templo, un aguijón en
la carne”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario