jueves, 23 de agosto de 2018

EL CARDENAL DE BOSTON PIDE PERDÓN POR NO HABER LEÍDO UNA CARTA SOBRE LOS ACTOS INMORALES DEL EX-CARDENAL MCCARRICK


Su secretario no se la dio para que la leyera

El cardenal O´Malley ha pedido disculpas por no haber leído una carta que el P. Boniface Ramsey envió a su oficina denunciando las relaciones homosexuales entre el ex-cardenal McCarrick y seminaristas.
(Life Site News/InfoCatólica) El padre Boniface Ramsey,  profesor en el Seminario de la Inmaculada Concepción de Newark desde 1986 hasta 1996, es uno de los clérigos que conocía el comportamiento de depredador sexual de McCarrick e intentó detenerlo.
«He llamado la atención sobre esto durante 30 años sin llegar a ningún lado», declaró al New York Times en julio. No fue por mmo intentarlo. «Al principio de mi mandato en el seminario», escribió Ramsey en su carta a O'Malley, «escuché de varios seminaristas que el Arzobispo McCarrick tenía la costumbre de invitar a seminaristas a su casa en la costa de Nueva Jersey, y siempre había un seminarista más que el número camas; al seminarista extra se le decía que podía compartir la cama del arzobispo».
«El arzobispo McCarrick le pedía al rector del seminario que encontrara seminaristas para ir a su casa en la playa, lo cual el rector hizo aparentemente con gran renuencia, sin saber cómo rechazar tal rutina», continuó Ramsey. «El rector era un hombre al que admiraba y amigo mío. Cuando tuve la oportunidad de hablar con él sobre este tema, se decidió a resistir los deseos del arzobispo, y creo que lo hizo. No estoy seguro, sin embargo, de que el arzobispo dejara de invitar seminaristas».
«También hubo historias de seminaristas y jóvenes de edad similar que compartían la residencia del arzobispo, de privilegios especiales (como estudiar en Roma) para sus "sobrinos", etc. Algunas de estas historias no me fueron presentadas como meros rumores, sino que me las dijeron personas directamente involucradas».
Al principio Ramsey estuvo inclinado a guardar silencio, pensando que el escándalo era un «secreto natural», pero cuando descubrió que los hábitos de McCarrick eran ampliamente conocidos, se sintió liberado de la confidencialidad. Le habló primero a un amigo arzobispo sobre el asunto, y luego, cuando en 2000 McCarrick fue nombrado arzobispo de Washington DC, el sacerdote llevó el asunto a una autoridad superior.
Ramsey informó del comportamiento de McCarrick al nuncio papal, el arzobispo Gabriel Montalvo, quien le aconsejó que escribiera al Vaticano sobre el asunto. Ramsey lo hizo, pero nunca recibió una respuesta. También escribió al difunto cardenal Edward Egan, ex arzobispo de Nueva York, y al cardenal O'Malley de Boston.
Precisamente el cardenal de Boston asegura en su carta de ayer que «en julio del 2015, el Rev. Bonifacio Ramsey envió una carta que se recibió en mi oficina en el Centro Pastoral de la Archidiócesis de Boston», dijo O'Malley en su disculpa.
Ramsey se puso en contacto con O'Malley porque éste era el presidente de la Pontificia Comisión de Menores. Sin embargo, el cardenal asegura que nunca leyó la carta, porque su secretario, el P. Robert Kickham, decidió que las fechorías de McCarrick con adultos eran legales y caían fuera del ámbito de su jefe. Ahora O'Malley lamenta la decisión de su asistente:
«En retrospectiva, ahora está claro para el P Kickham y para mí, que yo debería haber leído esa carta, precisamente porque hacía afirmaciones sobre el comportamiento de un Arzobispo en la Iglesia. Asumo la responsabilidad de los procedimientos seguidos en mi oficina y también estoy dispuesto a modificar dichos procedimientos a la luz de esta experiencia».
El cardenal explica que tuvo conocimiento por primera vez de la carta del P. Ramsey por los medios de comunicación y por ello le pide disculpas. Y añade:
«Las acusaciones con respecto a los crímenes sexuales del Arzobispo McCarrick eran desconocidas para mí hasta los informes recientes de los medios de comunicación. Entiendo que no todos aceptarán esta respuesta dado el modo en que la Iglesia ha erosionado la confianza de nuestra gente. Mi esperanza es que podamos reparar la confianza y la fe de todos los católicos y de la comunidad en general en virtud de nuestras acciones y nuestra rendición de cuentas sobre cómo respondemos a esta crisis».

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