lunes, 18 de marzo de 2019

TESTIMONIO – LOS VIAJES DE MIS HIJOS


Visa para no verte o para que no me veas más.
Cuando mi tercer hijo “Claudio Fernando”, a los 18 días de nacido, luego que lo llevé tres veces a la clínica porque lo veía mal (un padre nunca se equivoca) -y me lo regresaban diciendo que estaba bien - recién lo aceptaron los médicos y me dijeron que había contraído un virus – en la misma clínica - y que “nada se podía hacer”, que se iba a morir.

Por “Gracia de Dios” y por lo que había aprendido en el Colegio “San José” de los Hermanos Maristas de Huacho (a 150 kilómetros al norte de Lima, la Capital del Perú) de que en caso de peligro de muerte, cualquiera podía bautizar, así seas ateo, protestante o de cualquier religión, siempre en cuando utilices la formula “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, sin necesidad de que sea con agua bendita, a sea con cualquier agua que tenga a la mano, lo hice, y le di la VISA para el cielo. Se fue directamente al cielo, al menos en mi entendimiento de esa época, y desde ahí me cuida. Sé que si Dios quiere lo volveré a ver muy pronto.

Actualmente la Iglesia Católica, ha descartado que exista el “LIMBO”, (donde se suponían que los niños, que morían sin ser bautizados, se iban hasta el Juicio Final, y ahí, recién se iban al cielo). Ahora se sabe que todos los niños que mueren sin ser bautizados se van al cielo. Gracias a Juan Pablo II, que por obra del Espíritu Santo, decretó eso.

Luego, mi cuarto hijo, Richi, se fue a trabajar a Costa Rica. Mi corazón se partía en mil pedazos cuando lo vi partir…. pero lo superé.

Ahora, a mi segundo hijo, que se llama igual que yo “José Miguel”, le acaban de aprobar una VISA de trabajo a USA (Miami), y no sé si me volverá a ver o si yo lo volveré a ver… por mi edad.

En este momento estoy tendido en mi mesa de ejercicios espirituales, con unas pesas de más de 1,000 kilos tratando de levantarlas, y sé que, con mis lágrimas a Dios y a su Santísima Madre las voy a levantar, porque ellos son mi fuerza. Sólo les pido a ellos que se encarguen de él, que lo protejan y que lo ayuden a salir adelante.

Sé que nada es mío, que Dios me lo dio, y Él sabrá por qué se lo lleva de mi lado. Sólo sé que Él y María Santísima me lo cuidarán.

Les cuento todo esto para que sepan que, hasta los que estamos cerca del Señor tenemos que sufrir de alguna forma u otra, y quizá más que otros para nuestro perfeccionamiento en el Señor… son pruebas que Él nos pone para saber si, a pesar de todo, lo seguimos amando. Nada es fácil para nuestros pobres sacerdotes, religiosas o laicos comprometidos como yo.

Gracias a todos los de mi grupo de oración – que realmente el grupo es de Dios, porque Él me envió a las personas - que pidieron por la VISA (a mi pedido) -, y porque, con sus oraciones me están fortificando.

¡Hijo… anda con Dios y con María Santísima, aunque no nos veamos muy pronto! ¡Siempre estarás en mis oraciones y en mi corazón!

José Miguel Pajares Clausen

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