jueves, 19 de septiembre de 2019

NO EXISTE EL GEN GAY


A mí me enseñaron en Filosofía lo siguiente: «contra el hecho no valen argumentos», y cada día hay más personas en todo el mundo que partiendo de la homosexualidad han llegado a la heterosexualidad.
Las dos revistas científicas de más prestigio mundial son Science y Nature. Publicar un artículo en cualquiera de ellas significa consagrarse como científico.
Pues bien, en el ABC del 30 de Agosto leo un artículo firmado por N. Rodríguez de Castro en el que hace referencia a un trabajo publicado por la revista Science, en el que se nos dice que en la mayor investigación internacional realizada hasta la fecha, muestra que las variantes genéticas de una persona no predicen de manera significativa si se tendrá una orientación sexual determinada. Influyen los genes, pero también el entorno del individuo. No existe el gen gay. La genética es un factor contribuyente, pero que sin embargo no explica todo el comportamiento sexual.
En el 2013 escribí un libro, publicado en Libros Libres, titulado “¿Puede tener esperanza el homosexual?, en el que sobre las causas de la homosexualidad escribía: 
a) hipótesis genética, Para Francis C. Collins, que fue director del proyecto Genoma Humano: "Un área de interés público especialmente fuerte es la base genética de la homosexualidad. La evidencia en estudios de gemelos demuestra que hay factores heredables que juegan un papel en la homosexualidad masculina. Sin embargo, la posibilidad de que el gemelo idéntico de un hombre homosexual también sea gay es de sólo un 20% (la posibilidad de que un hombre al azar sea gay es entre un 2 y 4%). Esto indica que la orientación sexual tiene influencia genética pero no viene incrustada en el ADN y como quiera que los genes estén implicados es mediante predisposiciones y no predeterminaciones". Es decir: influye, pero no determina;
b) hipótesis biológica, pues se dice que los varones heterosexuales tienen más desarrollada que los varones homosexuales y que las mujeres una de las zonas del hipotálamo, lo que daría a la homosexualidad una base biológica y neuronal, pero también investigaciones recientes afirman que no hay motivo para admitir la existencia de una homosexualidad transmitida hereditariamente. El estudio al que hemos hecho referencia descarta la existencia del gen gay;
c) hipótesis psicodinámica, con fijación en la madre y pérdida de la figura paterna y en las mujeres el no abandono de la fijación en la madre;
d)  hipótesis ambiental, muy relacionada con la anterior, cargando el acento en la baja estima propia debida especialmente a experiencias infantiles en el seno de la familia nuclear, conductas de rechazo por los compañeros, no conformidad con el propio sexo en la niñez y las preferencias homosexuales en la adolescencia; dándose más fácilmente en familias conflictivas. Los motivos psicológicos, sociológicos y las modas condicionan los comportamientos de las personas y son generalmente mucho más importantes que los factores orgánicos. Por ello muchos psiquiatras tienden a ver la homosexualidad como una interrupción o bloqueo en el desarrollo psicosexual del individuo. Para éstos, entre otros R. Cohen, Nicolosi, Van der Aardweg y A. Polaino, nadie nace con una orientación homosexual, ni existen datos científicos que indiquen una base genética para las atracciones hacia personas del mismo sexo, sino que esta atracción es el resultado de traumas sin resolver que conducen a una confusión de género. Muchos pacientes destacan que las necesidades afectivas no satisfechas constituyen la base de la atracción homosexual. La orientación sexual es el resultado de un proceso histórico y no de un hecho que se impone desde el nacimiento. Con frecuencia, es un problema inherente al desarrollo,  a menudo consecuencia de las primeras incomprensiones entre padre e hijo. La verdadera libertad consiste en vivir de acuerdo con la verdadera naturaleza de cada uno. El desarrollo heterosexual requiere el sostén y la colaboración de ambos padres, especialmente en el momento en que el chico vive la separación de la madre y el sucesivo proceso de identificación con el padre. Del fracaso de la relación entre padre e hijo puede surgir la incapacidad de interiorizar la propia identidad sexual masculina, lo que también tiene consecuencias durante la infancia y la adolescencia en sus relaciones con los coetáneos de su sexo.
Estos autores piensan por tanto que la homosexualidad se aprende, es decir ven su origen en el clima familiar y social, pues consideran que muchos varones homosexuales tienen o han tenido una relación anormalmente estrecha con su madre, así como tensa y hostil con su padre, por lo que el chico incurre en una reacción defensiva de rechazo de lo masculino, dificultando así su maduración e identidad sexual. Muchas veces las madres también contribuyen, pues aunque desean lo mejor para sus hijos, están demasiado encima y son incapaces de reconocer y responder a sus necesidades auténticas. Parece ser que los factores educativos, afectivos y ambientales, y no sólo los biológicos, influyen en la identidad sexual. Con ello uno se hace homosexual, sucediendo algo parecido, cambiando lo que hay que cambiar, en la homosexualidad femenina, es decir la condición homosexual generalmente indica un insano apego o desapego emocional extremo con uno o con ambos padres.
A mí me enseñaron en Filosofía lo siguiente: “contra el hecho no valen argumentos”, y cada día hay más personas en todo el mundo que partiendo de la homosexualidad han llegado a la heterosexualidad. La reorientación sexual por tanto es posible, por lo que no está justificada la afirmación del lobby LGTBI de que ello es imposible, si bien se necesita la motivación del paciente para cambiar, su fe religiosa y un tratamiento terapéutico en el que el primero que crea en la posibilidad del cambio sea el propio terapeuta. Además, científicamente por supuesto valoro más a la revista Science que al lobby LGTBI.
Pedro Trevijano, sacerdote

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