domingo, 27 de septiembre de 2009

MIRA HACIA ARRIBA Y PEDALEA DURO


Cuando tenía 4 años de edad, tuve un triciclo.

Montaba en él con todo el placer de un niño. Era feliz, pero no me gustaba el aspecto del pedaleo al hacerlo. Era trabajo duro y tedioso, por lo que la mayoría del tiempo, me empujaban. Siempre necesitaba ayuda.

La mayor parte del tiempo rogaba la ayuda. El ciclo de dependencia continuaba. Un pequeño empujón en una cuesta. ¡Vaya! El recorrido cuesta abajo era emocionante. Uno seguro. Cómo me gustaba. Pero había un problema; siempre necesitaba una cuesta. Eso significaba que siempre regresaba a un punto. Movimiento estático.

Luego en la vida, era demasiado grande para un triciclo. Aprender cómo montar bicicleta fue lo nuevo en la etapa siguiente, así que, en cierta manera, me gradué del club del triciclo. Con todo el entusiasmo del éxtasis y exuberancia juvenil, decidí aprender a usar una bicicleta. El único lugar en el que podía obtener una bicicleta era en la aldea de mi mamá, adonde íbamos para los feriados, una vez cada dos años con el permiso de mi padre.

El siguiente feriado, me hallaba en camino hacia la aldea y lo siguiente en la agenda era aprender. Uno de mis amigos decidió ayudarme. Era un buen ciclista. Así que iniciamos las lecciones. Tras la primera prueba me dijo:
-No mires al piso, si lo haces te asustarás y te llevará a perder concentración. Mira hacia arriba y pedalea duro
Ese consejo, para mí, era una tontería en traje de tres piezas.

La verdad del asunto era que quería aprender a montar a mi manera.
-“¿Cómo puedo mirar hacia arriba? Tengo que mirar hacia abajo para ver cómo pedaleo - le contesté.
Es más, pensé para mí, ese consejo es de un aldeano, yo soy el de la ciudad y seguro que tengo mi manera de hacer las cosas. Con cada pensamiento y acción mía peleé aquel principio de montar. El resultado final fue ese, dejé la aldea después del feriado y no aprendí a montar bicicleta. Aquello fue en 1988.

En 1995, obtuve lecciones privadas en la casa de uno de mis maestros. La familia tenía una bicicleta y veía a los muchachos, jóvenes y viejos, divertirse sobre la bicicleta. De alguna manera tuve una conversación privada con uno de ellos y me dijo que había aprendido a montar el año anterior. Entonces me di cuenta que no era tarde para aprender.

Yo sé que uno no nace sabiendo montar, ¡uno aprende a hacerlo! No me quedaban más excusas. Rápidamente, le confesé a mi amigo, Aniefiok Enoh, sobre mi ignorancia. Una noche nos quedamos con la bicicleta para una lección privada y salimos juntos. Tras de mis pruebas iniciales notó que yo tenía un problema. Se me quedó mirando a los ojos y dijo:
-Cree que lo puedes hacer y lo lograrás. No mires al piso. Mira hacia arriba y pedalea duro
Eso me golpeó como un rayo.

Había oído eso antes o ¿sería que Aniefiok vivía en la aldea de mi madre? ¡No! Sólo estaba comunicando un principio universal. Hice como me dijo y esa noche, aprendí a montar. Aquella noche recibí algo que no cambiaría por nada. Era la emoción del logro.

También aprendí de esa experiencia que no podemos lograr el éxito solo deseándolo. Uno trabaja en ello. Uno busca los principios subyacentes detrás de una operación, trabajar en ellos, y con Dios de nuestro lado, se programa el éxito. No es magia. Es real.

Para obtener algo que no tenemos, tenemos que hacer algo que nunca hemos hecho antes. Salgámonos de nuestra zona de comodidad, estirémonos, esforcémonos, entrenémonos y apuntemos. Antes que nos demos cuenta, estaremos dentro. El Coliseo no fue un accidente, el Tabernáculo de Ota no se hizo realidad por desearlo, la Corporación Microsoft no fue un error.

Hombres trabajaron en sus sueños, perseveraron, lo hicieron realidad y ahora podemos verlo.

Así que pongamos los pies en el piso. ¿Cuál es nuestro sueño? Esa visión, esa esperanza. ¿Será comenzar ese negocio, proponerle matrimonio a esa joven, o volver a la escuela? Entonces, armémonos de valor, enjaule el temor y hágalo.

Si es difícil, entonces metámosle todo. Disfrutemos la vida abundante. Compartamos la emoción del logro. Este fenómeno es inexplicable pero déjenme intentar describirlo. Es volar sin alas, es despertarse para ver que nuestro sueño es real, es caminar sobre el aire con las estrellas a nuestros pies.

Les veré en la cima de la montaña hacia donde me dirijo. Para llegar allá no olviden: No miren al piso, miren hacia arriba y pedaleen fuerte.
Gabriel Omin

Este es el día para comenzar a mirar hacia arriba y recuerda, arriba siempre está Dios y cuando lo miras a Él, algo nuevo te invade, nunca quedamos frustrados cuando nuestra mirada está arriba y nos daremos cuenta que mientras miramos arriba, más duro pedaleamos.

Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre. Gen 49:25

Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego. Deut 4:36

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