jueves, 24 de marzo de 2016

CÓMO FUE LA ÚLTIMA CENA DE JESÚS CON SUS DISCÍPULOS


La última Cena de Jesús con sus discípulos fue una variante de la tradicional cena de Pésaj de los judíos de aquella época. La que históricamente había comenzado siendo una fiesta de llegada de la primavera, se había convertido en un recordatorio de la liberación de la esclavitud en Egipto, y en la época de Jesús también tenía la expectativa de la llegada del mesías.

Después de la destrucción del templo del año 70 dC, y hasta nuestros días, los judíos no comen más el cordero inmolado.

COMENZÓ COMO UNA FIESTA DE LA LLEGADA DE LA PRIMAVERA

Desde tiempos inmemoriales, los pastores nómadas celebraban, con ocasión del comienzo del año, o mejor aún, con ocasión de la época de transición entre el invierno y la primavera, una fiesta especial. Era la época del año en la cual nacían las crías de las ovejas.

Era la época en la cual ellos tenían que comenzar de nuevo la peregrinación que los conduciría al país cultivado, en cuyas inmediaciones podrían pasar el tiempo del verano. En la noche del primer día de luna llena de la primavera se reunían los pastores en el desierto, sacrificaban un cordero, realizaban un rito mágico para espantar los espíritus que podían perjudicar a los ganados o para ganarse la protección de los buenos espíritus, y celebraban una cena. En esta cena comían las carnes del cordero, con los vegetales que podían encontrar en el desierto.

Cuando la celebración tenía efectivamente un sentido religioso, agradecían a los dioses la protección sobre los ganados y la que ellos mismos experimentaban en la peregrinación que los llevaba más allá del desierto.

En algún momento, cuando ya el pueblo era sedentario, la fiesta de la Pascua, que era una fiesta pastoril, coincidió con la fiesta de primavera de los agricultores, que consistía más que todo en comer los panes sin levadura, amasados con los primeros frutos de la cosecha de cereales.

SE LE AGREGÓ EL FESTEJO DE LA LIBERACIÓN DE EGIPTO

La fiesta de primavera que ya existía antes del surgimiento de Israel como pueblo, se relacionó estrechamente con la experiencia de fe de la liberación de los hebreos, esclavos en el Egipto: Ex 12,12-13.21-23. Y ya no se celebró en función de los ganados (ni de las cosechas, en el caso de la fiesta de los campesinos), sino como conmemoración de la liberación del éxodo. La fiesta comenzaba con la cena pascual y se extendía por siete días, de acuerdo con la tradición de los ácimos: Ex 12,14-20.

Esta fiesta de la Pascua israelita tiene toda una historia, que nos obliga a considerar varios momentos: Primero que todo, el de lo que podríamos designar como la celebración doméstica, cuando se realizaba un rito con la sangre (se marcaban el dintel y los postes de las casas), además de la cena propiamente dicha.

Luego la celebración centralizada en Jerusalén, que incluía un sacrificio cultual con la sangre (recogida por los sacerdotes en vasijas que se pasaban de mano en mano hasta el altar), la parte que correspondía a Dios en el banquete de la comunión; y una cena, que obedecía a un ritual bien establecido, en el que jugaban un papel fundamental las carnes del cordero, el pan ázimo, las hierbas amargas y las cuatro copas de vino.

Todos estos elementos de la cena encarnaban simbólicamente el memorial del éxodo para ser compartido fraternalmente. La cena tenía una hermosa estructura pedagógica, que permitía que los niños aprendieran experimentalmente a ser judíos, a convertirse en miembros del pueblo elegido.

En la época de Jesús, la cena pascual tenía además una importancia escatológica muy grande. Las esperanzas mesiánicas eran cultivadas de una manera especial en esta cena, lo que hace bien comprensible el hecho de que, ya en los mismos relatos por lo menos de los sinópticos, se dé tanta trascendencia a la referencia a esta fiesta.

LA CELEBRACIÓN PASCUAL DE LOS JUDÍOS DE HOY

Hay que tener en cuenta que, desde la destrucción del templo en el año 70 d. C. por los romanos, los judíos renunciaron a comer en la cena pascual un cordero inmolado. Y también, que la cena pascual se celebra una vez que se ha asistido a la liturgia sinagogal.

Todo comienza en la tarde del Seder. Seder significa orden: los judíos llaman a la cena pascual cena del Seder, porque en ella todo está rigurosamente ordenado, pues se trata de la tarde más solemne del año.

Con anticipación ha sido retirado todo pan fermentado y ha sido guardada la vajilla ordinaria.

Para la fiesta hay una vajilla especial. Se prepara pues la fuente del Seder (el plato), se ponen las copas en las que se servirá el vino como signo de la alegría, se acercan las sillas cómodas que reemplazan los triclinios en los cuales se recostaban los comensales en las cenas antiguas.

La introducción consiste en el servicio de la primera copa de vino, que se bebe mientras se pronuncia una oración de alabanza.

El padre de familia moja entonces la verdura en un agua salada, pronuncia una bendición y da algo a cada uno. Luego reparte un pan ázimo, del que separa la mitad para después de la cena.

Ahora tiene lugar la cena propiamente dicha.

El padre de familia dirige una invitación a “los que tienen hambre y a los pobres”. Se sirve entonces la segunda copa. El menor de los asistentes pregunta sobre la razón por la cual se celebra en esta forma la fiesta. Todos responden:

Un día fuimos esclavos del Faraón en el Egipto; entonces nos condujo el Eterno, nuestro Dios, fuera de allí.

Se narra entonces la historia de la liberación. Con ocasión de la narración del recuerdo de las diez plagas, cada uno mete un dedo en la copa de vino, toma diez veces una gotita y la derrama.

No se debe beber completamente la copa de la alegría, pues entonces hubo mucho sufrimiento entre las gentes en el Egipto.

A la narración de la historia de la liberación responden todos con el Hallel, el conjunto de salmos de alabanza que tienen que ver con la liberación del Egipto. Se bebe entonces la segunda copa.

El padre de familia toma el pan, pronuncia la acción de gracias, lo parte y da de él un trocito a cada uno. De la misma manera toma de las hierbas amargas, las sumerge en la salsa, pronuncia una bendición, y da a cada cual de comer.

En ese momento son traídas las viandas propiamente dichas de la cena. Antiguamente se comían ahora las carnes del cordero.

El postre es simplemente el trozo de pan ázimo reservado para este momento. Después de comer se sirve la tercera copa.

El padre de familia comienza la oración de la mesa con las palabras: “Alabemos a quien nos da el alimento!”, y reza la oración de la mesa.

Se bebe entonces la tercera copa. Se sirve finalmente la cuarta copa.

Se abre la puerta para que pueda entrar el mensajero del Mesías, el profeta Elías. En medio de la mesa se pone una copa llena de vino para él.

Se canta la segunda parte del Hallel y se bebe la cuarta copa. A veces hay una distinción entre cuarta y una quinta copa que veremos más abajo.

COMO FUE LA ÚLTIMA CENA DE JESÚS

De acuerdo a las tradiciones, símbolos y gestos del “Pésaj” o cena pascual, Bernardo Estrada, profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, recrea la Última Cena que pudo haber vivido Jesús con sus discípulos.

¿Cómo se desarrolló la última cena?

Lo más probable es que Cristo celebrase la Pascua el día anterior al día oficial, como ya ha señalado en alguna ocasión Benedicto XVI.

Es una cuestión sobre la que se debate, pero no resultaría extraño, pues en aquellos días confluía tanta gente en Jerusalén (unas 250.000 personas, cuando la población normal era de 35.000), que no se podían sacrificar todos los corderos en una sola jornada.

Así que el viernes era el verdadero día para inmolar corderos.

Efectivamente: anticipando la Última Cena, el verdadero Cordero pudo ser sacrificado en la Cruz el viernes, el día de la Pascua.

La cena pascual, ¿cómo iniciaba?

Como en cualquier fiesta hebrea, el inicio lo determinaba la mujer de la casa: cuando veía que el sol se oculta detrás de la casa del vecino, o cuando contemplaba la primera estrella en el cielo, encendía las velas: con ese gesto, comenzaba la cena. Simbólicamente, esa luces recordaban la creación del mundo por Dios, cuyo inicio los hebreos sitúan en este mes del Nissán, el “mes de las espigas”, pues es cuando comienza a crecer la nueva vida (aunque tras el medievo, esa datación cambió).

¿Es así como Pascua y Creación se relacionan?

En cualquier caso, luego –con Cristo– hemos comprendido un significado más profundo (la Pascua es la nueva Creación). Que esta festividad se celebrase en el “mes de las espigas” hace ver que las fiestas de Israel van ligadas en su origen a fiestas agrícolas: la Pascua coincide con la fecha de la cosecha del primer trigo y al nacimiento de los primeros animales (corderos, etc); en Pentecostés llega la verdadera cosecha; mientras que la fiesta de los Tabernaculos está unida a la cosecha de la vendimia.

Por eso el pan, el vino y el cordero son tan importantes. Dios –primero en Egipto y luego con el Señor Jesús – ha ido dando un sentido nuevo y más profundo a estas celebraciones.

Volviendo a la cena, ¿cómo se disponían los invitados?

Aunque la cena iniciaba de pie, luego se recostaban formando un cuadrado: la gente se apoyaba sobre el brazo izquierdo, prácticamente acostada, y comía con la mano derecha. A la derecha del Señor se situaría el más digno, probablemente Pedro; y a la izquierda estaría Juan, quien pudo descansar así sobre el pecho del Señor.

¿Cómo inició el Señor la Última Cena?

Podemos suponer que siguió el “orden de la Pascua”: es decir, la división de la cena en cuatro partes, cada una de las cuales se concluía con una copa de vino.

Entonces: la primera copa…

La cena comienza con una bendición (salmos 113 y 114), tras la que se toma la primera copa de vino mientras se dice: “Bendito seas Tú, Adonai nuestro Dios, rey del universo, quien creó el fruto de la vid”.

La segunda…

Antes de beber la segunda, alguno recuerda un grande acontecimiento: la “Haggadah” o la narración de la fuga de Egipto, tal y como se cuenta en el libro del Éxodo. El vino que se bebe a continuación les recuerda las diez plagas que azotaron al pueblo egipcio.

¿Cuándo lavó el Señor los pies a los Apóstoles?

Si bien no tenemos certeza, quizá fue tras esta segunda copa, que es cuando se realiza tradicionalmente la primera ablución o lavado de manos, al que el Señor quiso dar un profundo significado. Luego vienen las “bendiciones”, una serie de preguntas que hace la persona más anciana o más digna a la más joven: “¿Ma nishtaná halaila hazé micol haleilot?” (¿Por qué esta noche es diferente de todas las otras noches?). Podemos imaginar que Cristo o san Pedro harían esas preguntas a san Juan.

¿Y tras el lavado?

Es cuando empieza la cena propiamente dicha. El más digno distribuye el primer pan ázimo, o Matzá, mientras repite esta bendición: “Bendito eres Tú, nuestro Señor, Rey del universo, que extraes pan de la tierra”. Pudo ser en este momento cuando el Señor consagró el Pan, aunque no podemos estar seguros. Como se sabe, ese pan sin levadura –que se comerá más veces a lo largo de la cena– recuerda la prisa con que escaparon del Faraón. Además, cada comensal tiene delante un cuenco con hierbas amargas que se sumergen en el Jaroset, una salsa especial (agua salada y algún condimento), que les recuerda el sufrimiento de aquella huída.

Y a continuación, el cordero.

Efectivamente: previamente, había sido sacrificado en el templo por un sacerdote, o bien por el cabeza de familia. No se le tenía que haber roto ningún hueso y debía ser consumido entero.

¿Por qué la importancia del Cordero?

Cristo es el “Cordero de Dios”, cuyo sacrificio libera a los hombres. Para los judíos, el cordero es el animal cuya sangre en las puertas de sus casas había liberado a sus primogénitos del ángel de la muerte en Egipto. Desde aquella liberación, que precede y permite la huida por mar Rojo, comían el cordero tal y como les había indicado Moisés.

Faltan dos copas de vino.

La tercera se bebe al terminar la cena. Se llama “copa de redención”, y con ella se recuerda el derramamiento de la sangre de los corderos inocentes que redimieron a Israel en Egipto; es la copa en la que se “da gracias”, por lo que se supone que es en esta copa cuando el Señor ofreció su Sangre a sus discípulos.

¿Y la última?

La cuarta, ya antes de marcharse, va unida al gran himno final: el Hallel, una preciosa oración compuesta por los salmos 115 a 118. Se sirve también una quinta copa, que no se bebe: esa quinta copa es para Elías, a quien el pueblo hebreo espera para que anuncie la venida del Mesías (en Malaquías 4,5). Cuando la cena se termina se manda un niño a la puerta a abrirla y ver si está Elías. Cada año, el niño regresa desanimado y el vino se derrama sin que nadie lo beba.


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