Hoy os traemos un documental magistralmente dirigido
por Andrew Morgan. The True Cost nos muestra la aterradora realidad que hay
detrás de cada prenda de vestir que compramos.
Hay un
asunto que nos está pasando inadvertido a muchos de nosotros y sobre el que
queremos hablar hoy. El consumismo en
el mundo de la moda se está convirtiendo en un fenómeno más que preocupante.
Lamentablemente estamos hablando de algo más que una compulsión. Estamos ante
un fenómeno que se ha estudiado en profundidad desde la psicología social.
El mundo
de la moda, especialmente en occidente, ha cambiado de manera drástica en muy
pocos años. Lo que nosotros vemos es solo la punta del iceberg de un problema de magnitud internacional y de
consecuencias devastadoras para una parte muy importante de la
población.
El
extraordinario documental The True Cost, dirigido brillantemente por Andrew Morgan y recientemente estrenado en
Netflix, nos muestra cuál es el verdadero precio de una realidad escalofriante.
Lo cierto
es que, desde hace algunos años, lo que nosotros percibimos es que podemos adquirir mucha más ropa porque los
precios han caído drásticamente. Eso, que parecían buenas noticias para
casi todos (y algo de espacio en las apretadas economías a las que muchos hacen
frente hoy), resulta ser una de
las estrategias económicas más letales que ha conocido el ser humano a
día de hoy.
¿POR QUÉ NUESTRA ROPA
ES AHORA MÁS ASEQUIBLE?
En la
última década hemos visto un descenso importante en el precio de las prendas de
vestir. Teníamos una ligera idea que
era consecuencia de la globalización. La mayoría de las empresas de
moda terminaron trabajando con países como China, Bangladesh o Camboya, donde
el coste de vida es mucho más bajo que en occidente, y por lo tanto con un
coste de producción mucho más bajo también.
Muchos de
nosotros teníamos la imagen mental de personas trabajando al otro lado del
mundo, en países que, precisamente por
este motivo, deberían encontrarse en plena vía de desarrollo económico.
Veíamos el problema desde nuestro ombligo: se han
llevado la industria a otra parte y han dejado aquí un hueco laboral
importante.
Pero el problema es mucho más serio. Porque
los trabajadores que cosen cada día esa ropa que nosotros ahora podemos comprar
mejor que nunca resulta que están
muy lejos de ningún tipo de desarrollo económico. Ni presente, ni futuro.
El consumismo en el mundo de la
moda generado por las grandes empresas ha creado países de esclavos. Lugares en los que los trabajadores del sector
textil trabajan jornadas interminables, en condiciones más que penosas y con
todas las leyes de su país en contra. Y lo hacen a cambio de unos sueldos
miserables que no les permiten siquiera cubrir las necesidades más básicas.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO?
Las grandes marcas de moda llegan
con propuestas muy concisas a estos países. Ellos
son quienes marcan el precio de producción.
Si una
fábrica no puede asumir un precio de producción ridículo, la corporación lleva
su propuesta a cualquier otro país. De esta manera, propietarios de fábricas de ropa y los propios gobiernos de los países se
ven forzados a aceptar trabajar por prácticamente nada.
Contando
con que la parte más grande del pastel está en el beneficio económico del coste
producción/ precio final de venta, nos encontramos con que millones de
trabajadores están haciendo su labor prácticamente por nada. Mientras, las grandes corporaciones de la
moda están duplicando y triplicando sus beneficios cada trimestre.
CONSECUENCIAS DEL
CONSUMISMO EN EL MUNDO DE LA MODA
Para
hacernos una idea: en Camboya, recientemente, los trabajadores de las empresas de confección de moda se manifestaron en
las calles para pedir un aumento de sueldo hasta los 160 dólares mensuales.
El gobierno de su país arremetió contra ellos haciendo uso de las fuerzas
armadas y en pocos días varios trabajadores resultaron muertos.
Hay trabajadores en Bangladesh
que trabajan por 12 dólares al mes. Y lo
hacen en las peores condiciones imaginables, en edificios que se derrumban
dejando miles de muertos bajo los escombros.
Aunque es
cierto que en estos países el coste de la vida es inferior al nuestro, esos 12 dólares al mes no les dan para nada.
No pueden darles una educación a sus hijos, no pueden mantener unas condiciones
de vida mínimamente aceptables. En definitiva, no pueden salir de una miseria
que se ha convertido en una verdadera cárcel para millones de personas y sus
futuras generaciones.
EL VERDADERO PRECIO DEL
CONSUMISMO EN EL MUNDO DE LA MODA
Los
tintes utilizados, los pesticidas para la producción masiva de tejido de
algodón y las condiciones insalubres en las que toda esta ropa se produce están
teniendo un impacto en el medio
ambiente y en la salud de millones de personas de los que hoy no tenemos aún
idea de su verdadero alcance.
Todo esto está ocurriendo para
que nosotros podamos comprarnos una camiseta de 5 euros, todas las semanas. Lo hacemos porque como solo
nos cuesta 5 euros no la valoramos. Podemos tirarla y comprarnos otra siempre
que queramos.
Las
grandes empresas no parecen tener intención de resolver esto. Pero la verdadera
pregunta es ¿Podemos nosotros pararlo? ¿Podemos empezar a concienciarnos del precio
real de las cosas que compramos? ¿En esta vida el valor más importante es el dinero que podemos gastar?
UNA ILUSIÓN COMPARTIDA
Esta fea
realidad tiene mucho de espejismo. En nuestro mundo occidentalizado estamos en
un momento en que la clase media ha perdido prácticamente el estatus. Ha
perdido el poder adquisitivo en las cosas que de verdad son importantes y
necesarias. Cada vez es más difícil
acceder a una vivienda, a un buen seguro médico o a una buena educación.
Sin
embargo, las estadísticas muestran como
somos capaces de sentirnos todavía con poder adquisitivo porque podemos ir de
compras y llegar siempre con alguna buena oferta a casa. Sin embargo, al
final no deja de ser un engaño. Y es un autoengaño
que está costando literalmente sangre humana al otro lado del planeta.
En
definitiva, somos nosotros quienes consumimos. Sin nuestras compras compulsivas este feo asunto no
podría continuar. Quizás sea hora de
empezar a tomar conciencia de lo que hay detrás de cada prenda que compramos.
De empezar a valorar lo que tenemos y no desecharlo rápidamente porque “podemos comprar más barato”. Seguro que podemos;
la pregunta es, ¿debemos hacerlo? Ese es
nuestro verdadero poder. Uno mucho más importante que el poder adquisitivo.
Por Sonia Budner
lamenteesmaravillosa.com
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