jueves, 25 de enero de 2018

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS. ALGUNOS TEXTOS TAL VEZ INCÓMODOS


Hoy comenzamos el octavario de oración por la unidad de los cristianos. Espinoso asunto, porque tendremos que discernir si se trata de buscar una unión real AL PRECIO QUE SEA, o de reunirnos todos en la VERDAD.
Mala cosa la tentación de caer en un barato irenismo que a nada lleva, aunque deje un superficial contento. Mal negocio. Mal asunto ir rebajando la doctrina y la moral en aras de llegar a un consenso que a todos pusiera dejar medio satisfechos. Malísima renunciar a cosas esenciales de nuestra fe para que otros pudieran sentirse medio contentos. Solo medio. Y conste que está de moda.
Al iniciar esta semana no me resisto a dejar no buenas voluntades, no deseos legítimos, no futuribles de te quiero y me quieres, sino doctrina, magisterio indiscutible.
Comencemos nada menos que por el Catecismo Mayor de San Pio X, que en su número 128 afirma lo siguiente: “finalmente la gran herejía del Protestantismo (siglo XVI), forjada y propagada principalmente por Lutero y Calvino. Estos novadores, con rechazar la Tradición divina, reduciendo toda la revelación a la Sagrada Escritura, y con sustraer la misma Sagrada Escritura al legítimo magisterio de la Iglesia para entregarla insensatamente a la libre interpretación del espíritu privado, demolieron todos los fundamentos de la fe, expusieron los Libros Santos a las profanaciones de la presunción y de la ignorancia y abrieron la puerta a todos los errores”.
El número 129 es tumbativo: “El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas”.
Sigo con el Concilio Vaticano II, que a conciliar a servidor no le gana nadie: “Creemos que esta única y verdadera religión subsiste en la Iglesia Católica y Apostólica, a la cual el Señor Jesús confió la misión de difundirla a todos los hombres, diciendo a los Apóstoles: “Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (Mt., 28, 19-20). (Dignitatis Humanae, 1).
Por otra parte, en la Declaración Dominus Iesus leemos, hablando de otras religiones, que “Es, por lo tanto, contraria a la fe de la Iglesia la tesis del carácter limitado, incompleto e imperfecto de la revelación de Jesucristo, que sería complementaria a la presente en las otras religiones. La razón que está a la base de esta aserción pretendería fundarse sobre el hecho de que la verdad acerca de Dios no podría ser acogida y manifestada en su globalidad y plenitud por ninguna religión histórica, por lo tanto, tampoco por el cristianismo ni por Jesucristo”.
Sigue: “Existe, por lo tanto, una única Iglesia de Cristo, que subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él” (17). Y sigue: “los fieles no pueden imaginarse la Iglesia de Cristo como la suma —diferenciada y de alguna manera unitaria al mismo tiempo— de las Iglesias y Comunidades eclesiales; ni tienen la facultad de pensar que la Iglesia de Cristo hoy no existe en ningún lugar y que, por lo tanto, deba ser objeto de búsqueda por parte de todas las Iglesias y Comunidades».
Pequeñas pinceladas.
Para esta semana de oración por la unidad de los cristianos les invito a leerse estos documentos concretos. Y es que la historia nos habla de “iglesias” que se fueron separando. Pues nada, que vuelvan… Porque la gran misericordia con ellos es que retornen a la casa común, no confirmarles en el error haciendo que permanezcan en comunidades que han perdido la esencia de la fe católica. 
Añadan, si tienen tiempo, otros dos documentos del Vaticano II:
Unitatis Redintegratio, sobre ecumenismo.
Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia.
Jorge

No hay comentarios: