FRANCISCO: «SERVIRSE DE LAS RIQUEZAS SÍ; SERVIR A LA RIQUEZA NO: ES IDOLATRÍA»
El papa
Francisco presidió el rezo del Ángelus dominical un día después de regresar de
su peregrinación penitencial a Canadá, en el que desde el Palacio Apostólico
del Vaticano advirtió acerca de la codicia, una enfermedad que consideró
«adictiva» y que destruye a las personas.
(Aica/InfoCatólica) «El hambre de
posesiones es adictiva. Especialmente los que tienen mucho nunca están
satisfechos: siempre quieren más, y sólo para ellos mismos», sostuvo al reflexionar sobre
el Evangelio dominical.
Ante los peregrinos presentes
en la Plaza de San Pedro, Francisco lamentó las ocasiones en las que los
hermanos se pelean por las herencias y aseguró que «la codicia es también una
enfermedad peligrosa para la sociedad».
«Por su culpa,
hemos llegado hoy a otras paradojas, a una injusticia como nunca antes en la
historia, donde unos pocos tienen mucho y muchos tienen poco», agregó.
«Pensemos
también en las guerras y los conflictos: el ansia de recursos y riqueza está
casi siempre implicada. ¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda,
uno de ellos es el comercio de armas», advirtió.
El Papa animó a preguntarse
sobre el comportamiento personal frente a las riquezas y posesiones e insitió
en advertir acerca del peligro de convertir el dinero en un culto y en «una verdadera idolatría».
«Por eso Jesús
nos advierte con palabras fuertes. Dice que no se puede servir a dos señores, y
-tengamos cuidado- no dice Dios y el diablo, o el bien y el mal, sino Dios y
las riquezas. Servirse de las riquezas sí; servir a la riqueza no: es
idolatría, es ofender a Dios», afirmó.
Francisco defendió que «es justo desear ser rico», siempre que uno se
haga rico según Dios: «Dios es el más rico de todos:
es rico en compasión, en misericordia. Su riqueza no empobrece a nadie, no crea
peleas ni divisiones».
«Es una riqueza
que ama dar, distribuir, compartir. Hermanos, hermanas, acumular bienes
materiales no es suficiente para vivir bien, porque -repite Jesús- la vida no
depende de lo que se posee», añadió.
El Obispo de Roma diferenció,
sin embargo, que «depende de las buenas relaciones:
con Dios, con los demás y también con los que tienen menos».
Por último, Francisco retomó
el tema de la herencia e invitó a hacernos algunas preguntas al respecto: «¿Qué herencia quiero dejar? ¿Dinero en el banco, cosas
materiales, o gente feliz a mi alrededor, buenas obras que no se olvidan,
personas a las que he ayudado a crecer y madurar?»
«Que la Virgen
nos ayude a comprender cuáles son los verdaderos bienes de la vida, los que
permanecen para siempre», concluyó.
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