Durante la pasada solemnidad de San Pedro y San
Pablo, celebrada el 29 de junio, el Papa Francisco regaló al Patriarca de
Constantinopla, Bartolomé I, una urna con algunos fragmentos óseos de San
Pedro.
Se trata de nueve pequeños fragmentos de hueso que
el Papa Pablo VI ordenó sacar de la tumba de San Pedro, bajo la basílica
vaticana, y depositar en una urna que, hasta ahora, se guardaba en los
apartamentos pontificios del Palacio Apostólico.
Dos meses después de aquel gesto, el 30 de agosto, el Pontífice
escribió al Patriarca de Constantinopla una carta,
difundida por la Sala de Prensa este viernes 13 de septiembre, en la que
explica el significado de este regalo.
En la carta, el Santo Padre destaca que se trata de un acto de
significado ecuménico, ya que ahora estas reliquias de San Pedro reposarán
junto a las reliquias del apóstol San Andrés, patrono de la Iglesia de
Constantinopla.
“Este gesto quiere ser una confirmación del camino
que nuestras Iglesias han emprendido para acercarse unas a otras: un camino que
a veces es exigente y difícil, pero que va acompañado de claros signos de la
gracia de Dios”, explicó el Papa.
“Continuar este camino requiere sobre todo una
conversión espiritual y una renovada fidelidad al Señor, que quiere de nosotros
un mayor compromiso y pasos nuevos y valientes. Las dificultades y los
desacuerdos –ahora y en el futuro– no deben distraernos de nuestro deber y
responsabilidad como cristianos, y en particular como pastores de la Iglesia,
ante Dios y ante la historia”.
En este sentido, destacó que “la
reunificación de las reliquias de los dos apóstoles puede ser también un
recordatorio y un estímulo constante para que, en este camino en curso,
nuestras diferencias no sean ya un obstáculo a nuestro testimonio común y a
nuestra misión evangelizadora al servicio de la familia humana, que hoy está
tentada de construir un futuro puramente mundano, un futuro sin Dios”.
Además, en su carta el Papa Francisco señala que el envío de estas
reliquias de San Pedro son una respuesta al icono de San Pedro y San Andrés que
hace más de 50 años el Patriarca Atenágoras hizo a Pablo VI en Jerusalén.
Aquel icono también tenía una fuerte representación ecuménica. En él,
los dos hermanos Pedro y Andrés se abrazaban unidos en la fe y en el amor a
Cristo.
“Este icono”, explicó Francisco,
“que por voluntad del Papa Pablo VI se expone ahora
en el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, se
ha convertido para nosotros en un signo profético de la restauración de esa
comunión visible entre nuestras Iglesias a la que aspiramos y por la que oramos
y trabajamos fervientemente”.
Por lo tanto, “en la paz que viene de la
oración, sentí que tendría un significado importante que algunos fragmentos de
las reliquias del apóstol Pedro fueran colocados junto a las reliquias del
apóstol Andrés, que es venerado como el patrono celestial de la Iglesia de
Constantinopla”.
“Creo que este pensamiento me venga del Espíritu
Santo, que de tantas maneras urge a los cristianos a redescubrir la plena
comunión por la que Nuestro Señor Jesucristo había orado en vísperas de su
gloriosa Pasión”, destacó.
Redacción ACI
Prensa
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