martes, 23 de enero de 2018

EL SER DE LOS ENTES EN SANTO TOMÁS DE AQUINO.


Es más que sabido que el ente y la concepción adecuada de lo real forman la parte fundamental en el pensamiento de Santo Tomás. Efectivamente, su comprensión del ser es muy profunda, y si no se entiende, se corre el riesgo de pensar que es una mera repetición de Aristóteles. La sutil distinción que Santo Tomás utilizaba para distinguir el ente concreto del acto de ser o esse, manifiesta la precisión de su doctrina. Para él, cada ente concreto constituye una unidad ontológica que puede ser definida. De hecho, la esencia no es sino la substancia en cuanto que puede ser definida. O de otro modo, la esencia que es lo que determina el modo de ser del ente, es lo que la definición dice que una determinada substancia es. De este modo, la esencia en cuanto expresada en la definición es denominada quididad. Se trata de tres términos en el pensamiento de Santo Tomás: la substancia, la esencia y la quididad que expresan una unidad ontológica concreta considerada en sí misma y que es susceptible de definición.
La esencia es, pues, la substancia en cuanto que puede ser conocida y, por lo mismo, la esencia debe incluir a la substancia en su ser completo y no sólo algunos de los elementos que la componen. La substancia ha sido definida como ser al que conviene existir por sí mismo y no en otro como en su sujeto de inhesión. Pero la substancia no puede concebirse ni definirse si no se la piensa como una sustancia concreta y bien determinada, es decir, como alguna cosa que es. Porque, además de ser alguna cosa que es, se sigue que el ser por sí de las substancias, en realidad es por otro que es Dios que simplemente Es. De lo anterior también se sigue que la substancia puede definirse como una esencia o quididad que puede ser por si, si ya ha recibido su propio esse.[1] Pero además, una substancia tiene otras determinaciones que son por ella y se denominan accidentes, tales como el color, el tamaño, estar ubicadas en un lugar, etc. Las substancias concretas son unidades de existencia en la que sus elementos accidentales y partes que las constituyen son en función de un único y mismo acto de ser (esse) que es el acto de ser de la sustancia. A los accidentes no les conviene existir en sí mismos sino en otro como su sujeto de inhesión. La existencia de los accidentes es siempre en la sustancia de modo que su esse es inesse.[2] Por eso cuando Santo Tomás dice que la sustancia existe por sí, no se refiere a que no tiene causa de su existencia, porque Dios es el único ser incausado. En el caso de las sustancias creadas significa que todo lo que es, le pertenece en virtud de un único acto de ser.
Por otra parte, la sustancia puede ser conocida gracias a su forma. Porque toda sustancia implica una forma en virtud de la cual la sustancia se clasifica en una especie determinada.[3] Las especies no existen fuera de las sustancias concretas. “Animal” no es una sustancia primera; lo que conocemos son sustancias primeras o individuos concretos, por eso, si la forma es acto de ser, debe tener un elemento que distinga a unos de otros dentro de la misma especie, y ese elemento es la materia. Toda sustancia es una unidad de ser conformada por una forma y una materia.[4] Pero además Santo Tomás precisa qué es lo que hace que una substancia sea. Determina si es la materia o la forma o el compuesto de materia y forma lo que hace ser a una substancia. Y aquí señala claramente que la materia no es viable sin una forma. La materia siempre es de una sustancia que tiene una forma y gracias a la forma es la materia. Pero además la materia entra en la composición de la sustancia sin romper su unidad sustancial. De modo que de la materia no se puede decir que es, sino que lo que es, es la sustancia compuesta de materia y forma[5]. De todo esto se sigue que la materia no puede ser causa de la sustancia. Por la materia, no se dice que una sustancia es un ente.
En cuanto a la forma, es ella la que confiere la inteligibilidad, porque mientras la materia es potencia, la forma es acto de ser. La materia no es más que una potencialidad determinada y por eso la forma es la que constituye a la substancia como lo que es. La forma es aquello por lo cual la sustancia es lo que es. De tal suerte que lo que existe son las sustancias compuestas de materia y forma como entes específicamente determinados. Al explicar la sustancia, Santo Tomás explica la razón por la que un ente es lo que es, y luego procede a explicar lo que hace que una sustancia exista. Porque lo que existe es el compuesto, pero ese compuesto no puede surgir de lo que no es. Y aquí es donde Santo Tomás da el salto, porque más allá de la forma, que hace que un ente sea tal ente dentro de una especie, hay que distinguir el esse, o acto de ser que hace que la sustancia sea un ente. “El ser mismo es acto, incluso, respecto de la forma. Pues si se dice que, en los compuestos de materia y forma, la forma es principio de existencia, es porque realiza la sustancia, cuyo acto es el ser mismo.” [6]
El esse es el quo est de la forma y la forma es el quo est de la sustancia. Sin embargo, es el esse o acto de ser, lo que hace que la sustancia sea un ente, porque posee el acto mismo de ser. La forma es principio de existencia, mientras la sustancia total es el quod est. Y eso es así porque aquello por lo que la sustancia se denomina ente, no puede ser otra cosa que el ser mismo. De modo que Santo Tomás sostiene que en las sustancias concretas que conocemos por los sentidos hay dos composiciones: La de materia y forma que constituyen la sustancialidad de la sustancia. Y la otra composición es la de la esencia con el acto de ser o esse que constituye a la sustancia como un ente concreto.
El ser o esse, se comporta como un acto, incluso respecto a la forma. Lo primero es el ser. La forma sustancial no es, sino en virtud del acto de ser que hace de ella un ente.[7] El acto de ser es la entraña de lo real. Es el principio de todos los principios de la realidad. Por eso es antes que la unidad, la verdad y el bien; porque nada puede ser uno, verdadero o bueno, sino porque es un ente, es decir, sino porque es.[8] Es el ipsum esse el que le hace ser.
En este sentido, el verbo esse designa un acto. Se trata del acto por el cual algo existe, porque el ente sólo es ente en su relación al acto de ser y por su relación al acto de ser o existir.[9] El acto de ser es lo más perfecto que se comporta respecto de todas las cosas como su acto. “El esse es más íntimo a todo que aquello que lo determina”.[10] Algo existe porque es; porque participa del acto de ser en alguna medida. De este planteamiento se sigue necesariamente que nada puede ser concebido como ente si no hay un Acto puro de ser. Los demás entes que no son Dios y son objetos de nuestra existencia no son conocidos como un acto puro de ser. Cada substancia se distingue de las demás porque la esencia es la determinación específica de esos actos de existir, que los sitúa en una especie definida. Sea un vegetal, un hombre o un animal. La necesidad de la esencia aparece en todas aquellas cosas cuya esencia no es ser, sino ser algo.  Se trata entonces de existentes compuestos de esencia y acto de ser como una composición real en el orden metafísico del acto y la potencia.
Reiterando un poco, de todo esto también se sigue que los entes cuyas esencias no son el acto de ser, no pueden ser o existir por sí mismos. Por eso están sometidos a la duración. Se trata de entes cuya existencia no encuentra justificación para ser en su esencia, de donde se deduce la necesidad de una causa que no conduce necesariamente al planteamiento de la existencia de Dios. En todos los demás entes que no son el Acto puro la esencia de esos actos finitos de ser, consiste en no ser más que tal o cual esse.[11] Cada esencia es puesta por un acto de ser que ella no es pero que la incluye como su autodeterminación.  En los entes creados, el acto de ser nunca está incluido en la esencia. El acto de existencia se le añade como desde fuera, como una determinación extrínseca que le confiere el acto de ser. Pero, además, el acto de ser es común a la sustancia y a los accidentes lo cual plantea un problema más que Santo Tomás resuelve por medio de la analogía. El acto de ser no puede ser concebido como algo incluido sin más, en la esencia y que por lo mismo debe añadirse a ella. De hecho, es posible pensar la esencia de árbol independientemente si existen en la naturaleza, porque el acto de ser es realmente distinto de la esencia o quididad.[12] En Santo Tomás el acto de ser es la raíz de la esencia porque es lo más íntimo y profundo que hay el ella. Por eso la ontología tomista no es una ontología de las esencias sino del ser de los entes. Las esencias no existen en virtud de sí mismas, es el ente el que incluye a la esencia mientras la misma esencia se distingue del acto de ser. Porque el acto de ser y su determinación esencial dependen uno del orden del acto y otro del orden de la potencia, y acto y potencia son dos órdenes distintos. Sin embargo, hay que añadir que esencia y existencia no son dos cosas como dos ingredientes físicos que se mezclan. El acto de ser de los entes no es una realidad subsistente por sí misma, sino que por él existe el ente. Es el acto sin el cual el ente no puede ser. La esencia misma procede del esse. De hecho decimos que algo es ente porque es.[13]El acto de ser se comporta como forma respecto a todo lo que hay en la cosa.[14] Para Santo Tomás, el acto de ser de los entes creados no es algo necesario con pleno derecho sino hasta que el ente existe. El esse es el acto de la substancia. Santo Tomás ve la distinción entre esencia y acto de ser que se encuentran unidas en toda realidad concreta. Porque la esencia alberga la raíz del acto de ser y el acto de ser domina la esencia que actualiza. Ambos, esencia y acto de ser estrechamente unidos porque la esencia está contenida en el acto de ser, de tal modo que el esse es lo más íntimo y profundo que hay. Santo Tomás alcanza el ipsum esse, el actus essendi. Y esto es un gran mérito porque no es fácil alcanzar el orden del ser aunque el ser sea el primero de los principios por ser el primer objeto que se presenta a nuestra inteligencia.[15]
Santo Tomás deja claro que antes del ente está el ser porque el ente no es y no puede ser principio último en tanto que se refiere al ser que lo actualiza.[16] Con la inteligencia aprehendemos la esencia de las cosas que el intelecto abstrae de las cosas sensibles, mientras por el juicio alcanzamos el acto de ser.[17] Lo que el intelecto aprehende en primer lugar es la esencia de ser pero no el acto de ser en cuanto tal. Lo que se ofrece al intelecto es el acto de ser, pero el verbo ser designa secundariamente toda actualidad en general, principalmente la de la forma que puede ser una forma sustancial o una forma accidental. Únicamente el juicio puede alcanzar el acto de ser. Sólo el acto de juzgar puede alcanzar la raíz de la realidad. Afirmando que algo es y que es una cosa determinada, porque el verbo “es”, significa, en primer lugar, el acto de ser, o el existir en acto.
En suma, la diferencia entre Aristóteles y Santo Tomás radica en que el ser al que se refiere Aristóteles es el de la substancia y el de aquello que es algo. Identifica el acto de ser con el ente, es decir, con todo aquello que tiene el existir; mientras Santo Tomás llega al propio acto de ser (esse). Santo Tomás aclara que ens no significa principalmente el esse, sino el quod est. Aristóteles alcanzó grandiosamente el señalar el papel del acto que desempeña la forma en la constitución de la sustancia, es decir, la actualidad del ser sustancial. Pero se quedó en el plano del ente. No alcanzó el acto existencial mismo del esse. Aristóteles no distinguió los dos sentidos del verbo ser que son el del acto de ser y el de la predicación de que algo es. En Aristóteles es una misma cosa decir que un hombre es justo y decir que un hombre es con la determinación de ser justo. Con la esencia, Santo Tomás hace la sutil distinción traspasando el plano de la esencia al del ser. La primacía en Santo Tomás la tiene siempre el esse, es decir, el acto de ser.
La Metafísica de Santo Tomás no es una Metafísica del ens o del quod est como la de Aristóteles en la que quod designa la cosa y es el acto de ser. En Santo Tomás la significación principal y directa de ens no es el acto de ser, sino la cosa misma que existe.[18] El ente de Santo Tomás no es la esencia. No es el concepto de ser aun cuando éste sea el más universal y el más abstracto. Lo concreto en Santo Tomás no se deduce de lo abstracto. Todo acto de ser nos es dado en un ente concreto y es por eso que no se puede pensar el ente sin el acto de ser ni el acto de ser sin el ente. En Santo Tomás, la existencia o, más precisamente, el acto de ser del que depende la existencia, es siempre el acto de algo que es y, por tanto, existe. El ente es primero en el orden del concepto y en el orden del juicio que está formado por conceptos. El tema de la Metafísica de Santo Tomás es el del ens commune considerado en su universalidad y su pura indeterminación.[19] La Metafísica tomista es una Metafísica del ser, porque todo concepto de cosa connota en él un acto de ser como entraña de todo lo real.

[1] Cfr. Aquino, Tomás de. S.Th., I, q.3, a.5.
[2] Cfr. Aquino, Tomás de. In Metaph., V, lec,.9, n.894.
[3] Cfr. Aquino, Tomás de. In Met., lib.II, lect.4, n.320.
[4] Cfr. Aquino, Tomás de. De ente et essentia, c. II, n.26.
[5] Cfr. Aquino, Tomás de. C.G., II, 54.
[6] Aquino, Tomás de. C.G., II, 54.
[7]Tertio, quia nec forma est ipsum esse, sed se habet secundum ordinem: comparatur enim forma ad ipsum esse sicut lux ad lucere, vel albedo ad álbum esse”. Aquino, Tomás de. C.G., II, 54.
[8] Cfr. Aquino, Tomás de. S.Th. I, q.5, a.1, ad. Resp.
[9] “Nam cum ens dicat proprie esse in actu”. Aquino, Tomás de. S.Th., I, q.5, a1, ad.1.
[10] Aquino, Tomás de. In II Sent., dist, I, q.1, a.4. s.
[11] “Nec intelligendum est, quod ei quod dico esse, aliquid addatur quod sit eo formalius, ipsum determinans sicut actus potentiam; esse enim quod hujusmodi est, est aliud secundum essentiam ab eo cui additur determinandum. Nihil autem potest addi ad esse quod sit extraneum ab ipso, cum ab eo nihil sit extraneum nisi non ens, quod non potest esse nec forma nec materia. Unde non sic determinatur esse per aliud sicut potencia per actum, sed magis sicut actus per potentiam. Nam in definitione formarum ponuntur propriae materiae loco differentiae, sicut cum dicitur quod anima est actus corporis phisici organici. Et per hunc modum hoc esse ab illo esse distinguitur, in quantum es talis vel talis naturae.” Aquino, Tomás de. Q. disp.. de Potentia, q. VII, a.2, ad.9.
[12] Cfr. Aquino, Tomás de. De ente et essentia, c.4.
[13]Esse enim rei quamvis sit aliud ab ejus essentia, non tamen est intelligendum quod sit aliquod superadditum ad modum accidentis, sed quasi consituitur per principia essentiae. Et ideo hoc nomen ens, quod imponitur ab ipso esse, sig nificat idem cum nomine quod imponitur ab ipsa essentia.”  Aquino Tomás de. In IV Met. Lect. 2, n. 558.
[14] Cfr. Aquino, Tomás de. S.Th., I, q.8, a.1, ad.4.
[15] Cfr. Aquino, Tomás de. In Metaph., lect.2, n.46.
[16]Ens dicitur quasi esse habens”. Aquino, Tomás de. In Metaph. L. XII, lect. I, n. 2419.
[17]Prima operatio respicit quidditatem rei, secunda respicit esse ipsius.” Aquino, Tomás de. I Sent., lib.,1, d. 19, q.5, a.1, ad 7.
[18] Cfr. Aquino, Tomás de. In I Peri Hermeneias, c.3, l.5, n.20.
[19] Cfr. Aquino, Tomás de. In Metaph., Proemio, p.2; In Metaph IV, lect. 5, n.593.
Manuel Ocampo Ponce

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