sábado, 18 de abril de 2009

EL MAL ROLLO DE LAS SALIDAS


ECLESALIA.- Se sale y deja la congregación. Su decisión va en serio. Abandona los hábitos del convento y sale a la vida seglar. Lo ha comentado con la autoridad competente y se marcha. Se busca la vida allá donde puede. Le dan un dinero para salir adelante. El derecho no estipula cantidad pero la caridad hace que así se haga. Lo demás está por ver. La fraternidad que había dentro de los muros se fractura. Se cuestiona hasta la fe. Se preguntan si es que está con alguien o incluso si están esperando un bebé.

Nunca se entiende una decisión así. ¿Cómo es posible que con votos solemnes deje la orden? ¿Qué pasa ahora con su juramento ante el altar? ¿Dónde quedan la obediencia y la pobreza? ¿Y su castidad?

Al principio frases como pásate por aquí cuando quieras”, “esta seguirá siendo tu casa”, “será difícil olvidarte”… en el mejor de los casos. Después nada, o prácticamente nada, algo algunas veces pero las más el olvido.

No cabe duda de que dentro la vida sigue. Más trabajo a repartir, más edad media, más huecos a rellenar. No sienta bien. Se sale y lo ha hecho mal, no debía haberlo hecho, sus razones nunca podían estar por encima de su compromiso de consagración religiosa. No se entiende y con el tiempo menos.

Desde las alturas de la institución comienza el papeleo, las cartas oficiales con membrete, las frases frías, las citas canónicas, las llamadas de usted, la lectura de derechos, los pasos a seguir. Durante un año se suceden muchas palabras impresas y muy pocas habladas. Se ha salido, es su decisión y nos toca seguir los procedimientos oportunos, se dice.

La religiosa, el religioso que se marcha queda marcado para siempre por su decisión de salirse. Mucho más si a eso se le suma el ser sacerdote. Cambia de vida de tal manera que parece que sea nueva la que inicia tras las puertas de la casa religiosa”. “Sores y frais le recordarán como traidor por haber abandonado los consejos evangélicos que profesó. Nada importa su yo interior, su proceso de fe, las traiciones del sistema en el que se encontraba, su camino personal… nada importa… ni Dios.

Menos mal que a Dios sí le importan cada uno de los que se ven inmersos en el mal rollo de las salidas y sabe lo que nadie sabe, lo que mueve la fe, la esperanza, el amor de cada cual. Dios dirá.
María Fernández

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Nota: Dos sobrinos míos y uno de mis hijos se retractaron de su vocación y abandonaron el sacerdocio. Me dio mucha pena el enterarme de su decisión. ¡Qué no daría yo por haber sido sacerdote o que alguno de mis hijos lo hubiese logrado! Pero, no sólo dentro del sacerdocio se puede servir a Dios. Ellos están felizmente casados y saben más que cualquier otro como es el servicio a Dios.
José Miguel Pajares Clausen

No hay comentarios: