Hoy hemos tenido la misa crismal y la comida todos los sacerdotes juntos. Se me ha olvidado hacer alguna foto. En serio que no me he acordado.
Hoy, no
tengo ningún "pero" que poner a todo el menú, ¡ninguno! Hasta el pan estaba bien horneado.
Pero nunca
llueve a gusto de todos. El cura que tenía enfrente, joven, había pasado el
coronavirus y se había quedado completamente sin olfato. Me decía que casi
todos los alimentos habían perdido todo su sabor. Yo pensaba que esta es la
típica persona que, para ahorrar, podría alimentarse de brócoli y coliflor.
Ha sido como
siempre una comida muy entrañable. Será la edad, pero cada vez más me enternece
vernos todos juntos en torno a una mesa. Había un cura ucraniano. Un capellán
de rito oriental para los católicos ucranianos. También tenemos un capellán
para los polacos.
Siempre
comemos en el claustro de un antiguo monasterio cisterciense. El menú ha sido
crema de marisco de primero. Era de polvo, pero a mí me gusta mucho, tanto como
la auténtica. Unos trocitos de carne con
salsa de queso y unas patatas. Y un postre que era una mezcla de nata y queso.
La diócesis siempre piensa en el bien espiritual del clero. El postre (lo más
regulandero del menú) tenía el tamaño suficiente para que nadie pecara de gula
aunque se comiera tres raciones.
P. FORTEA








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