Durante estas
semanas de Cuaresma, muchos niños que van a hacer la Primera Comunión este año
están participando por primera vez en otro sacramento: el de la Reconciliación.
Este sacramento tiene muchos nombres: perdón, confesión, penitencia… pero lo
fundamental es que, en él, Dios nos perdona.
Miriam y Cayetana, dos amigas de 8 años, se
confesaron por primera vez el viernes pasado en su parroquia, la iglesia de la
Compañía, en Córdoba. Estaban nerviosas, pero también «felices
porque íbamos a tener el corazón limpio» para poder recibir a Jesús,
cuenta Cayetana.
En su grupo de catequesis llevaban un mes
preparándose: «Hemos aprendido los mandamientos –explica
Miriam–, y también los puntos de la confesión»:
hacer examen de conciencia (ver lo que se ha hecho mal), arrepentirse, querer
cambiar, contarle los pecados al sacerdote y cumplir la penitencia. Cayetana
añade que «también hicimos un juego: para ensayar, un niño hacía como que
confesaba sus pecados a Javier, nuestro catequista».
Para Miriam, la celebración fue «muy divertida». Don Fernando, el párroco, leyó la
parábola del hijo pródigo: «El hijo menor –recuerda
esta niña– se va y deja al padre. Después vuelve y
le pide perdón. Entonces, el padre le perdona y le llena de abrazos. Es muy
bonito, porque Jesús nos va a perdonar hagamos lo que hagamos».
De su primera confesión, a Miriam le gustó
especialmente que, cuando el sacerdote le iba a dar la absolución, «me puso la mano en la frente». Al terminar,
hicieron una fiesta con sus compañeros. A cada niño, sus padres le regalaron
una cruz, porque –explica Cayetana– «Jesús murió en
ella» para salvarnos, «y desde allí perdonó
a los que lo mataron».
«ME
PARECIÓ QUE TENÍA MUCHOS PECADOS»
Rafael, un niño de 9 años de Málaga, se
confesó por primera vez el 13 de febrero. «Me gustó
mucho», cuenta. Se había preparado haciendo el examen de conciencia en
casa. «Me asusté un poco, porque me parecía que
tenía muchos pecados. Pero mi madre me tranquilizó y me dijo que Dios nos
perdona siempre». Cuando llegó el día, «el
sacerdote me ayudó, y me dijo que intentara mejorar esas cosillas» que
le había contado.
Aunque Rafael está haciendo la catequesis
en su parroquia, no pudo ir el día que ellos hacían la primera confesión; así
que la hizo en la celebración de la penitencia de la Comunidad de Vida
Cristiana (CVX), a la que pertenece su familia. «También
vinieron mis primos», nos dice. Al terminar, repartió a todos tarjetas
con una frase del Evangelio, como recuerdo de este día tan especial.
Ahora, estos tres niños van a seguir
preparándose con más ganas incluso para recibir a Jesús. Antes, Miriam y
Cayetana van a tener otra celebración de la penitencia porque, como dice
Cayetana, «es bueno tener siempre el corazón
limpio».
María Martínez López
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