Confrontar lo que “se
dice” con los datos.
MITO 1: ES MÁS PROBABLE
QUE SACERDOTES CATÓLICOS, EN COMPARACIÓN CON OTROS GRUPOS DE HOMBRES, SEAN
PEDÓFILOS
Esto es
simplemente falso. No existe evidencia alguna de que los sacerdotes estén más
inclinados a abusar de los niños que otros grupos de hombres. El uso y abuso de
los niños como objeto de gratificación sexual por parte de los adultos es
epidémico en todas las clases sociales, profesiones, religiones y grupos
étnicos alrededor del mundo, según lo demuestran claramente las estadísticas
acerca de la pornografía, el incesto y la prostitución infantil. La pedofilia
(el abuso sexual de niños preadolescentes) entre los sacerdotes es extremamente
rara, pues afecta solamente al 0.3% del
clero mundial. Esta cifra, citada en el libro Pedophiilia and Piresthood
(Pedofilia y Sacerdocio), escrito por el estudioso no-católico Philip Jenkins,
está tomada del estudio más amplio que existe hoy día sobre este tema. Concluye
que solamente uno de entre 2,252 sacerdotes que formaron parte del estudio a lo
largo de un período de más de 30 años, se ha visto afectado por la pedofilia.
En los escándalos recientes de Boston, solamente 4 de entre más de los 80
sacerdotes etiquetados por los medios de comunicación como “pedófilos” son en realidad culpables de abusar de
niños pequeños. La
pedofilia es un tipo particular de desorden sexual compulsivo en el cual un
adulto (hombre o mujer) abusa de niños preadolescentes. La gran mayoría de los
escándalos sexuales del clero que están saliendo a la luz ahora no entran
propiamente en la categoría de pedofilia. Más bien, se deben calificar como
efebofilia o atracción homosexual hacia adolescentes. Aunque el número total de
sacerdotes que cometen abuso sexual es mucho más alto que el de los que son
culpables de pedofilia, la cifra total queda aún por debajo del 2% que es
semejante al porcentaje que se da entre hombres casados (Jenkins, Pedophilia
and Priests). Con
ocasión de la crisis actual en la Iglesia, otros grupos religiosos e
instituciones no religiosas han admitido tener problemas semejantes tanto de
pedofilia como de efebofilia entre las filas de su clero o personal. No hay
evidencia de que la pedofilia sea más común entre el clero católico, que entre
los Ministros protestantes, los líderes Judíos, los médicos, o miembros de
cualquier otra institución en la que los adultos ocupen posiciones de autoridad
sobre los niños.
MITO 2. EL ESTADO
CÉLIBE DE LOS SACERDOTES CONDUCE HACIA LA PEDOFILIA
El
celibato no es causa de ninguna adicción sexual desviada, entre las que se
cataloga la pedofilia. De hecho, en comparación con los sacerdotes, es tan
probable que los hombres casados abusen sexualmente de los niños (Jenkins,
Pedophilia and Priests). Entre la población general, la mayoría de los
transgresores son hombres heterosexuales reincidentes que abusan sexualmente de
las niñas. También hay mujeres que cometen este tipo de abusos sexuales. Aunque
es difícil obtener estadísticas exactas sobre el abuso sexual de los niños, los
rasgos característicos de los que repetidamente cometen abuso sexual con niños
han sido bien descritos. El perfil de los abusadores sexuales de niños nunca
incluye adultos normales que se sienten atraídos eróticamente hacia los niños
como resultado de la abstinencia (Fred Berlin, Compulsive Sexual Behaviors, in
Addiction and Compulsion Behaviors [Boston: NCBC, 1998]; Patrick J. Carnes,
Sexual Compulsion: Challenge for Church Leaders, in Addiction and Compulsion;
Dale O’Leary, Homosexuality and Abuse).
MITO 3. SI LOS
SACERDOTES SE CASARAN, DESPARECERÍAN LA PEDOFILIA Y OTRAS FORMAS DE CONDUCTA
SEXUAL DESVIADA
Algunas personas incluyendo algunos disidentes católicos que suelen expresar su disconformidad en público se están aprovechando de esta crisis para promover sus propios intereses. Como respuesta a los escándalos, algunos están exigiendo que el clero sea casado, como si el matrimonio hiciera que “ciertos” hombres dejasen de molestar sexualmente a los niños. Esta afirmación se desmiente con las estadísticas mencionadas antes sobre el hecho de que, comparados con los sacerdotes célibes, es igualmente común que los hombres casados abusen sexualmente de los niños. (Jenkins, Pedophilia and Priests). Dado que ni el ser católico ni el ser célibe predispone a una persona a caer en la pedofilia, el clero casado no resolvería el problema (Doctors call for pedophilia research, The Hartford Currant, March 23). No hay más que mirar a las crisis en otras religiones, sectas o profesiones para ver este punto con claridad. El hecho es que hombres heterosexuales sanos no suelen caer en la atracción erótica hacia los niños como resultado de su abstinencia.
Algunas personas incluyendo algunos disidentes católicos que suelen expresar su disconformidad en público se están aprovechando de esta crisis para promover sus propios intereses. Como respuesta a los escándalos, algunos están exigiendo que el clero sea casado, como si el matrimonio hiciera que “ciertos” hombres dejasen de molestar sexualmente a los niños. Esta afirmación se desmiente con las estadísticas mencionadas antes sobre el hecho de que, comparados con los sacerdotes célibes, es igualmente común que los hombres casados abusen sexualmente de los niños. (Jenkins, Pedophilia and Priests). Dado que ni el ser católico ni el ser célibe predispone a una persona a caer en la pedofilia, el clero casado no resolvería el problema (Doctors call for pedophilia research, The Hartford Currant, March 23). No hay más que mirar a las crisis en otras religiones, sectas o profesiones para ver este punto con claridad. El hecho es que hombres heterosexuales sanos no suelen caer en la atracción erótica hacia los niños como resultado de su abstinencia.
MITO 4. EL CELIBATO
SACERDOTAL FUE UNA INVENCIÓN MEDIEVAL
Mentira.
En la Iglesia católica de Occidente, el celibato se practicó ya universalmente
a partir del siglo IV, comenzando con la adopción que S. Agustín hizo de la
disciplina monástica para todos sus sacerdotes. Además de las muchas razones
prácticas para adoptar esta disciplina se suponía que era un buen medio para
evitar el nepotismo el estilo de vida célibe permitía a los sacerdotes ser más
independientes y disponibles. Este ideal era también una oportunidad para que
los sacerdotes dieran también testimonio del mismo estilo de vida que sus
hermanos los monjes. La Iglesia no ha cambiado las normas del celibato, porque
con el paso de los siglos se ha dado cuenta del valor práctico y espiritual que
posee (Pablo VI, carta encíclica sobre El celibato sacerdotal, 1967). De hecho,
incluso en la Iglesia católica del Este que admite también la posibilidad de
tener sacerdotes casados los obispos son elegidos solamente entre los
sacerdotes no casados. Cristo reveló el verdadero valor y significado del
celibato. Los sacerdotes católicos, desde S. Pablo hasta el presente le han
imitado en la total donación de si mismos a Dios y a los demás viviendo célibes.
Aunque Cristo elevó el matrimonio al nivel de sacramento que revela el amor y
vida de la Santísima Trinidad, él fue también testigo vivo de la vida futura.
Los sacerdotes célibes son para nosotros testigos vivos de esta vida futura en
la cual la unidad y el gozo del matrimonio entre un hombre y una mujer son
sobrepasados por la perfecta y amorosa comunión con Dios. El celibato entendido
y vivido adecuadamente libera a la persona para amar y servir como Cristo lo
hizo. En los últimos cuarenta años, el celibato ha sido un testimonio todavía
más poderoso del sacrificio amoroso de hombres y mujeres que se ofrecen a sí
mismos para servir a sus comunidades.
MITO 5. MUJERES SACERDOTES
AYUDARÍAN A SOLUCIONAR EL PROBLEMA
No hay en absoluto ninguna conexión lógica entre el comportamiento desviado de una pequeña minoría de sacerdotes varones y la inclusión en sus filas de las mujeres. Aunque es verdad que según muestran la mayoría de las estadísticas sobre abuso de niños es más común que los hombres abusen de ellos, el hecho es que también hay mujeres que molestan sexualmente a los niños. En 1994, el National Opinion Research Center demostró que la segunda forma más común de abuso sexual de niños era el de mujeres que abusaban de niños varones. Por cada tres varones abusadores sexuales de niños, hay una mujer abusadora. Las estadísticas sobre las mujeres que abusan sexualmente de otros son más difíciles de obtener porque el crimen es más oculto (entrevista con el Dr. Richard Cross, “Una cuestión de carácter”, National Opinion Research Center; cf. Carnes). Además, es más improbable que sus víctimas más frecuentes, los niños, reporten los abusos sexuales, especialmente cuando el abusador es una mujer (O’Leary, Child Sexual Abuse). Hay razones por las cuales la Iglesia no puede ordenar sacerdotes a las mujeres (como Juan Pablo II ha explicado en numerosas ocasiones). Pero esto nos sacaría ahora del tema. El debate sobre la ordenación de las mujeres no está para nada relacionado con el problema de la pedofilia ni con otras formas de abuso sexual.
No hay en absoluto ninguna conexión lógica entre el comportamiento desviado de una pequeña minoría de sacerdotes varones y la inclusión en sus filas de las mujeres. Aunque es verdad que según muestran la mayoría de las estadísticas sobre abuso de niños es más común que los hombres abusen de ellos, el hecho es que también hay mujeres que molestan sexualmente a los niños. En 1994, el National Opinion Research Center demostró que la segunda forma más común de abuso sexual de niños era el de mujeres que abusaban de niños varones. Por cada tres varones abusadores sexuales de niños, hay una mujer abusadora. Las estadísticas sobre las mujeres que abusan sexualmente de otros son más difíciles de obtener porque el crimen es más oculto (entrevista con el Dr. Richard Cross, “Una cuestión de carácter”, National Opinion Research Center; cf. Carnes). Además, es más improbable que sus víctimas más frecuentes, los niños, reporten los abusos sexuales, especialmente cuando el abusador es una mujer (O’Leary, Child Sexual Abuse). Hay razones por las cuales la Iglesia no puede ordenar sacerdotes a las mujeres (como Juan Pablo II ha explicado en numerosas ocasiones). Pero esto nos sacaría ahora del tema. El debate sobre la ordenación de las mujeres no está para nada relacionado con el problema de la pedofilia ni con otras formas de abuso sexual.
MITO 6. LA
HOMOSEXUALIDAD NO ESTÁ CONECTADA CON LA PEDOFILIA
Esto es simplemente falso. Es tres veces más probable que los homosexuales sean pedófilos que los hombres heterosexuales. Aunque la pedofilia exclusiva (atracción hacia los preadolescentes) es un fenómeno extremo y raro, un tercio de los varones homosexuales sienten atracción por los adolescentes (Jenkins, Priests and Pedophilia). La seducción de adolescentes varones por parte de homosexuales es un fenómeno bien documentado. Esta forma de comportamiento desviado es el tipo más común de abuso obrado por sacerdotes y está directamente relacionado con el comportamiento homosexual. Como Michael Ross muestra en su libro, Goodbye!, Good Men (Adiós, hombres buenos!), hay una activa sub-cultura homosexual dentro de la Iglesia. Esto se debe a varios factores. La confusión que se ha dado en la Iglesia como resultado de la revolución sexual de los años 60, el tumulto posterior al Concilio Vaticano II, y una mayor aprobación de la homosexualidad por parte de la cultura. Todo esto hizo que se creara un ambiente en el cual homosexuales varones activos fueron admitidos y tolerados en el sacerdocio. La Iglesia se ha apoyado también más en la psiquiatría para valorar la idoneidad de a los candidatos al sacerdocio y para tratar a los sacerdotes que tenían problemas. En 1973, The American Psychological Association (Asociación Psicológica Americana) dejó de considerar la homosexualidad como una orientación objetivamente desordenada y la suprimió de su Manual Diagnóstico y Estadístico (Nicolosi, J., Reparative Therapy of Male Homosexuality, 1991; Diamond, E,. Et al. Homosexuality and Hope, documento no publicado de la CMA). Lógicamente, el tratamiento de comportamientos sexuales desviados se vio afectado por este cambio de actitud. Mientras la actitud de la Iglesia hacia quienes tienen problema de atracción homosexual se ha caracterizado por la compasión, también ha sido firme y constante en sostener el punto de vista de que la homosexualidad es objetivamente desordenada y que el matrimonio entre un hombre y una mujer es el único contexto propio para el ejercicio de la actividad sexual.
Esto es simplemente falso. Es tres veces más probable que los homosexuales sean pedófilos que los hombres heterosexuales. Aunque la pedofilia exclusiva (atracción hacia los preadolescentes) es un fenómeno extremo y raro, un tercio de los varones homosexuales sienten atracción por los adolescentes (Jenkins, Priests and Pedophilia). La seducción de adolescentes varones por parte de homosexuales es un fenómeno bien documentado. Esta forma de comportamiento desviado es el tipo más común de abuso obrado por sacerdotes y está directamente relacionado con el comportamiento homosexual. Como Michael Ross muestra en su libro, Goodbye!, Good Men (Adiós, hombres buenos!), hay una activa sub-cultura homosexual dentro de la Iglesia. Esto se debe a varios factores. La confusión que se ha dado en la Iglesia como resultado de la revolución sexual de los años 60, el tumulto posterior al Concilio Vaticano II, y una mayor aprobación de la homosexualidad por parte de la cultura. Todo esto hizo que se creara un ambiente en el cual homosexuales varones activos fueron admitidos y tolerados en el sacerdocio. La Iglesia se ha apoyado también más en la psiquiatría para valorar la idoneidad de a los candidatos al sacerdocio y para tratar a los sacerdotes que tenían problemas. En 1973, The American Psychological Association (Asociación Psicológica Americana) dejó de considerar la homosexualidad como una orientación objetivamente desordenada y la suprimió de su Manual Diagnóstico y Estadístico (Nicolosi, J., Reparative Therapy of Male Homosexuality, 1991; Diamond, E,. Et al. Homosexuality and Hope, documento no publicado de la CMA). Lógicamente, el tratamiento de comportamientos sexuales desviados se vio afectado por este cambio de actitud. Mientras la actitud de la Iglesia hacia quienes tienen problema de atracción homosexual se ha caracterizado por la compasión, también ha sido firme y constante en sostener el punto de vista de que la homosexualidad es objetivamente desordenada y que el matrimonio entre un hombre y una mujer es el único contexto propio para el ejercicio de la actividad sexual.
MITO 7. LA JERARQUÍA
CATÓLICA NO HA HECHO NADA PARA SOLUCIONAR LA PEDOFILIA
AUNQUE TODOS ESTAMOS DE ACUERDO EN QUE LA JERARQUÍA NO HA HECHO LO SUFICIENTE, ESTA AFIRMACIÓN ES, SIN EMBARGO, FALSA. CUANDO EL CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO FUE REVISADO EN 1983, SE AÑADIÓ UN PASAJE IMPORTANTE:
El clérigo que cometa de otro modo un delito contra el sexto mandamiento
del Decálogo, cuando este delito haya sido cometido con violencia o amenazas, o
públicamente o con un menor que no haya cumplido dieciséis años de edad, debe
ser castigado con penas justas, sin excluir la expulsión del estado clerical,
cuando el caso lo requiera. (Canon 1395, 2) Pero
ciertamente, no es lo único que la Iglesia ha hecho. Los obispos, comenzando
con el Papa Pablo VI en 1967, publicaron una advertencia dirigida a los fieles
sobre las consecuencias negativas de la revolución sexual. La encíclica papal Sacerdotalis
coelibatus (sobre el celibato sacerdotal), trató el tema del celibato
sacerdotal en medio de un ambiente cultural que exigía mayor “libertad” sexual. El Papa volvió a reafirmar el
celibato al mismo tiempo que apelaba a los obispos para que asumieran
responsabilidad por “los hermanos sacerdotes
afligidos por dificultades que ponen en peligro el don divino que han recibido”.
Aconsejaba a los obispos que buscaran ayuda para estos sacerdotes, o, en casos
graves, que pidieran la dispensa para los sacerdotes que no podían ser
ayudados. Además, les pidió que fuesen más prudentes al juzgar sobre la aptitud
de los candidatos al sacerdocio. En 1975,
la Iglesia publicó otro documento llamado Declaración sobre ciertas cuestiones
sobre la ética sexual (escrito por el cardenal Josef Raztinger) que trataba
explícitamente, entre otros asuntos, el problema de la homosexualidad entre los
sacerdotes. Tanto el documento de 1967 como el de 1975 tratan el tema de las
desviaciones sexuales, incluso la pedofilia y la efebofilia, que son
especialmente frecuentes entre los homosexuales. En 1994,
el Ad hoc Committee on Sexual Abuse (Comité sobre abuso sexual de la
Conferencia Episcopal Americana) publicó unas orientaciones dirigidas a las 191
diócesis de Estados Unidos para ayudarles a crear unas líneas de acción para
tratar el problema de abuso sexual de menores. Casi todas las diócesis
redactaron sus propias directrices (USCCB document: Guideliness for dealing
with Child sexual Abuse, 1993-1994). En estas fechas la pedofilia se reconocía
ya como un desorden que no podía ser curado, y como un problema que se estaba
agravando debido al aumento de la pornografía. Antes de 1994, los obispos
siguieron la opinión de los psiquiatras expertos que creían que la pedofilia
podía ser tratada con éxito. Los sacerdotes convictos de abuso sexual eran
enviados a uno de los establecimientos especializados de los Estados Unidos.
Los obispos frecuentemente se basaban en los juicios de los expertos para
determinar si los sacerdotes estaban listos para volver al ministerio. Esto no
mitiga la negligencia por parte de algunos miembros de la jerarquía, pero por
lo menos ayuda a entender mejor la cuestión. Como
respuesta a los escándalos recientes, algunas diócesis están creando comisiones
especiales para afrontar los casos de abuso de menores, y también están creando
grupos de defensa de las víctimas; y están reconociendo oficialmente que se
debe atender inmediatamente cualquier legítima acusación.
MITO 8. LA ENSEÑANZA DE
LA IGLESIA SOBRE MORALIDAD SEXUAL ES EL VERDADERO PROBLEMA, NO LA PEDOFILIA
La enseñanza de la Iglesia sobre la moralidad sexual se basa en la dignidad de la persona humana y en la bondad de la sexualidad humana. Esta enseñanza condena el abuso de los niños en todas sus formas, lo mismo que condena otros crímenes sexuales reprensibles como la violación, el incesto, la pornografía infantil y la prostitución infantil. En otras palabras, si estas enseñanzas se vivieran, no existiría el problema de la pedofilia. La creencia de que esta enseñanza conduce a la pedofilia se basa en un concepción falsa o en una deliberada falsa interpretación de la moral sexual católica. La Iglesia reconoce que la actividad sexual sin el amor y compromiso que se da solamente en el matrimonio, disminuye la dignidad de la persona humana y a fin de cuentas es destructiva. En lo que se refiere al celibato, siglos de experiencia han probado que hombres y mujeres pueden abstenerse de la actividad sexual al mismo tiempo que se realizan plenamente viviendo una vida sana y llena de sentido.
La enseñanza de la Iglesia sobre la moralidad sexual se basa en la dignidad de la persona humana y en la bondad de la sexualidad humana. Esta enseñanza condena el abuso de los niños en todas sus formas, lo mismo que condena otros crímenes sexuales reprensibles como la violación, el incesto, la pornografía infantil y la prostitución infantil. En otras palabras, si estas enseñanzas se vivieran, no existiría el problema de la pedofilia. La creencia de que esta enseñanza conduce a la pedofilia se basa en un concepción falsa o en una deliberada falsa interpretación de la moral sexual católica. La Iglesia reconoce que la actividad sexual sin el amor y compromiso que se da solamente en el matrimonio, disminuye la dignidad de la persona humana y a fin de cuentas es destructiva. En lo que se refiere al celibato, siglos de experiencia han probado que hombres y mujeres pueden abstenerse de la actividad sexual al mismo tiempo que se realizan plenamente viviendo una vida sana y llena de sentido.
MITO 9. LOS PERIODISTAS
CATÓLICOS HAN IGNORADO EL PROBLEMA DE LA PEDOFILIA
Como todo lector de CRISIS sabe, esta afirmación es claramente falsa. Nuestro artículo de portada de octubre de 2001 se titulaba así: The High Price of Priestly Pederasty, (El alto precio de la pederastia de los sacerdotes), una exposición del escándalo que saldría a la superficie en el resto de la prensa tres meses después. Puedes leer nuestro artículo haciendo click sobre el título.
Como todo lector de CRISIS sabe, esta afirmación es claramente falsa. Nuestro artículo de portada de octubre de 2001 se titulaba así: The High Price of Priestly Pederasty, (El alto precio de la pederastia de los sacerdotes), una exposición del escándalo que saldría a la superficie en el resto de la prensa tres meses después. Puedes leer nuestro artículo haciendo click sobre el título.
Y
nosotros no fuimos los únicos que hemos seguido el problema de
pedofilia/pederastia. Charles Sennot, autor de Broken Covenant, Rod Dreher de la National
Review, el cofundador de CRISIS, Ralph McIncerny, Maggie Gallagher, Dale
O’Leary, The Catholic Medical Association, Michael Novak, Peggy Noona, Bill
Donohue, Dr. Richard Cross, Philip Lawler, Alan Keyes, and Msgr. George Kelly
han cubierto este tema ampliamente. El hecho
de que el resto de los medios de comunicación haya ignorado nuestro trabajo, no
significa que no lo hayamos hecho.
MITO 10. EL REQUISITO
DEL CELIBATO LIMITA EL NÚMERO DE CANDIDATOS AL SACERDOCIO, CON EL RESULTADO DE
QUE HAYA UN NÚMERO ALTO DE SACERDOTES SEXUALMENTE DESEQUILIBRADOS
Primero de todo, no existe un “alto número de sacerdotes sexualmente desequilibrados”. De nuevo afirmamos que la gran mayoría de los sacerdotes son normales, sanos y fieles. Cada día demuestran que son dignos de la confianza de aquellos cuyo cuidado se les ha confiado. En segundo lugar, quienes no se sienten llamados a una vida de celibato están ipso facto excluidos de poder ser sacerdotes católicos. De hecho, la mayoría de los hombres no está llamada a ser célibe. Sin embargo, algunos están llamados, y de entre ellos algunos están llamados por Dios al sacerdocio. La vocación sacerdotal, como el matrimonio, requiere el mutuo y libre consentimiento de ambas partes. Por tanto, la Iglesia debe discernir si un candidato es verdaderamente digno y apto mental, física y espiritualmente para comprometerse a una vida de servicio sacerdotal. El deseo que un candidato tenga de ser sacerdote no constituye de por sí una vocación. Los directores espirituales y vocacionales conocen ahora mejor que nunca las deficiencias de carácter que hacen que un candidato, en otros campos cualificado, no sea apto para el sacerdocio.
Primero de todo, no existe un “alto número de sacerdotes sexualmente desequilibrados”. De nuevo afirmamos que la gran mayoría de los sacerdotes son normales, sanos y fieles. Cada día demuestran que son dignos de la confianza de aquellos cuyo cuidado se les ha confiado. En segundo lugar, quienes no se sienten llamados a una vida de celibato están ipso facto excluidos de poder ser sacerdotes católicos. De hecho, la mayoría de los hombres no está llamada a ser célibe. Sin embargo, algunos están llamados, y de entre ellos algunos están llamados por Dios al sacerdocio. La vocación sacerdotal, como el matrimonio, requiere el mutuo y libre consentimiento de ambas partes. Por tanto, la Iglesia debe discernir si un candidato es verdaderamente digno y apto mental, física y espiritualmente para comprometerse a una vida de servicio sacerdotal. El deseo que un candidato tenga de ser sacerdote no constituye de por sí una vocación. Los directores espirituales y vocacionales conocen ahora mejor que nunca las deficiencias de carácter que hacen que un candidato, en otros campos cualificado, no sea apto para el sacerdocio.
http://apologetica.org
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