martes, 28 de abril de 2009

TRES INFIERNOS


Para ella la vida era un infierno, un infierno triple.

Había nacido en el Amazonas, el llamado «infierno verde». Las riberas del río Xingú habían sido su cuna. Su hogar, un pobre hogar indígena lleno de hermanos, había sido otro infierno. Finalmente María, de apenas catorce años de edad, fue a parar al prostíbulo en el pueblo de Paraíso, Matto Grosso. Este, después de los otros, le fue un infierno inevitable.

«Voy a quemar este infierno que es mi vida», determinó la joven. Y bebió un vaso de kerosene. El resto se lo echó encima y se prendió fuego. A duras penas le salvaron la vida, pero sufrió quemaduras horribles en todo el cuerpo.

Esta es una historia más de la selva amazónica. Es también una historia de la triste vida que les toca llevar a tantas indígenas. Pobres, incultas, abandonadas, sin derecho político ni abogados que las defiendan, María y otras tantas jóvenes de la tribu van a parar al prostíbulo como único medio de vida.

María tuvo suerte - comenta el doctor Paul B. Long, testigo de todo esto -, pues fue salvada, salvada dos veces, primero de las horribles quemaduras, y después de esa vida desesperante. María es hoy una feliz y fiel creyente en Cristo.

La vida está llena de infiernos. Para María había el infierno verde del Amazonas. Pero también hay el infierno blanco de la cocaína, el infierno ámbar del licor, el infierno ceniciento del cigarrillo de marihuana, y el infierno amarillento del virus del SIDA.

Luego hay los infiernos del alma: el infierno negro del odio, el infierno verde de los celos, el infierno morado de la discordia familiar, y el infierno rojo de la rebeldía juvenil. ¡Cuántos infiernos existen en un mundo que comenzó siendo un paraíso!

¿Cómo salir de estos infiernos que no son más que el preludio del otro infierno, del final? Hay una sola manera de escapar. María encontró en la gracia de Cristo el escape del infierno de la prostitución. Y miles como ella han encontrado en Cristo, no en una religión, ni en ninguna secta ni en ninguna iglesia, sino en la persona de Cristo, la salida de sus múltiples infiernos.

¿Es la vida suya todo un infierno? ¿Cómo está su relación familiar? ¿Cómo está su relación con sus padres, su esposa o esposo, y sus hijos? ¿Cómo está su relación con la ley? ¿Cómo está su relación consigo mismo? ¿Tiene usted paz en su alma? ¿Le es la vida un jardín de rosas, o es todo espinas y cardos?

Jesucristo ofrece la salvación perfecta. Él desea ser su Amigo y Salvador. Salga de los infiernos que ahora lo están matando. Cristo le ofrece salvación.
Por: El Hermano Pablo

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