𝑳𝑨 𝑽𝑰𝑫𝑨
Cuando
una viejita murió en un asilo cerca de Dundee, en Escocia, todos estaban
convencidos de que no había dejado nada de valor.
Después,
cuando las enfermeras revisaron sus míseras pertenencias, encontraron una
carta.
Su
calidad y su contenido impresionaron a todo el personal.
Este
poema, sencillo pero elocuente, decía así:
¿Qué ven hermanas?
¿Qué ven?
¿Qué piensan cuando me miran?
Una vieja
malhumorada, no demasiado inteligente, de costumbres inciertas, con sus ojos soñadores
fijos en la lejanía.
La vieja
que escupe la comida y no contesta cuando tratan de convencerla "...venga mujer, haga un pequeño esfuerzo..."
La
viejecita, que ustedes creen que no se da cuenta de las cosas que ustedes hacen
y que continuamente pierde el guante o el zapato.
La
viejecita, que contra su voluntad, pero mansamente les permite que hagan lo que
quieran con ella; que la bañen, la alimenten, le regañen...
¿Es esto lo que piensan?
¿Es esto lo que ven?
Si es
así, abran los ojos hermanas, porque esto que ustedes ven no soy yo!
Aunque
me vean aquí sentada tan tranquila, haciendo todo tal y como me ordenan, les
voy a contar quien soy yo:
Soy una niñita de 10 años que tiene padre y madre, hermanos y hermanas,
que se aman.
Soy una jovencita de 16 años, con alas en los pies, que sueña que pronto
encontrará a su amado.
Soy una novia de 20, mi corazón da brincos, cuando hago la promesa que
me ata hasta el fin de mi vida.
Ahora tengo 25, tengo mis hijos, quienes necesitan que los guíe, tengo
un hogar seguro y feliz.
Soy una mujer a los 30, los hijos crecen rápido, estamos unidos con
lazos que debería durar para siempre.
Cuando cumplo 40, mis hijos ya crecieron y no están en casa, pero a mi
lado está mi esposo que se ocupa de que no esté triste.
A los 50, otra vez, sobre mis rodillas juegan los bebés; de nuevo
conozco a los niños, a mis seres amados y a mí.
Sobre
mí se ciernen nubes oscuras, mi esposo ha muerto, cuando veo el futuro me erizo
toda de terror!!
Mis
hijos se alejan, tienen sus propios hijos; pienso en todos los años que pasaron
y en el amor que conocí.
Ahora
soy vieja... ¡Qué cruel es la naturaleza!
La vejez
es una burla que convierte al ser humano en un alienado.
El cuerpo
se marchita, el atractivo y la fuerza desaparecen. Allí, donde una vez tuve el
corazón, ahora hay una piedra.
Sin
embargo, dentro de estas viejas ruinas, todavía vive la jovencita.
Mi
fatigado corazón, de vez en cuando, todavía sabe rebosar de sentimientos.
Recuerdo
los días felices y los tristes... En mi pensamiento vuelvo a amar y vuelvo a
vivir mi pasado...
Pienso en
todos esos años que se fueron demasiado rápido y acepto el hecho inevitable de
que nada puede durar para siempre.
¡¡Por
eso, gente, abran los ojos, abran sus ojos y vean!!
Antes
ustedes no está una vieja malhumorada, antes ustedes estoy ¡¡YO!!
Recuerden
este poema la próxima vez que se encuentren con una persona mayor y a quien tal
vez esquiven, sin mirar primero su alma joven... Y nunca se olviden de las
viejas malhumoradas.
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