Dios habla de muchas maneras y a veces puede pasar inadvertida, como si fuese un susurro que no interrumpe, no se impone.
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Dios habla de muchas maneras. Una puede pasar casi inadvertida, como si fuese un susurro suave y discreto.
¿Cuándo ocurre eso? Cuando en lo íntimo de la conciencia escucho una voz
tranquila y constante que me invita a dejar comportamientos dañinos para
escoger el camino del Evangelio.
Esa voz no amenaza, no interrumpe, no se impone. Aparece y desaparece
como una señal amable, como una invitación respetuosa.
De esta manera, Dios pone ante los ojos de mi alma un camino nuevo.
Camino de esperanza, de fe, de amor, de alegría. Camino de renuncia: Cristo lo
pide todo, porque antes lo ha dado todo.
Un susurro divino ha llegado a mi existencia. Puedo seguir como si nada
hubiera ocurrido, pero también reconozco que Dios lo merece todo.
La invitación ha quedado sobre la mesa de mi corazón. Dios espera, sin
prisas, con el anhelo de un Padre que suplica la respuesta de uno de sus hijos.
Si me atrinchero en mis problemas, si me sumerjo en mis planes
personales, si me excuso bajo el escudo de mi personalidad, no se producirá el
milagro. Dios llorará, en silencio, ante mi dureza y mi apatía.
En cambio, si acojo ese susurro, hoy será el día del gran cambio. Acoger
la invitación de Dios me lanzará a un horizonte nuevo, me hará saltar hacia el
misterio de la fe, me ayudará a romper con el egoísmo, empezaré la aventura del
amor.
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