Discutimos sobre el clima, la bolsa, los impuestos, las promesas de los políticos, la mejor manera de ahorrar, pero dejamos de lado un tema que debería ocupar un lugar único...
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Los debates giran en torno a cientos de temas.
Discutimos sobre el clima y sobre la familia, sobre la bolsa y sobre los
impuestos, sobre las promesas de los políticos y sobre la mejor manera de
ahorrar.
Pero a veces dejamos de lado un tema que debería ocupar un lugar único: si Dios existe y si se interesa por los asuntos humanos.
Porque la vida humana, sometida a miles de factores externos y a miles de
intereses en conflicto, parece destinada a un futuro caótico e incierto si no
interviene Alguien capaz de encender esperanzas, de perdonar pecados, de sanar
conciencias, de infundir amores.
Mirar al mundo sin reconocer la posibilidad de una intervención decisiva,
salvadora, de lo alto, es perder la roca imprescindible para que exista
esperanza. En cambio, descubrir y aceptar que Dios se interesa por los hombres
y mujeres del planeta y busca sinceramente ayudarnos abre un panorama
consolador: en el camino de la historia humana existe Alguien capaz de corregir
males dañinos, de rescatar a víctimas inocentes, de premiar a los que obraron
el bien y la justicia.
Ese es el tema que vale la pena llevar en el corazón y en el diálogo. Otros
temas, por muy importantes que sean, podrán llenar el tiempo de una tarde entre
familiares o amigos, pero no alcanzarán a tocar esa inquietud profunda que se
esconde en cada corazón humano: la urgencia de
encontrar respuesta a la pregunta sobre el sentido que la vida adquiere cuando
descubrimos a un Dios cercano y providente en el horizonte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario