miércoles, 22 de abril de 2009

¿QUÉ ES UNA HEREJÍA?


Se opone inmediata, directa y contradictoriamente a la verdad revelada por Dios y propuesta auténticamente como tal por la Iglesia.

Jesucristo al instituir su Iglesia sobre Pedro le confiere el poder total y lo hace árbitro de la doctrina, que es la línea medular de la fe, sobre la cual funciona la vida de la Iglesia a través de los siglos.

Herejía: es una doctrina que se opone inmediata, directa y contradictoriamente a la verdad revelada por Dios y propuesta auténticamente como tal por la Iglesia.

La palabra "herejía" proviene de la lengua griega y encierra el concepto de error, desviación o enseñanzas de doctrinas que van contra un programa de fe, ya estructurado, o bien sometido a examen y finalmente aprobado con una definición de base inmutable. Desde el tiempo de los apóstoles abundaron las herejías: unas negaban la divinidad de Jesucristo, otras su humanidad y otras amalgamaban la doctrina cristiana con otras religiones, etc.

Durante toda la época de las persecuciones oficiales surgieron herejías, la mayoría provenían de los mismos cristianos descontentos y algunas de los paganos. Tampoco faltaron los defensores de la fe verdadera y exponían, al mismo tiempo, la doctrina bíblica enseñada por la Iglesia.

Apenas terminadas las persecuciones a principios del siglo IV, la Iglesia, como institución, gozó oficialmente de plena libertad y fue, entonces, cuando aparecieron las llamadas grandes herejías; las llamaron grandes por la extensión que cubrieron a lo largo y ancho del imperio romano, que paulatinamente iba cristianizándose, y también por el número de sus seguidores que se enrolaban en sus filas, sin excluir sacerdotes y obispos.

El acto de herejía es un juicio erróneo de la inteligencia. Si el juicio erróneo no se refiere a la regla de la fe, sino al objeto material de la fe, no se trata de actos de herejía.

Entre todos los pecados de infidelidad, la herejía es el más grave, porque supone un conocimiento más completo de la regla de la fe y de las verdades que hay que creer. Esta gravedad es probada por la palabra de Jesucristo, mandando a sus apóstoles a predicar el Evangelio: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todas las criaturas; el que crea y sea bautizado se salvará, el que no crea será condenado" (Marc 16,15).

El hereje ha sido definido así en el código del Derecho Canónico: "Si alguien después de haber recibido el bautismo, aun conservando el nombre de cristiano, niega con obstinación o pone en duda algunas de las verdades de la fe divina que hay que creer, este católico es hereje".

Los castigos que recaen sobre los herejes están expuestos en el mismo Código:
"Todos los que apostatan la fe cristiana, todos los herejes y cismáticos y cada uno de ellos:
1) Incurren por el hecho mismo en la excomunión.
2) Si no se arrepienten después de una advertencia, serán privados de todos los beneficios, dignidades, pensiones, oficios u otros cargos que tuvieran en la Iglesia.
Serán declarados infames, y los clérigos, después de una segunda amonestación canónica, son, por sólo este hecho, tachados de infamia, etc.; los clérigos, después de una segunda amonestación canónica sin ningún resultado, serán degradados".

La absolución a los herejes provoca dificultades por razón del rito. El Código resume brevemente las disposiciones de la disciplina canónica: "La absolución de la excomunión está reservada de una manera especial a la Sede apostólica... El pecador así absuelto puede después recibir el perdón de su pecado de un confesor cualquiera. La abjuración está considerada como jurídicamente hecha cuando tiene lugar ante el ordinario del lugar o su delegado y por lo menos ante dos testigos".

Grande es la diferencia entre herejía, que es una recusación de la doctrina católica, y el cisma, que es una rebelión contra la unidad de la Iglesia.

San Pedro describe ya la herejía con los caracteres que se le atribuyen hoy en día: "Herejías de perdición por las cuales la voz de la verdad será blasfemada y se pervertirán muchos hombres. Consiste en una perversión de doctrinas; esta perversión de la doctrina implica en el fondo la negación de la divinidad del Salvador.
Toda doctrina opuesta a la verdadera fe constituye en sí una infidelidad, pero toda infidelidad positiva no es una herejía. Santo Tomás explica que la herejía, siendo elección en la doctrina, se refiere no al mismo fin de la fe, sino al medio propuesto para alcanzar este fin.

Algunas herejías:
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Docetismo: Negó la humanidad de Jesús y afirmó que Cristo tuvo sólo un cuerpo aparente no real.
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Ebionismo: Afirmaba que Cristo no es Dios, sino un simple hombre; las corrientes más moderadas, en cambio, admitían también su origen divino.
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Mandeísmo: Doctrina heterogénea en sus elementos que se vale de la fantasía en sus elaboraciones.
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Gnosticismo: La figura de Cristo era un mito más en su visión del mundo.
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Monoarquismo: En la creación se revela el Dios unipersonal como Padre, en la redención como Hijo, y en la obra de la santificación como Espíritu Santo.
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Maniqueísmo: Todo procede de dos principios contrarios: el de la luz (Ormuz) y el de las tinieblas (Ahrimán).
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Los cátaros y albigenses: Se dedicaban a predicar contra la Iglesia y atacarla.
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Montanismo: Herejía de tendencias apocalípticas y semi-místicas.
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Arrianismo y semiarrianismo: No hay tres personas en Dios sino una sola, el Padre. Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por éste de la nada como punto de apoyo para su Plan.
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Macedonianismo: Enseñaban que en la Trinidad existía una jerarquía de personas, en la que el Hijo sería inferior al Padre y el Espíritu Santo sería inferior a ambos.
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Nestorianismo, monofisismo y monotelismo: Herejías que atentan contra la unión de la naturaleza y la persona de Cristo.
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Los Valdenses: Rechazaron la Santa Misa, las ofrendas, las oraciones por los muertos y la oración en la Iglesia.
Autor: churchforum

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