domingo, 5 de marzo de 2017

LUCHA Y LUCHA CONTRA EL PECADO


Lo peor que puedes hacer es resignarte a convivir con el pecado o sentirte culpable permanentemente. Debes mirar siempre para adelante y arbitrar las formas para deshacerte genuinamente de él, si no quieres perder la ‘amistad’ con Dios.
NO DESESPERES
Una de las cosas que tira a la gente abajo cuando se esfuerzan en hacer progresos espirituales es seguir cayendo en el mismo pecado una y otra vez.
Dices lo siento no voy a hacerlo de nuevo. Entonces en la primera oportunidad que tenemos los hacemos de nuevo; aun sabiendo que es un pecado y que no debemos hacerlo, no nos podemos contener.

Esto nos llena de culpa, de vergüenza, nos pone frente a nuestra incapacidad, y es fácil querer renunciar.
Nos frustramos y nos decimos que no es realmente un pecado de todos modos si muchos lo hacen, o no es tan grave como parece.

Aquí hay 10 cosas que debes recordar si sigues cayendo en el mismo pecado.
1 – La perfección es la obra de toda una vida  
¿Pensaste que ibas a ser santo en una noche? Este es un problema con nosotros los cristianos de ahora. Nos gusta la solución inmediata, la solución indolora y la salida fácil.
El Papa san Juan Pablo II dijo: “La castidad es la obra de toda una vida”.
Nada grande llega fácilmente.
Convertirse en santo es como convertirse en un atleta olímpico o un concertista de piano. No sucede rápidamente.
2 – No seas tan duro contigo mismo
Trata por todos los medios de establecer un alto nivel.
No seas demasiado complaciente contigo mismo, pero tampoco demasiado duro.
Si continúas tratando con genuina intención, entonces estás haciendo lo correcto.
Hay un viejo cliché que es verdad: “No importa cuántas veces te caes, lo que importa la frecuencia con que te levantas”. Mientras todavía estás en el camino y te levantas, no te castigues severamente si tropiezas.
3 – Se objetivo acerca de tu problema
La cantidad de culpa y vergüenza que sientes no es necesariamente un indicador preciso de la gravedad del pecado.
Tendemos a sentirnos más culpables y avergonzados de los pecados de la carne, porque son muy peligrosos y parecen muy sucios.
Pero tu falta de oración o tu falta de respeto a otras personas pueden ser más graves que pecados que son muy avergonzarse.
Tu orgullo y tu arrogancia puedes ser un mayor bloqueo espiritual que los pecados de la carne.
Esto no es para excusar los pecados de la carne, sino para decir que las emociones de culpa y vergüenza que sentimos por ellos a veces bloquea la conciencia de los demás pecados que no nos hacen sentir tan avergonzados.
Se objetivo en tu examen de conciencia y no te regodees en tu culpa y vergüenza.
En su lugar, levántate, ve al confesionario y deposita la confianza en la misericordia de Dios.
4 – Ten claro el pecado mortal y el venial
Para que sea pecado mortal, el mismo tiene que ser una materia grave. Lee aquí lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica sobre los pecados.
Eso significa que tiene que ser un pecado grave, que por su propia naturaleza te separa de amor de Dios.
En segundo lugar, tienes que saber que es un pecado mortal y que tiene que tener un elemento de deliberación y decisión al respecto.
Tienes que decir: “Yo sé que esto es un pecado grave, pero yo voy a hacerlo de todos modos”. Cuando tropiezas y caes ten esto en mente.
Si cometes un pecado mortal, simplemente vuelve a Dios de inmediato y has un verdadero acto de contrición y un propósito de enmienda. 
Si haces esto con la intención de ir a la confesión tan pronto como sea posible, estás en el camino de regreso a Dios.
5 – El pecado habitual a veces tiene raíces psicológicas profundas
Esto no te exime pero quiere decir que tu culpabilidad podría reducirse.
Si sufres de un problema de adicción genuino y no puedes superar un pecado en particular, ve a buscar ayuda profesional.
Los terapeutas y consejeros pueden ayudar a encontrar la causa de la adicción.
Si no puedes salir de un pecado en particular pueda que tengas un problema de adicción. Mucha gente lo tiene sin darse cuenta o bien lo niega. Piensa en ello.
Es posible que necesites un poco de ayuda extra. Eso está bien.
¿No te importa ir al dentista para las caries dentales, no es así?
No tengas vergüenza de ir a un sacerdote y plantearle tu problema.
6 – Toma el ministerio de liberación en serio
Si estás atrapado en un pecado en particular puedes estar oprimido por un espíritu maligno.
Cuando digo “espíritu maligno” no me refiero necesariamente a un demonio poderoso.
Podría ser un espíritu maligno de origen humano, un recuerdo traumático, una relación venenosa del pasado o algún factor diabólico o humanamente desconocido, que los demonios exacerban.
Si sientes que hay una dimensión de espíritu maligno en tu problema usa la oración simple y la terapia de ayuno.
Mantén los viernes como día de ayuno y céntrate en la oración del Señor como oración de liberación.
Si es necesario pide a un sacerdote local oraciones de liberación cuando vas a la confesión.
Y ten cuidado, porque muchos sacerdotes no están familiarizados con este ministerio y puede que tengas que buscar al sacerdote correcto.
7 – Entiende cómo funciona la tentación
En primer lugar está la idea de que es posible hacer algo en particular que es pecaminoso. Luego viene la oleada de deseo. Luego viene un impulso más fuerte en el que discutes contigo mismo. Para entonces ya es demasiado tarde.Resiste la tentación tan pronto como el pensamiento viene a ti. Recuerda el ministerio de liberación y has una autoliberación.
Reprende a satanás e incluso puedes decir en voz alta: “¡Apártate Satanás!”, como lo hacía Jesús.
8 – Utiliza sacramentales
La medalla de San Benito, Escapulario, el Rosario, las Sagradas Escrituras, todas estas son armas en la batalla espiritual.
Aprende cómo manejarlos y utilizarlos de forma activa.
9 – Ora para que veas el pecado como lo que realmente es
No vas a librarte del pecado hasta que no estés realmente disgustado por él.Imagina ser adicto a las hamburguesas grasosas. Tienes que dejar el hábito cuando llegas al punto donde se ve una foto de una hamburguesa grasosa y dices: “Ughhh! ¿Por qué iba yo a querer comer ese pedazo de grasa de animal muerto lleno de grasa pegajosa con salsa de tomate repugnante?” Así que ora para que tus deseos se purifiquen y te sientas atraído por todo lo que es bello, bueno y verdadero.
10 – Encuentra un buen confesor y quédate con él
Declara tu arrepentimiento al confesor y construye una relación para que él pueda ver que estás haciendo progresos.
Si tu párroco no es esa persona encuentra uno que lo sea y lo valore. Él te ayudará a superar los pecados que te mantienen preocupado.
EN DEFINITIVA
A – No te rindas
Hagas lo que hagas, no te rindas.
No digas que tu pecado no es un pecado. Esa es una forma de destrucción y una manera de mentir.
En su lugar enfrenta al pecado y sigue el esfuerzo de tu lucha. ¡Es una hermosa lucha! ¡No te rindas!
B – Recuerda que Dios está de tu lado
Demasiados católicos tienen un tipo de extraño sentimiento de culpa como si Dios estuviera listo en buscar los pecados para que les pueda dar una bofetada cuando se salen de la línea.
Créeme. Dios hace exactamente lo contrario.
“Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo” (Jn 3:17)
Trata de meterte en la cabeza que Dios está buscando cualquier oportunidad para perdonarte, no para buscar las oportunidades para condenarte.
Él no quiere que nadie perezca.
¡Ánimo!.
Fuentes:



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