Cesare Truqui ejerce como exorcista en la diócesis suiza de Coira.
Por: J. L. | Fuente: Religion en Libertad
La creciente actividad demoniaca, la poca
conciencia que existe sobre el mal y las cada vez mayores prácticas de riesgo
que abren la puerta al demonio se están convirtiendo en una de las grandes preocupaciones en la Iglesia, motivo por el cual cada vez más
obispos están formando sacerdotes para el servicio de exorcista. Y es que los que hay no son suficientes y tienen
sobrecarga de trabajo.
Recientemente se ha producido en Roma, concretamente en el Ateneo Pontificio
Regina Apostolorum, el curso “Exorcismo y oración
de liberación” en el que actuó como ponente el sacerdote Cesare Truqui, exorcista de la diócesis suiza de Coira.
LA EXPERIENCIA DE SU PRIMER
EXORCISMO
Tras varios años ejerciendo este ministerio y habiendo tratado casos de
todo tipo, este sacerdote recuerda en una entrevista con Aleteia que
“en las primeras sesiones de exorcismo en las que
participé, la impresión más fuerte fue la confirmación tangible de que el Evangelio
que había leído y meditado era cierto”.
Y es que llegó a exorcista por la “providencia”. Cuenta
que cuando fue ordenado sacerdote hace 12 años participó en un curso en el que
había importantes exorcistas como Amorth o Bamonte y relata que “sucedió que se presentó el caso de un señor francés de 40 años
poseído por Satanás que necesitaba un exorcista, pero Bamonte no hablaba ni
inglés ni francés. Así que me pidieron que les ayudara en el diálogo preliminar”.
El padre Truqui afirma que en ese primer exorcismo que presenció “tenía la impresión de estar rodeado por la soberbia, como si fuera
humo o niebla. Es difícil de explicar, pero la soberbia parecía algo que se
pudiese tocar, llenaba la habitación”.
POR QUÉ PREGUNTAN EL NOMBRE
AL DEMONIO
De hecho, cuando el exorcista pidió el nombre este demonio respondió que
se llamaba “rex” pero no hay ningún demonio que
se llame rey. “El exorcista, -cuenta este
sacerdote- insistió: ‘dime tu nombre’ y él respondió
finalmente: ‘soy Satanás, el príncipe de este mundo’”.
Llegado a este punto, llama la atención que los exorcistas, o al menos muchos
de ellos, pregunten el nombre al demonio contra el que combaten en nombre de
Jesucristo. Cesare Truqui explica que “lo requiere
el Ritual con un objetivo preciso. Dar el nombre a algo o tener el nombre
significa tener poder sobre ese algo. De hecho, Dios da a Adán el poder de dar
un nombre a las cosas. En el momento en que el demonio revela su
nombre, demuestra que está debilitado. Si no lo dice, es aún fuerte”.
CUIDADO CON ABRIR LA PUERTA
AL DEMONIO
El exorcista suizo explica que hay más casos porque también cada vez más
personas se exponen a ser utilizadas por el demonio y explica cómo: “acercándose a todo lo que tiene que ver con la magia, el
ocultismo, la brujería, la cartomancia. Si para ser santos ayuda el ir a Misa, rezar,
confesarse, acercarse a Dios, igualmente misas negras, ritos satánicos,
películas y música de este tipo tienen el efecto de acercarse al demonio”.
Para explicar estos peligros con hechos concretos, el padre Truqui cuenta el
caso “de una señora que empezó a leer las cartas,
como hacen muchos por diversión. Sólo que a ella le sucedía que adivinaba de
verdad el pasado y el presente de las personas, y en algunos casos el futuro. Y
naturalmente tenía un gran éxito. En cierto momento comprendió de quién
dependía su éxito, y dejó de hacerlo, pero era demasiado tarde:
estaba poseída”.
LA FE DE LA PERSONA Y DE LA IGLESIA DETERMINAN EL ÉXITO DEL EXORCISMO
Además, advierte de los peligros de los maleficios aun cuando muchos son
estafas realizadas por falsos magos. “Igual que yo
puedo encargar a alguien que mate a una persona, puedo pedir a un demonio que
haga un daño”.
Este sacerdote afirma que en general hacen falta muchos exorcismos para
liberar a una persona y que estos ritos suponen como una especie de “terapia” para los afectados pues “el exorcismo es un sacramental, no un sacramento. El
sacramento es eficaz en sí mismo. Si doy la absolución a alguien en confesión,
en ese momento, verdaderamente, sus pecados están perdonados. El
exorcismo, en cambio, es eficaz en la medida de la santidad del sacerdote, de
la fe de la persona para la que se hace el exorcismo y de toda la Iglesia.
Si hoy son menos eficaces los exorcismos es porque toda la Iglesia está más
débil”.
EL CAMPO DE BATALLA
DURANTE EL EXORCISMO
Y aunque ha recibido a muchas personas, este sacerdote reconoce que “poquísimas” estaban poseídas. También sabe lo que
sienten estas personas durante los exorcismos. El hombre francés del primer
exorcismo que presenció “me explicó que
sentía como si dentro de él hubiese un campo de batalla. Por una parte sentía a los demonios correr desesperados
y hablar entre ellos; por la otra, cuando el sacerdote rezaba, sentía que la
luz de Dios los expulsaba, para después volver de nuevo”.
Además, Cesare Truqui confiesa que el caso que ha tenido que
más le ha impresionado es la “experiencia de un demonio mudo. Jesús habla de ello en el Evangelio y dice que son los
más difíciles de expulsar, y que salen solo con oración y ayuno. Es una rareza
un demonio mudo. En 12 años de exorcismos, me ha sucedido solo una vez”.
LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN
Por último, este religioso legionario de Cristo explica la diferencia
entre exorcismo y oración de liberación. “Ambos
tienen el mismo fin: buscan la liberación de la persona de la influencia del
mal o de la posesión. El exorcismo en sentido real es un ministerio dentro de
la Iglesia que el obispo confiere a algunos sacerdotes. Puede ser ejercido sólo
por sacerdotes, no por laicos, y solo por aquellos que tienen un permiso
explícito del obispo”, cuenta el padre Truqui.
Sin embargo, añade que “la oración de liberación,
en cambio, puede hacerla cualquier persona, hombre o mujer, laico o sacerdote,
en virtud de nuestro cristianismo porque Jesús dijo: ‘el que cree en mí
expulsará los demonios’. El exorcismo, además, es un mandato directo
al demonio, mientras que la oración de liberación es una súplica a Dios o a la
Virgen para que intervenga”.
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