Desde que el Papa Francisco
expresó en el vuelo de regreso a Roma (luego de la Jornada Mundial de la
Juventud en Brasil en 2013) la famosa frase ‘¿quién soy yo para juzgar?’,
referida a los homosexuales, algo ha cambiado dentro de la Iglesia Católica.
Han aparecido a la luz pública
grupos de homosexuales católicos, algunos de ellos que manifiestan que viven en
celibato; han aparecido manifestaciones de apertura hacia la homosexualidad en
las parroquias e incluso parroquias han desfilado en la marcha del orgullo gay;
y también ha habido crecientes manifestaciones de obispos y sacerdotes
referidas a la aceptación de la homosexualidad como otra sexualidad posible,
como si empezaran a ‘salir del armario’.
Hemos visto que el diario de la Conferencia
Episcopal Italiana Avvenire lo ha promocionado cada vez más explícitamente.
Este es el caso de una entrevista al obispo de
Orán, Argelia, Jean Paul Vesco, que apareció el 9 de marzo, y que propone
directamente hacer un cambio en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Dice que la iglesia debe aceptar cosas que suceden
sin pretender decir lo que está bien y lo que está mal en algunas de ellas,
siempre que no sean satánicas.
Dice que el homosexual es un amor genuino, por lo
cual el catecismo está equivocado al hablar que es un ‘desorden objetivo’.
Opina que las adopciones de parejas homosexuales
son buenas, pero no el útero alquiler.
Está de acuerdo con las uniones indisolubles entre
homosexuales, y opina que la abstinencia sexual no puede ser un modelo.
Ya el propio Obispo Vesco había sido elogiado por
Avvenire durante el Sínodo de la Familia cuando publicó el libro “Todo
Verdadero Amor es Indisoluble”, donde intenta justificar teológicamente el
acceso a la comunión para los divorciados vueltos a casar.
En definitiva se pueden encontrar decenas de
expresiones de obispos y sacerdotes propugnando un cambio de visión de la
iglesia hacia la homosexualidad.
Esto nos permite dos conclusiones.
La primera es que innecesariamente el Sínodo de la
Familia fue tragado por 2 temas accesorios: la discusión sobre la aceptación de
la homosexualidad y la comunión a los divorciados; dejando de lado toda la
problemática importantísima de la guerra contra la familia que está sucediendo
en occidente, la disolución de la familias y la promoción de la familia como
fundamento de la civilización humana.
Todo eso fue opacado por estos dos temas que
surgieron como temas centrales del Sínodo; y se perdió una oportunidad
irrepetible de trabajar sobre los temas centrales.
En segundo lugar se puede constatar que las
palabras del Papa ‘¿quién soy yo para juzgar?’, desataron un proceso de
apertura hacia la homosexualidad que se ve constantemente y en forma creciente
en muchos medios católicos, especialmente en Europa.
Con esto no estamos queriendo decir que fue algo
planificado por el Papa, aunque algunos piensan que fue así.
Pero más allá de esta discusión de si el Papa lo
planificó o no, está claro que esas palabras del Papa fueron el disparo desde
la meta para empezar a discutir y a cambiar la visión de la homosexualidad
dentro de la Iglesia Católica, proceso que esté en marcha y que probablemente
lleve unos cuantos años, pero que da la sensación que la iglesia ya está en
camino.
En un artículo de La Nuova Bussola Quotidiana hay
una cantidad de información sobre cómo se está procesando está apertura puedes
leerla aquí:
- http://www.lanuovabq.it/it/articoli-arrivano-i-catto-gay-li-guida-avvenire-15574.htm
- http://www.gionata.org/il-vescovo-jean-paul-vesco-nella-chiesa-nessun-omosessuale-deve-sentirsi-escluso/
- http://www.avvenire.it/Chiesa/Pagine/amore-indissolubile-proposte-verso-il-sinodo.aspx
- http://www.avvenire.it/Cultura/Pagine/io-gay-cristiano-chiedo-ascolto-alla-mia-chiesa.aspx
Foros de la
Virgen María
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