jueves, 5 de septiembre de 2019

¿ALERGIA AL INCIENSO?


Es una nueva enfermedad muy difundida. Un brote que llegó a convertirse en epidemia, una patología que no salió en los medios de comunicación ni en revistas eclesiásticas: el incienso estorbaba en la liturgia y se fue reduciendo su uso hasta hacerlo casi desaparecer en muchas parroquias. No provocaba síntomas cutáneos ni se requerían mascarillas porque dificultara la respiración de los fieles y hubiera falta de ventilación en los templos católicos.
  La sintomatología era otra: molestaba en el alma. Creaba repulsión desde el momento en que se iba secularizando todo y la liturgia también. Generaba irritación a aquellos que concebían la liturgia en términos humanos, muy humanos, de “fiesta”, “comida”, “encuentro de hermanos”, etc., y toda esa cantinela. La sacralidad de la liturgia se la borraba de un plumazo. Y es que un incensario humeante en la iglesia es creador de un clima sagrado, ofreciendo a Dios todo honor y gloria.
  ¿No parece hora ya de superar esa secularización de la liturgia? ¿No es momento, por fin, de recuperar lo que crea devoción y sentido de lo sagrado en aquello que es sagrado por naturaleza, como lo es la liturgia? Pues un paso sencillo es recuperar el incienso.
    El incienso debería ser usado, con normalidad, en las solemnidades del año litúrgico y en las fiestas del titular (de la parroquia o del convento); pero, creo yo, se debería extender su uso a más domingos del año, comenzando por los domingos de la Santa Pascua hasta Pentecostés, en la Misa mayor de la parroquia (con canto y órgano) y/o en la Misa conventual. Se enriquecería sobremanera la vivencia espiritual de la liturgia siendo conscientes de que la liturgia glorifica a Dios y ése es su fin, junto al de la santificación de las almas.
 ¿Qué dice el Misal sobre el incienso?
 IGMR 276. La turificación o incensación expresa reverencia y oración, tal como se indica en la Sagrada Escritura (cfr. Sal 140, 2; Ap 8, 3).
 El incienso puede usarse a voluntad en cualquier forma de Misa:
     a) durante la procesión de entrada;
     b) al inicio de la Misa para incensar la cruz y el altar;
     c) para la procesión y proclamación del Evangelio;
     d) después de ser colocados el pan y el vino sobre el altar, para incensar las ofrendas, la cruz y el altar, así como al sacerdote y al pueblo;
     e) en la elevación de la Hostia y del cáliz después de la consagración.
     Y a continuación, explica cómo incensar, los distintos movimientos del incensario:
 277. El sacerdote, cuando pone incienso en el turíbulo, lo bendice con el signo de cruz sin decir nada.
 Antes y después de la incensación se hace inclinación profunda a la persona o al objeto que se inciensa, exceptuados el altar y las ofrendas para el sacrificio de la Misa.
 Con tres movimientos del turíbulo se inciensan el Santísimo Sacramento, las reliquias de la santa Cruz y las imágenes del Señor expuestas para pública veneración, las ofrendas para el sacrificio de la Misa, la cruz del altar, el Evangeliario, el cirio pascual, el sacerdote y el pueblo.
 Con dos movimientos del turíbulo se inciensan las reliquias y las imágenes de los Santos expuestas para pública veneración, y únicamente al inicio de la celebración, después de la incensación del altar.
 El altar se inciensa con un único movimiento, de esta manera:
     a) Si el altar está separado de la pared, el sacerdote lo inciensa circundándolo.
     b) Pero si el altar no está separado de la pared, el sacerdote, al ir pasando, inciensa primero la parte derecha y luego la parte izquierda.
 La cruz, sí está sobre el altar o cerca de él, se turifica antes de la incensación del altar, de lo contrario cuando el sacerdote pasa ante ella.
 El sacerdote inciensa las ofrendas con tres movimientos del turíbulo, antes de la incensación de la cruz y del altar, o trazando con el incensario el signo de la cruz sobre las ofrendas.
Es una enseñanza clara: ¡lástima que a veces se inciense sin la inclinación previa ni posterior, o se altere el orden de la incensación a la cruz y al altar, o se inciense la imagen que preside en el ofertorio! Hay que releer estas normas y conocerlas bien.
            ¿Hay más entonces? Leamos también lo que prescribe el Caeremoniale episcoporum:
84. El rito de la incesnación expresa reverencia y oración, como se indica en el salmo 140,2 y en el Apocalipsis 8, 3.
85. La materia que se pone en el incensario debe ser solo incienso puro de suave olor y, si se le añade algo, cuídese que la cantidad de incienso sea mucho mayor.
86. En la misa estacional del obispo se utiliza el incienso [y es una referencia para la misa presidida también por un sacerdote, como vimos en la IGMR]:
a)      Durante la procesión de entrada;
b)      Al comienzo de la misa para incensar el altar;
c)      En la procesión y proclamación del Evangelio;
d)     En el ofertorio, para incensar los dones, el altar, la cruz, al obispo, a los concelebrantes y al pueblo [obsérvese que no se inciensa imagen alguna];
e)      En la elevación de la hostia y del cáliz, tras la consagración.
En las demás misas puede utilizarse el incienso, si se considera oportuno.
 ¿CÓMO SE PONE EL INCIENSO EN EL TURÍBULO O INCENSARIO?
90. El obispo se sienta para poner incienso en el incensario cuando está en la cátedra o en otra sede; si no, lo pone estando en pide, de la naveta que el diácono le ofrece, y lo bendice con la señal de la cruz, sin decir nada.
Después el diácono recibe el incensario del acólito y lo entrega al obispo.
Y ahora las normas de la incensación, que debemos conocer y los ministros deben respetar y cumplir.
91. Antes y después de la incensación se hace una reverencia profunda a la persona u objeto que se inciensa, a excepción del altar y de las ofrendas para el sacrificio de la misa.
92. Según la tradición propia de las diócesis de España, se inciensan con tres movimientos dobles de incensario el Santísimo Sacramento, las reliquias de la santa cruz y las imágenes del Señor expuestas solemnemente, las ofrendas, la cruz del altar, el Evangeliario, el cirio pascual, al obispo o al presbítero celebrante, a la autoridad civil que por su oficio asista a la celebración sagrada, al coro, al pueblo y al cuerpo del difunto.
      Con dos movimientos dobles se inciensan las reliquias y las imágenes de los santos expuestas a la pública veneración.
93. El altar se inciensa con movimientos sencillos de incensario, de este modo:
            a) si el altar está separado de la pared, el obispo lo inciensa rodeándolo;
            b) si el altar no está separado de la pared, el obispo, yendo desde un lado hasta el otro, incienso primero la parte derecha del altar y luego la izquierda.
            Si la cruz está situada sobre el altar o junto a él, se inciensa antes que el altar; en caso contrario, el obispo la inciensa cuando pase ante ella.
            Las ofrendas se inciensan antes que el altar y la cruz.
94. El Santísimo Sacramento se inciensa estando el obispo arrodillado [y lógicamente, todos estarán de rodillas, clero y fieles].
95. Las reliquias y las imágenes sagradas expuestas a la pública veneración se inciensan después del altar; en la misa, únicamente al comienzo de la celebración [por tanto, en el ofertorio no se inciensa imagen alguna].
            Repasando todo esto, o divulgándolo en este artículo, ojalá disminuya la alergia al incienso y por el contrario se aumente y se frecuente su uso en la liturgia. Será un signo de sacralidad, una alabanza hecha perfume y homenaje a gloria de Dios. ¿Acaso no es esto la liturgia?
Javier Sánchez Martínez

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