martes, 10 de noviembre de 2015

MARIA VALTORTA: LO QUE DICE JESUS SOBRE MARIE CURIE, CELEBRE PREMIO NOBEL.


María Salomea Skłodowska-Curie, conocida habitualmente como Marie Curie, (1867-1934), fue una física, matemática y química polaca, nacionalizada francesa. Pionera en el campo de la radiactividad, fue, entre otros méritos, la primera persona en recibir dos Premios Nobel en distintas especialidades, Física y Química, y la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París.

Nació en Varsovia (Zarato de Polonia, Imperio ruso), donde vivió hasta los 24 años. En 1891 se trasladó a París para continuar sus estudios. Fundó el Instituto Curie en París y en Varsovia. Estuvo casada con el físico Pierre Curie.

Hija de padre ateo y madre católica, fue criada con los principios de la fe materna. Tras la muerte de su hermana a causa del tifus y de su madre por la tuberculosis, la joven terminó por abandonar el credo familiar, convirtiéndose en una agnóstica, o sea, una persona que considera que la existencia de Dios es incognoscible.

24 de agosto

(Respecto a la señora Curie).

Dice Jesús: «Son criaturas humanamente perfectas. En ellas todo ha alcanzado la perfección, excepto su espíritu que ha retrocedido cada vez más hasta hacerse un embrión de espíritu. Tienen un genio perfecto, una seriedad perfecta, una honestidad perfecta, una humildad perfecta. Todo humanamente perfecto. Su virtud es llama que no calienta. Es fuego frío. No tiene valor para Mí.

Prefiero una espiritualidad imperfecta a una humanidad perfecta. Tanto fulgor de perfección humana es como la luminosidad de 100, de 1000 lámparas en arco. Dan luz; es innegable. Pero es luz artificial que, si un pequeño mecanismo se estropea, muere enseguida y no queda nada de ella.

Mientras el espíritu, aunque sea imperfecto, es siempre un pequeño sol viviente con luz propia que brota de la Gracia que está en él. Hablo del espíritu vivo, es decir, viviente en Mí, vivificado por la Gracia. El haber poseído una inteligencia superior que les ha permitido adentrarse en los misterios de la naturaleza, también debería haberles llevado a ver la potencia de Dios y su existencia cuyo ser está escrito en todas las cosas creadas. En cambio nada de esto.

Son seres llenos de ciencia, pero faltos del hilo que lleva al conocimiento de cuanto existe. Inventores de lo nuevo, pero negadores de lo eterno. Descubridores de fuerzas secretas, pero indiferentes a la Fuerza de las fuerzas: Dios.

Esto no lo buscan, mejor dicho voluntariamente lo niegan. O por lo menos lo descuidan. Y por esto la ciencia humana, innegablemente avanzada, no da frutos buenos sino envenenados. Falta en el corazón y en la mente de los científicos el fuego del amor que hace respetar y amar a Dios, que hace respetar y amar al prójimo.

En el caso concreto, esa mujer no dañó, más bien benefició a los hermanos. Es ya mucho. Pero reflexiona sobre el impulso que hubiera imprimido a su escuela, a sus discípulos y a los discípulos de los discípulos si al encanto de su yo hubiera unido una religiosidad profunda.

Cree también, alma mía, que en la hora del juicio aparecerán más grandes pequeñas criaturas iletradas que no lumbreras de la ciencia. Las primeras encendidas por el amor, serán vivas estrellas en mi cielo. Las demás, aunque no las condenaré, por el bien que humanamente han cumplido, serán simplemente nebulosas en mi Paraíso.

Serán los salvados por mi Misericordia sin ningún mérito por su parte, salvados más que por ellos mismos, por las oraciones de los beneficiados por ellos.

Ahora dime: ¿prefieres ser una pequeña nada en el campo del saber y ser mía, muy mía en ésta y en la otra vida, o te hubiera gustado ser astro aquí abajo y opaca nebulosa allí arriba? Sé ya tu respuesta y por esto te digo: "Has respondido sabiamente. Va en paz"».

MARIA VALTORTA, CUADERNOS DEL 43.

Foros de la Virgen María

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