miércoles, 31 de agosto de 2022

UN TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PARA GOBERNAR A TODOS LOS TRIBUNALES

 En la propuesta de constitución chilena hay un centro alrededor del cual gravitarán todas las libertades de todos los ciudadanos en todos los asuntos: la composición de la Corte Constitucional que es la que decidirá si una ley es o no acorde a la constitución.

El artículo que regula la composición de ese órgano es como el pilar definitivo de un edificio. El edificio tiene elecciones generales: no importa, también hay dictaduras con elecciones. El edificio tiene un presidente: eso es algo común a cualquier sistema. Y así podríamos seguir revisando pilares y columnas de la edificación constitucional. Pero el pilar donde se asentarán todas las libertades es ese, el de la Corte Constitucional.

El artículo de la propuesta comienza diciendo así:

La designación de los miembros de la Corte Constitucional se efectuará en base a criterios técnicos y de mérito profesional, de la siguiente manera:

Muy bien, puros buenos deseos que no llevan a ningún lado. Esas líneas podrían estar o no en la carta magna, no sirven para nada. Esas palabras son como una maceta con un poto, sirven para hacer bonito en un comedor, pero allí acaba todo. Porque, al final, lo que realmente importa es lo que sigue:

4 serán elegidos por el Congreso de Diputadas y Diputados y la Cámara de las Regiones;

3 serán elegidos por el o la Presidente de la República; y

4 serán elegidos por el Consejo de la Justicia.

Vale, allí está el meollo, allí está el pilar que sustenta todo lo que Boric quiere construir encima. Y no soy mal pensado, ¡él lo ha dicho! Lo ha dicho expressis verbis, quiere una constitución con la que él pueda no solo gobernar, sino también cambiar las leyes según su libre albedrío.

Qué significan los números de arriba. Pues que hay once votos. Quien tenga el dominio sobre seis votos habrá logrado todo. Un partido que gobierna tiene cerca de la mitad de los votos en el congreso (por sí mismo o por medio de una coalición), eso es así en todas las naciones. Gobernar supone controlar la mitad del congreso, aunque haya elecciones diferenciadas para el congreso y la presidencia. Mirad todas las naciones y veréis que es así. Sería impensable que la población diera la presidencia a un candidato de un partido, y después no votara a su partido. Si entre las dos votaciones hay un desfase, siempre es temporal.

Haced cuentas, eso significa que Boric ya parte con cinco votos de los seis que necesita para aprobar toda la batería de propuestas que necesita: leyes sobre prensa, leyes que regulen el proceso electoral, leyes para la designación del tribunal supremo.

Daos cuenta de que la falta de un voto no es ninguna garantía. Difícilmente, en el otro lado los cinco jueces votarán en un solo sentido. Basta un voto, solo uno. Una vez consolidada una mayoría suficiente en la Corte Constitucional, las leyes irán fluyendo una tras otra. Un voto de más puede parecer que no es tan fácil de conseguir, pero recordemos que esta es una partida que si se pierde una sola vez, ya no hay vuelta atrás.

¡Pero, padre!, ¿está siempre pensando en la mala voluntad de los partidos gobernantes? Por supuesto. Si de algo podemos estar seguros es que, antes o después, habrá mala voluntad. En el caso de Boric, esa mala voluntad ya existe desde el principio.

Las leyes deben siempre forjarse contando con la mala voluntad de los gobernantes, de los parlamentarios y de cualquiera. Compadezco al que construya un sistema legal que, en una cuestión trascendental como esta, haya que depender de la buena voluntad. La mera repartición de puestos en la Corte Constitucional ya es toda una declaración de intenciones, ¡de malas intenciones! Sus números son la prueba. Si hubiera querido un tribunal independiente, solo tenía que haber cambiado los números. En los números están las intenciones.

P. FORTEA

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