La
constitución de Estados Unidos fue uno de los grandes avances de la Humanidad. Todos
nos podemos sentir orgullosos de que aquellos colonos fueran dirigidos por una
élite en la dirección correcta: la de la Libertad.
Y que lo hicieran con tanta sensatez y realismo.
Pero los
siglos han pasado y son varios los autores que han llamado la atención sobre el
hecho de que esa constitución crea muy buenos contrapesos al Poder, pero que lo
hace a través de sistemas de bloqueo.
Es decir,
la maquinaria no ofrece tan buenas soluciones para desbloquear una situación de
enfrentamiento entre instituciones como para limitar el Poder. En principio, se
supone que el sentido común se impondrá y que el consenso surgirá.
En
teoría, los votantes captarán lo correcto y elegirán a gobernantes y
representantes aptos para el consenso. Pero superada una crisis, los nuevos
elegidos si no se ponen de acuerdo afrontarán un nuevo bloqueo. Esta situación
puede reiterarse legislatura tras legislatura, y el Pueblo elegir a quienes
vayan tomando posturas más tercas. Como se ve, la maquinaria constitucional de
ese gran país no es perfecta.
El hecho de que millones de
funcionarios no vayan a cobrar sus sueldos durante días o semanas es la prueba
de que un sistema constitucional como ese requiere ciertos ajustes. Por
ejemplo, sería un aire renovador que, en determinados casos, el Poder Ejecutivo
fuera ejercido por los obispos. Y, en casos de mayor urgencia, los canónigos de
la nación ejercieran un poder colegiado sobre el Senado. Simplemente, lo dejo
caer.
P. FORTEA
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