jueves, 10 de marzo de 2016

MI PRIMERA CONFESIÓN


Durante estas semanas de Cuaresma, muchos niños que van a hacer la Primera Comunión este año están participando por primera vez en otro sacramento: el de la Reconciliación. Este sacramento tiene muchos nombres: perdón, confesión, penitencia… pero lo fundamental es que, en él, Dios nos perdona.

Miriam y Cayetana, dos amigas de 8 años, se confesaron por primera vez el viernes pasado en su parroquia, la iglesia de la Compañía, en Córdoba. Estaban nerviosas, pero también «felices porque íbamos a tener el corazón limpio» para poder recibir a Jesús, cuenta Cayetana.

En su grupo de catequesis llevaban un mes preparándose: «Hemos aprendido los mandamientos –explica Miriam–, y también los puntos de la confesión»: hacer examen de conciencia (ver lo que se ha hecho mal), arrepentirse, querer cambiar, contarle los pecados al sacerdote y cumplir la penitencia. Cayetana añade que «también hicimos un juego: para ensayar, un niño hacía como que confesaba sus pecados a Javier, nuestro catequista».

Para Miriam, la celebración fue «muy divertida». Don Fernando, el párroco, leyó la parábola del hijo pródigo: «El hijo menor –recuerda esta niña– se va y deja al padre. Después vuelve y le pide perdón. Entonces, el padre le perdona y le llena de abrazos. Es muy bonito, porque Jesús nos va a perdonar hagamos lo que hagamos».

De su primera confesión, a Miriam le gustó especialmente que, cuando el sacerdote le iba a dar la absolución, «me puso la mano en la frente». Al terminar, hicieron una fiesta con sus compañeros. A cada niño, sus padres le regalaron una cruz, porque –explica Cayetana– «Jesús murió en ella» para salvarnos, «y desde allí perdonó a los que lo mataron».

«ME PARECIÓ QUE TENÍA MUCHOS PECADOS»

Rafael, un niño de 9 años de Málaga, se confesó por primera vez el 13 de febrero. «Me gustó mucho», cuenta. Se había preparado haciendo el examen de conciencia en casa. «Me asusté un poco, porque me parecía que tenía muchos pecados. Pero mi madre me tranquilizó y me dijo que Dios nos perdona siempre». Cuando llegó el día, «el sacerdote me ayudó, y me dijo que intentara mejorar esas cosillas» que le había contado.

Aunque Rafael está haciendo la catequesis en su parroquia, no pudo ir el día que ellos hacían la primera confesión; así que la hizo en la celebración de la penitencia de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX), a la que pertenece su familia. «También vinieron mis primos», nos dice. Al terminar, repartió a todos tarjetas con una frase del Evangelio, como recuerdo de este día tan especial.

Ahora, estos tres niños van a seguir preparándose con más ganas incluso para recibir a Jesús. Antes, Miriam y Cayetana van a tener otra celebración de la penitencia porque, como dice Cayetana, «es bueno tener siempre el corazón limpio».

María Martínez López

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