El Papa San Pío X lo previó. El arzobispo Fulton J.
Sheen vio los signos de su inminente
llegada. Michael Davies lo experimentó y documentó sus primeros ataques a la liturgia. Ross Douthat
ha relatado su continuo avance. Elizabeth
Yore lo ha puesto en contexto global.
Ponle la etiqueta que quieras, pero eso es
innegable. “Eso” es la destrucción de la
Iglesia Católica Romana institucional desde dentro, ahora proclamada por el
papado actual. Si dudas de que éste sea el caso, sólo tienes que ver el vídeo
que se proyectó en la fachada de la Basílica de Santa María sopra Minerva en
Roma, al término del Sínodo de los Jóvenes, que representó el desmoronamiento
de esa iglesia y, por extensión, de toda la Iglesia institucional.
¿Cómo pudo pasar esto? Los sucesores de San Pedro fueron
dotados de una autoridad infalible por parte de Cristo para dirigir y gobernar
a su Iglesia. La mayoría de las respuestas se remiten a una especie de “infiltración diabólica”. ¿De verdad? Entonces, ¿han prevalecido las puertas del Infierno, a pesar de la
promesa hecha por el mismo Jesucristo? ¿Ha sido cribado y condenado al fuego
eterno el actual sucesor de Pedro? ¿Están ahora todos los Católicos
fieles obligados a seguirlo hasta su destrucción final?
Los
sedevacantistas tienen una respuesta atractiva: Satanás
no ha prevalecido. Francisco no es el Papa. No ha habido un Papa válido
desde 1958 con la muerte del Papa Pío XII. Por lo tanto, Francisco puede ser
ignorado con seguridad. Con este argumento, atacan a los que sostienen que el
Papa Francisco es el Papa válido; a pesar de lo cual sus errores manifiestos
pueden y deben ser resistidos.
Personalmente,
no me parece convincente la idea de que la Barca de Pedro ha estado navegándose
a sí misma durante sesenta años sin capitán. Es difícil, incluso para una
tripulación leal, permanecer en el camino sin un capitán, cuando el viento
cambia o cuando se acerca un barco pirata. Y, tal como el Dr. Peter Kwasniewski
ha preguntado recientemente, ¿cómo podremos
reconocer la autoridad del nuevo capitán si es que y cuando tome el mando?
Resulta
igualmente poco atractiva la idea de que los pasajeros y la tripulación de la
Barca de Pedro deban obedecer sin cuestionar cuando el capitán da órdenes de
dirigirse hacia las rocas. Nunca me consideré un amotinado, con todas las
consecuencias que implicarían el serlo. Sin embargo, ¿debo
participar en el amotinamiento para ser salvado?
Esta
debacle se ha estado gestando durante décadas, si no siglos. Mi generación ya
no tiene tiempo de descubrir cómo sucedió a pesar de la protección divina de la
Iglesia, ni cuál ha sido el verdadero estado de cosas en el papado durante los
últimos sesenta años. No viviremos para ver la restauración de la Iglesia como
una vez la conocimos. Todo lo que podemos hacer es vivir la fe que está
arraigada en nosotros. Dejemos el enigma actual para que los estudiosos y teólogos
lo resuelvan. Para nosotros, lo único que importa es prepararnos, lo mejor que
podamos, para nuestro propio juicio.
Mi
estrategia empieza con la Misa y los sacramentos. Con la Misa y los
sacramentos, particularmente la Sagrada Eucaristía, la Confesión y la Extrema
Unción, tenemos la mayor posibilidad de alcanzar el Cielo y evitar el Infierno.
Pero esto se complica desde el principio porque para sacar provecho de estos
medios de la Gracia, necesitamos sacerdotes. Sacerdotes válidamente ordenados.
Sacerdotes que entiendan y crean lo que se necesita para ser un auténtico
sacerdote Católico.
¿Están válidamente ordenados los sacerdotes diocesanos del Novus Ordo?
¿Están válidamente ordenados los sacerdotes de FSSPX? ¿Están válidamente
ordenados los sacerdotes de FSSP? ¿Estar en comunión con la Santa Sede valida o
invalida la ordenación sacerdotal? Se pueden
encontrar argumentos sinceros, bien razonados y bien respaldados de ambos lados
en estas preguntas. Pero ese es el problema: son
argumentos. He leído los argumentos y, con mi intelecto obscurecido, he
aceptado algunos y he rechazado otros.
Un
sacerdote diocesano del Novus Ordo, un sacerdote de la Fraternidad de San Pio
X, un sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro – todos ellos, según
creo, están válidamente ordenados. No tengo los medios y el tiempo para vetar
la ordenación de cada uno de los sacerdotes. Entonces, si es que visten el
alzacuellos, eso es un comienzo para determinar si son lo que considero un
auténtico sacerdote Católico.
El siguiente
paso no es tan fácil. Debo descubrir si un sacerdote en particular cree
realmente en la Presencia Real y entiende que la Misa es un sacrificio. En el
pasado, esto podría haberse dado por sentado. Ahora estamos descubriendo que
dos generaciones de sacerdotes han sido mal instruidas en sus seminarios. La
ordenación no es garantía suficiente, por lo tanto, de que éste sea un
auténtico sacerdote Católico. Por eso tengo el atrevimiento de juzgar por mí
mismo.
Conozco a uno de esos sacerdotes mal instruidos. Fuimos a la escuela
juntos. Él se hizo sacerdote diocesano. He asistido a algunas de sus misas. Él
considera que el Misal – y estoy hablando del Misal Nuevo – sólo contiene
sugerencias de palabras y acciones. ¡Que
se adhiera a las rúbricas! ,
gritaba yo en silencio. Salía de sus misas preguntándome si es que realmente
había cumplido mi obligación dominical.
Más adelante, una persona de confianza me contó que este sacerdote
incluso ha intentado consagrar café y rosquillas. ¿Estaba ausente en el
seminario el día que estudiaron la materia y forma? Puedo concluir con
seguridad que el Padre Independiente y los
sacerdotes como él no cumplen con mi criterio.
Michael Voris se refiere a la iglesia posterior al Vaticano II como la “Iglesia de la simpatía“. Yo
la llamo la “Iglesia nada del otro mundo“. Esa iglesia entiende que
el mayor impedimento para la membresía universal es la creencia en la divinidad
de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad y Su presencia real en el altar.
Y así, la Eucaristía es un “símbolo” y la
Misa es una “comida”. Los sacerdotes que ven
la Eucaristía y la Misa de esta manera no cumplen con mi criterio.
Sacerdotes como éstos no son de ayuda alguna para mí porque estoy seguro
de que sus innovaciones litúrgicas y sus conceptos doctrinales erróneos
reflejan sus puntos de vista morales igualmente distorsionados. No necesito ni
quiero su acompañamiento en este trecho final de mi viaje. No me acompañes en mi camino; muéstrame en cambio el mejor camino.
Por lo tanto, utilizo el estilo litúrgico del sacerdote, su
comportamiento durante la Misa y el contenido de su homilía como signos
externos de sus creencias internas (esto se aplica especialmente a los
sacerdotes diocesanos Novus Ordo). ¿Pronuncia con reverencia las palabras de la Consagración
sin adiciones, restas o cambios? ¿Se inclina? ¿Eleva la hostia y el cáliz? ¿Se
arrodilla? ¿Consume con reverencia el Cuerpo y la Sangre de Cristo? ¿Recuerda a
la congregación que solo aquellos en estado de gracia pueden acercarse a la
Comunión? ¿Predica sobre asuntos teológicos? ¿Predica sobre la vida, la muerte,
el Cielo y el Infierno? ¿Es éste el sacerdote al que me gustaría que llamara mi
familia cuando llegue el momento de mi Extremaunción?
Si las
respuestas son “sí”, probablemente he
encontrado un sacerdote fantástico.
Afortunadamente,
hay algunos atajos para identificar a un sacerdote fantástico. Es casi seguro
que un sacerdote que puede y ofrece la Misa de acuerdo con el Misal Romano de
1962 cree en la Presencia Real y en la Misa como sacrificio. Por lo tanto,
busco un sacerdote que lleve birrete. Es lo definitivo como indicador de
virtud.
Raymond Kowalski
(Traducido por
María Fernanda Benítez. Enlace original)
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