jueves, 10 de septiembre de 2015

PÉREZ SOBA, SOBRE LA COMUNIÓN A DIVORCIADOS: «UNA VISIÓN SENTIMENTAL DE LA MISERICORDIA LA FALSEA»


El profesor Juan José Pérez Soba, sacerdote de 50 años ordenado en 1991, es uno de los más importantes teólogos y moralistas españoles. Profesor en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid y catedrático de Moral en el Pontificio Instituto Juan Pablo II sobre la Familia en Roma, "es una de las personas que con más valentía y claridad están interviniendo en el debate que se ha generado en torno a este sínodo sobre la familia ya de próxima celebración".

Así lo afirma el padre Santiago Martín, quien recientemente le entrevistó para Magnificat TV en torno, principalmente, a la polémica sobre la posibilidad de que se permita el acceso a la comunión de personas que viven en situación objetiva de pecado, en particular los divorciados que conviven con una persona distinta a su cónyuge.

UN SEGUNDO MATRIMONIO ES UNA INJUSTICIA
En la entrevista, Pérez Soba recuerda que "el tema fundamental es ver las cosas no a partir de un deseo sino a partir de lo que Dios quiere de la familia". En particular, la frase de Jesucristo "Lo que Dios unió que no lo separe el hombre" (Mt 19,6) indica "la permanencia del matrimonio sacramental a pesar de la separación de los cónyuges".

El matrimonio sacramental es un signo de la Nueva Alianza y por tanto de su permanencia, "y no tanto por la voluntad del hombre como por la voluntad de Dios", explicó: como "el matrimonio permanece aunque se separen los hombres, contraer un nuevo matrimonio es una injusticia respecto al matrimonio anterior... Si la Iglesia renunciara a esto, estaría negándose a sí misma".

Por otro lado, la Eucaristía "es el sacramento esencial de la Nueva Alianza e indica la unión entre Cristo y la Iglesia. Algo que atente contra eso no puede participar de la Eucaristía porque tendría la significación contraria. La Eucaristía no es simplemente satisfacer un deseo de Dios, es una alianza con Dios dentro de la Iglesia con carácter público y no se puede acceder a ella si se vive en contra de lo que ella significa".

FALSEAMIENTO DE LA MISERICORDIA

"No es una cuestión de misericordia o no", añadió: "La misericordia significa conseguir que esa persona pueda vivir adecuadamente para recibir la Eucaristía. La misericordia no es solamente compasión. Una persona puede compadecerse de un enfermo, y por tanto querer matarlo. La misericordia es el modo en el que Dios se sirve de todos los medios para que la persona vuelva a la alianza".

"Misericordia y verdad están unidas constantemente en las Escrituras, son las dos la que salvan el hombre", abundó Pérez Soba, quien criticó una visión "puramente emotiva" de la misericordia: "La verdad puede ser dura para las personas, pero es el único modo de ofrecer una salvación, que es a lo que la misericordia tiende... Una visión meramente sentimental de la misericordia la falsea".

CAMBIO DOGMÁTICO, NO PASTORAL

Sobre la propuesta concreta del cardenal Walter Kasper para que los divorciados con una nueva convivencia puedan comulgar, Pérez Soba opina que sus argumentos "eran argumentos dogmáticos que envuelven un cambio dogmático". Y lamentó que un arzobispo, también en torno al sínodo, afirmase que "hay personas que no son capaces de vivir una vida cristiana": "Eso es una negación de la gracia. Dios sería tan débil que hace que unas personas no puedan vivir conforme a su ley. Es una contradicción enorme".

Tampoco se trata de una cuestión de "pastoral": "La pastoral no es resolver problemas, la pastoral es evangelizar, hacer vivir el Evangelio. ¿Y cómo vas a hacer vivir el Evangelio si no lo predicas?".

En cuanto a un último argumento de quienes desean cambiar la doctrina católica para que la gente -dicen- "no se vaya", Pérez Soba lo consideró un argumento "pragmático, no evangélico", y recordó que "Jesucristo mismo dijo: ´Si os queréis marchar, marchaos´. Nunca fue su idea tener multitudes y para tener multitudes adaptar las cosas".

"Si la Iglesia no tiene una voz específica sobre este tema", concluyó, no será tenida en cuenta, "no tendrá ninguna voz": "La Iglesia no está para ser simpática al mundo, sino para llevar el Evangelio al mundo, lo que muchas veces supone rechazo. Pero renunciar a eso es renunciar a la fidelidad al Evangelio".

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