«Francisco
es un hombre sensato. Sabe que los cambios por él empujados para la Iglesia no
los verá concretados, pero al próximo Papa le será muy difícil cambiar rumbo».
Palabra de José María di Paola, el más famoso cura villero. Amigo desde hace
mucho tiempo de Jorge Mario Bergoglio, el entonces arzobispo de Buenos Aires lo
mandó a vivir en los barrios pobres de la capital argentina. Y, cuando lo
amenazaron los narcotraficantes, lo apoyó recomendándole un exilio en el norte
del país
En esta
entrevista con Alfa y Omega, el padre Pepe –como lo llaman
sus conocidos– traza un balance del tercer aniversario de pontificado y habla
de cómo el Papa venido del fin del mundo está sacudiendo a la Iglesia.
¿Qué
significan estos tres años de papado?
Marcan un momento espiritual muy importante
en la Iglesia, es un momento de cimbronazo porque desde que asumió el
pontificado Francisco, la sensación en la gente es que la Iglesia está
volviendo a sus principios. La repercusión es muy grande y la gente se siente
interpelada. El Papa hace gestos o dice cosas que los fieles estaban esperando,
desde el modo de vivir, las palabras y las recomendaciones. No sé si dará un
cambio automático, el cambio se producirá con el tiempo.
¿Entiende de verdad la Iglesia el mensaje de Francisco?
En general sí, considerando a la Iglesia
como pueblo de Dios. Hay personas que no están en las parroquias, que están en
sindicatos, políticos, profesionales, los cuales se sienten realmente
interpelados, al menos acá en la Argentina. El mensaje de él llega y motiva una
pregunta, una inquietud, un deseo de cambiar.
Pero también genera resistencias, incluso a nivel
internacional, ¿no?
Sí, pero no es la mayoría. Pero si no
existieran ese tipo de reacciones significaría que no hay un cambio. Si todos
estuvieran de acuerdo, incluso aquellos que piensan diferente o no quieren a
los inmigrantes, no quieren el cuidado del planeta y otras cosas; si ellos
estuvieran contentos entonces es que el mensaje sería demagógico, dirigido a
estar bien con unos y con otros. Pero estos detractores forman parte de un
grupo muy claro que busca sus propios intereses y no coincide con la mayoría de
la gente que se siente contenta de que su pastor tenga estas palabras para
guiar a la Iglesia. Está claro que el mensaje de Francisco tiene una adhesión
muy grande y un rechazo de una minoría.
¿Esa minoría representa un status quo económico o político al
que el Papa está afectando?
También eclesiástico. Seguro. Hay cosas que
propone Francisco que hablan de la radicalidad del Evangelio. Si está diciendo
que lo importante es la austeridad y algunos viven como si fuesen magnates
cuando tendrían que dar ejemplo de una vida sencilla, evidentemente se sienten
tocados. Pueden reaccionar de dos maneras: decir que el Papa tiene razón y
cambiar, o criticarlo y buscar justificaciones.
¿Qué pasa con la clase media católica? Mucha gente que va a
Misa todos los domingos y no responde a un poder específico también se siente
incómoda con el mensaje del Papa.
El Papa está mandando mensajes a todos los
seres humanos. Quien interpreta ideológicamente los mensajes del Papa los
quiere parcializar. Por ejemplo, la clase alta dice que tiene un mensaje para
el proletariado y es comunista; la clase media lo acusa de dividir… Está en
muchos la tentación de excusarse y pensar que la palabra de Francisco no es
para ellos. Su predicación tiene que ver con un cambio, sus palabras nos
invitan a la conversión.
¿Influye más que tenga una forma de comunicación muy directa?
Eso es lo mejor. Su lenguaje no es difícil
y la gente accede a él sin ningún filtro, no necesita un análisis de teólogos.
Están el Papa y la gente. Por eso tiene esta adhesión, porque las personas lo
ven en la televisión, lo entienden y se produce un diálogo en el cual se
sienten cercanos a él.
¿Qué es lo que más te sorprende en estos tres años?
Nosotros, quienes lo conocimos, podemos dar
testimonio de que él es así. Ese modo de vida austera, sencilla. La opción por
los pobres, el migrante, por la vida, rechazando la trata, por los márgenes,
por la integración. Todo esto que vivimos con él antes, ahora lo vemos en su
papado. Por eso podemos decir que el Papa no está tomando medidas para quedar
bien; son opciones que tienen que ver con su historia. Al mismo tiempo ha
cobrado mucha notoriedad su simpatía y su llegada a la gente, lo cual demuestra
su capacidad de hacer un cambio a su edad.
Entonces sí tuvo un cambio…
Sí, en el campo gestual y comunicacional.
Es notorio. Cualquiera que lo conoce desde antes lo puede afirmar. En cuanto a
los principios, no, en eso sigue siendo el mismo. Esto demuestra el gran
liderazgo que tiene. Ahora, siendo Papa, se tiene que comunicar con todo el
mundo. Por eso habla a través de los gestos. Los gestos son elocuentes y hablan
por sí mismos. Esos actos son interpretados por todos, no hace falta que
alguien los traduzca.
¿Era una transformación necesaria?
En definitiva es lo que la gente quiere, un
Papa sencillo. Además nos marca a todos los consagrados. Después de verlo a él
ahora a ningún consagrado se le ocurre intentar vivir de arriba, tener
comodidades o lujos. Por eso los fieles dicen: «Eso es lo que queremos de
ustedes».
¿Eso puede ser origen de cierta molestia en el clero, que se
siente presionado por los fieles y comparado con el Papa?
Ojalá aprovecháramos lo que dicen los fieles
para cambiar. Yo conozco a un cura que cambió justamente porque los fieles se
lo dijeron y hoy tiene una muy buena relación con la gente, ha mejorado
totalmente. Hay que saber siempre recibir la palabra de los feligreses. La
Iglesia vive ahora un momento espiritual que debemos saber aprovechar.
¿A dónde va el Papa?
Creo que quiere asentar los cambios que
está empujando. Es un hombre sensato y sabe que si quiere que esto trascienda a
él le toca dar unos pasos y luego vendrá otro a dar los siguientes. De todas
maneras en muchas cosas se ha sentado un precedente. El hecho que el Papa no
viva una vida lujosa es un precedente, por más que hubo otros que también lo
hicieron. Pero ahora es abierto y declarado. Muchas cosas que él ha empezado
seguramente no las va a terminar, pero al que vendrá le será muy difícil no
seguirlo, porque la gente esperará ese estilo.
Andrés Beltramo
Álvarez
Vaticano
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