¡Esta vida se está
yendo muy rápido!
Por: Lorena Garza | Fuente: Catoliscopio.com
Este artículo quiero dedicarlo a todas las personas que se nos han
adelantado de este mundo: a nuestros abuelitos,
tíos o algún otro pariente de edad avanzada que descansan en paz pero también a
nuestros papás, hermanos, amigos, vecinos o conocidos que sin padecer alguna
enfermedad mortal, fueron llamados a la presencia de Dios.
Aunque no hay palabras que se puedan decir ante pérdidas tan lamentables
como éstas, las vidas de estas personas nos dejan una gran enseñanza sobre la
tierra y la más importante de todas es “el tiempo”.
El hecho de reconocer que nadie sabemos el día ni la hora en que nos
toque a nosotros estar en la presencia de Dios y pienso yo que mientras
tengamos vida, tratar de valorar cada instante que nos toca vivir.
¡Esta vida se está yendo muy rápido! Quizás te pase como a mí,
parece que fue ayer cuando comencé mi trabajo como maestra de preescolar y hoy
en día van a visitarme a mi aula, alumnos de mis primeras generaciones ¡que ya están en secundaria! Pasa cada cosa en un
abrir y cerrar de ojos.
Muchas veces desperdiciamos nuestros preciados días estando enojados por
situaciones tan tontas que tienen pronta solución, peleando con quien se nos
cruza en el camino, criticando a diestra y siniestra, quejándonos por todo,
dedicándole mucho tiempo a actividades tan vanas o poco productivas en lugar de
fijarnos metas y utilizar nuestro tiempo para hacer cosas que nos traigan algún
beneficio y nos hagan crecer y aprender algo nuevo diariamente, ¡hay tantas cosas nuevas que aprender!
Perdemos nuestras tardes haciendo cuentas e ignoramos a nuestros
pequeños que están a la espera de una mirada, de una sonrisa, de una caricia
por parte de nosotros. O en otros casos, nos empeñamos en querer ahorrar el
dinero que ganamos y claro, ¡hay que saber
organizar nuestras finanzas! Pero también disfrutar ocasionalmente de
paseos, viajes y conocer nuevos lugares. Permítete tener a tus mascotas más
cerca de ti. No te pongas a guardar las cosas para utilizarlas “solamente en un momento especial” ¡Cada día es un
momento especial!
Hemos venido a esta vida a no ser más que felices, si en tu relación de
noviazgo no sientes la confianza, el amor pleno, la felicidad, la libertad, la
protección y el cariño, créeme, por experiencia propia te digo, que estás mucho
mejor por tu cuenta que con compañías que no le traigan bien a tu vida, que al
pasar más tiempo contigo mismo y al gustarte más a ti mismo, te encontrarás
cada vez más listo para aceptar nada menos de lo que tu mereces. Y si llega,
eh Y si en tu matrimonio sientes que estás perdiendo la paciencia, la
buena comunicación, la tolerancia, ¿por qué no
volver al amor del principio?, dedicar una o muchas tardes para
rememorar los momentos en que fue surgiendo el amor y todo lo que han vivido
juntos hasta regresar las risas perdidas, el cariño y el afecto de un inicio.
Está vida está llena de ocupaciones, y cuanto más crecemos más va siendo
así, pero a pesar de ello quiero preguntarte: ¿cuándo
fue la última vez que le llamaste a alguno de tus grandes amigos?, ¿cuándo se
vieron por última vez?, ¿cuántas veces han aplazado esa salida al café para
platicar de sus vidas actuales?, ¿por qué no llamar ahora?, ¿Por qué guardar
rencores?, ¿Por qué no perdonar ahora?, ¿Por qué no orar ahora en lugar de
esperarnos hasta la hora de irnos a dormir? La espera es muy larga si
aguardamos hasta Navidad, hasta que sea viernes, hasta el próximo año, hasta
que tenga dinero, hasta que me llegue el amor.
La oportunidad la tenemos día con día, 24 horas que Dios nos regala
diariamente para hacer nuestro paso por la tierra un lugar mejor, un lugar más
agradable, un lugar más necesitado de nuestras sonrisas con las cuáles podamos
predicar del gran amor de Él.
Amar más, perdonar más, abrazar más, vivir más intensamente y dejar el
resto en las manos de Dios y cuando nos mande llamar a su presencia eterna,
saber que supimos disfrutar de este gran regalo de la vida en su totalidad.
Y qué mejor que seguir el consejo directamente de
la Palabra de Dios que nos dice en Eclesiastés 3, 1-8.
Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para
todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para
morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; un tiempo para matar,
y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir; un
tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un
tiempo para saltar de gusto; un tiempo para esparcir piedras, y un tiempo para
recogerlas; un tiempo para abrazarse, y un tiempo para despedirse; un tiempo
para intentar, y un tiempo para desistir; un tiempo para guardar, y un tiempo
para desechar; un tiempo para rasgar, y un tiempo para coser; un tiempo para
callar, y un tiempo para hablar; un tiempo para amar, y un tiempo para odiar; un
tiempo para la guerra, y un tiempo para la paz.”
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