Ermitaño y con 1.500 asistentes a sus misas, Francisco Dengo ha sido nombrado exorcista en un país muy necesitado de su labor.
El 8 de junio, el obispo de la
diócesis costaricense de Tailarán-Liberia, José Salazar Mora, nombró al sacerdote Javier Francisco Dengo exorcista de la diócesis,
un sacerdote ermitaño querido
por sus feligreses a cuyas misas asisten más de 1.500 personas.
El padre Dengo nació el 28 de
diciembre de 1959 en la provincia de Heredia (Costa Rica). Tras su ordenación, decidió retirarse a una vida contemplativa y fundó una comunidad eremítica de
clausura, con raíces en la
espiritualidad del Carmelo y la Divina Misericordia.
ERMITAÑO, DE CLAUSURA Y
AHORA EXORCISTA
Como detalla el diario La
Teja, el sacerdote pasó en soledad los primeros 4
años tras la fundación de la comunidad, hasta que llegaron otros cuatro jóvenes con
vocación ermitaña. Los integrantes de la comunidad dividen su jornada en 8 horas de oración, 8 de trabajo y 8 de descanso, viviendo de su propio trabajo y saliendo tan
solo una vez al mes, para visitar una capilla de la Divina Misericordia.
Ahora, con 61 años y desde el
próximo 1 de septiembre, deberá compaginar su vocación contemplativa con la
misión que le ha encomendado el obispo al nombrarle exorcista de la diócesis.
Como ha confirmado el
obispo, Salazar Mora, el padre Dengo será el único que podrá hacer
exorcismos en la diócesis, pero no estará solo. “Le
he pedido que forme y capacite un equipo que lo apoye en las labores de
exorcista”, explicó el obispo, que le aconsejó ejercer su ministerio “con prudencia, discreción y sencillez, sin
sensacionalismos”.
El sacerdote Javier
Francisco Dengo comenzará su nuevo ministerio de exorcista en septiembre,
acompañado por un equipo al que deberá formar y enseñar.
MISAS DE TRES HORAS,
CON EXORCISMOS Y 1.500 ASISTENTES
Los feligreses del padre Dengo
han celebrado su nombramiento, aunque lo aprecian sobre todo como un buen
predicador y un pastor cercano. Una de sus feligresas, Lidieth, explica que el
sacerdote ermitaño “tiene al Espíritu Santo. Sus
misas eran como un regalo de Dios. Uno estaba deseando que llegará
esa misa para disfrutar varias horas de paz”.
A Lidieth no le importaba que sus
misas durasen más de tres horas. A ellas asistían regularmente 1.500 personas. “Sus
prédicas le llenaban el corazón a uno de Dios”.
“Hay una gran
felicidad. Una persona tan llena de Dios no tendrá problemas en ayudar a
quienes tengan problemas de demonios. De hecho, en sus misas el hacía oraciones
de liberación, y mucha gente terminaba librándose de posesiones. Él
tiene paz, amor y sanidad”, asegura la costarricense.
UNA LABOR NECESARIA EN
UN PAÍS CON MUCHOS CASOS
No son pocos los que consideran
-como el obispo- que su labor como exorcista es muy
necesaria. El periódico
costarricense cita al investigador de sucesos paranormales Federico Vargas
Delgado quien asegura que “el país tiene
muchos casos urgentes que ocupan los dones del padre Dengo. En una ocasión fui a una casa porque nos dijeron que
tenía un demonio. El señor nos recibió muy bien y revisamos toda la casa, pero
no encontramos nada. Al despedirnos, al señor le cambió la cara, la voz y comenzó
a maldecir, la posesión que tenía la casa se le pasó a él y
necesitaba un exorcista”.
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