jueves, 23 de octubre de 2014

EL SÍNODO Y LAS COSAS COMPLICADAS


Durante los últimos días, muchos me han preguntado por el sínodo, por sus conclusiones finales, por las transitorias, por el Papa y tales o cuales cardenales.

Dejando lo obvio y sin ánimo de ser ni ordenado ni exhaustivo, permítaseme dar algunas opiniones con humildad. Con humildad, porque nadie me ha dado la función de maestro y porque ya desearía yo tener la respuesta a todas las preguntas.

Hace una semana reflexionaba sobre la homosexualidad en la Biblia. No se habla tanto de ella en las Escrituras como la gente podría pensar. Más bien se habla poquísimo. Me puedo equivocar, pero creo que sólo cinco veces. Y en el Nuevo Testamento, desde luego, los versículos permiten exégesis que no son precisamente las del azufre y el fuego.

Mi opinión es que el cristianismo enseña que la homosexualidad no es algo natural ni algo que se deba fomentar ni una opción más ni un acto indiferente. Ahora bien, tampoco veo que la Biblia insista mucho en ese tema. Más bien muy poco. Casi podríamos decir que se limita a mencionarlo. La Palabra de Dios insiste más en infinidad de otros temas.

Las palabras del Papa dichas en una entrevista en un avión, siguen resonando en el mundo: ¿quién soy yo para juzgarlo?

La labor de la Iglesia no es juzgar y, de hecho, no juzga. La labor de los seguidores de Cristo consiste en recordar las enseñanzas bíblicas y, después, en dejar que cada uno siga su camino. Y creo que los sacerdotes, de forma casi unánime, así lo hacen. Ninguno de los homosexuales que han ido a mi parroquia buscando consejo, buscando oración, se ha quejado nunca de que un sacerdote les trató mal. Al revés, todos los presbíteros fueron con ellos verdaderos padres.

Yo creo que la Iglesia después de dejar claras las verdades bíblicas con una exégesis profunda, podría a partir de ahora empeñarse en la construcción de una nueva visión acerca de la homosexualidad. El Magisterio va a ser el mismo, que nadie tema por eso. Pero creo que hay toda una teología por construir. Una teología que no es la de la condenación y la exclusión.

P. FORTEA

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