viernes, 18 de marzo de 2016

UN OBISPO PROPONE ELIMINAR LA CONDENA CONTRA LA HOMOSEXUALIDAD QUE TIENE EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA…


Desde que el Papa Francisco expresó en el vuelo de regreso a Roma (luego de la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil en 2013) la famosa frase ‘¿quién soy yo para juzgar?’, referida a los homosexuales, algo ha cambiado dentro de la Iglesia Católica.

Han aparecido a la luz pública grupos de homosexuales católicos, algunos de ellos que manifiestan que viven en celibato; han aparecido manifestaciones de apertura hacia la homosexualidad en las parroquias e incluso parroquias han desfilado en la marcha del orgullo gay; y también ha habido crecientes manifestaciones de obispos y sacerdotes referidas a la aceptación de la homosexualidad como otra sexualidad posible, como si empezaran a ‘salir del armario’.

Hemos visto que el diario de la Conferencia Episcopal Italiana Avvenire lo ha promocionado cada vez más explícitamente.

Este es el caso de una entrevista al obispo de Orán, Argelia, Jean Paul Vesco, que apareció el 9 de marzo, y que propone directamente hacer un cambio en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Dice que la iglesia debe aceptar cosas que suceden sin pretender decir lo que está bien y lo que está mal en algunas de ellas, siempre que no sean satánicas.

Dice que el homosexual es un amor genuino, por lo cual el catecismo está equivocado al hablar que es un ‘desorden objetivo’.

Opina que las adopciones de parejas homosexuales son buenas, pero no el útero alquiler.

Está de acuerdo con las uniones indisolubles entre homosexuales, y opina que la abstinencia sexual no puede ser un modelo.

Ya el propio Obispo Vesco había sido elogiado por Avvenire durante el Sínodo de la Familia cuando publicó el libro “Todo Verdadero Amor es Indisoluble”, donde intenta justificar teológicamente el acceso a la comunión para los divorciados vueltos a casar.

En definitiva se pueden encontrar decenas de expresiones de obispos y sacerdotes propugnando un cambio de visión de la iglesia hacia la homosexualidad.

Esto nos permite dos conclusiones.

La primera es que innecesariamente el Sínodo de la Familia fue tragado por 2 temas accesorios: la discusión sobre la aceptación de la homosexualidad y la comunión a los divorciados; dejando de lado toda la problemática importantísima de la guerra contra la familia que está sucediendo en occidente, la disolución de la familias y la promoción de la familia como fundamento de la civilización humana.

Todo eso fue opacado por estos dos temas que surgieron como temas centrales del Sínodo; y se perdió una oportunidad irrepetible de trabajar sobre los temas centrales.

En segundo lugar se puede constatar que las palabras del Papa ‘¿quién soy yo para juzgar?’, desataron un proceso de apertura hacia la homosexualidad que se ve constantemente y en forma creciente en muchos medios católicos, especialmente en Europa.

Con esto no estamos queriendo decir que fue algo planificado por el Papa, aunque algunos piensan que fue así.

Pero más allá de esta discusión de si el Papa lo planificó o no, está claro que esas palabras del Papa fueron el disparo desde la meta para empezar a discutir y a cambiar la visión de la homosexualidad dentro de la Iglesia Católica, proceso que esté en marcha y que probablemente lleve unos cuantos años, pero que da la sensación que la iglesia ya está en camino.

En un artículo de La Nuova Bussola Quotidiana hay una cantidad de información sobre cómo se está procesando está apertura puedes leerla aquí:


Foros de la Virgen María

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