jueves, 16 de octubre de 2014

EL TEÓLOGO EN LA IGLESIA


El lugar del teólogo es la Iglesia; en ella habita, en ella sirve, de ella recibe el don de la fe y de la vida sobrenatural y para ella ha recibido una vocación peculiarísima que es la de la reflexión y el pensamiento del tesoro de la fe.

Situado fuera de la Iglesia, o por encima de la Iglesia, el teólogo dejará de ser teólogo para convertirse en ideólogo, aunque se justificase pretendiendo ser una "voz profética" en la disidencia.

La Comunión de la Iglesia es el centro hacia el cual todos convergemos, incluido el teólogo, el hombre de estudio, ciencia, reflexión, oración y pensamiento.

Hemos de saber apreciar, valorar, acompañar, la vocación del teólogo en la Iglesia, tan personal y tan única, tantas veces incomprendida; y un criterio cierto para discernir una teología y un teólogo es el criterio de su inserción amorosa en la Iglesia. Quien está en paralelo con la Iglesia, o en contradicción con la Iglesia, no merece el nombre de teólogo ni tampoco sus obras merecen ser leídas para quien quiera edificar su propio pensamiento católico.

 "Y si todos hemos nacido con la obligación de pensar, hay hombres que han nacido vocacionalmente, que están misionalmente a ello "condenados". Consideramos tal condena como la suprema vocación humana. A aquellos hombres que así fueron por Dios condenados a pensar eclesialmente, para sí y para sus hermanos, en orden a un conocimiento, amor y servicio al Dios revelado en Cristo para la salvación del hombre, los llamamos teólogos.

La infidelidad a tal misión no es de las menos graves. Responsabilidad humana y eclesial de los teólogos muchas veces no percibida a lo largo de la historia, porque los frutos de tales pecados no se gustan en los días en que ellos viven, sino en la siguiente generación.

Ésa es su incesante misión: pensar en alto "in medio Ecclesiae". Y este "in medio Ecclesiae" significa antes que nada "desde" el corazón de la Iglesia, desde la comunión a su misterio sacramental a la vez que "hacia" la Iglesia, en fiel audiencia de esa Iglesia en cuanto jerarquía y comunidad, de su pasado doctrinal y vital, de su presente y no menos de su futuro" (O. González de Cardedal, La teología en España (1959-2009), Madrid 2010, pp. 216-217).

En la Iglesia hoy deberíamos saber leer más teología sana y fundamentada, apoyar y respaldar a los buenos teólogos, orar por ellos, comprender esta vocación, digamos, intelectual y facilitar su labor, que siempre es a largo plazo, en el seno de la Iglesia y por el bien de la Iglesia.

Javier Sánchez Martínez

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