domingo, 7 de enero de 2018

¿CUÁLES SON LOS INSTRUMENTOS DE SANACIÓN QUE TIENE LA IGLESIA?


La Iglesia ha recibido del Señor la tarea de sanación: “¡Sanad a los enfermos!” (Mt 10:8). Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos.
La Iglesia tiene sacramentos y otros instrumentos de sanación, pero los laicos de la iglesia también pueden aportar su poder de intercesión para sanar enfermos.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que: “La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de todo tipo de enfermedad son un signo maravilloso de que “Dios ha visitado a su pueblo” y que el Reino de Dios está cerca. 
Jesús tiene el poder no sólo para curar, sino también de perdonar los pecados;  vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; él es el médico que los enfermos necesitan” (CIC #1503).
En el libro, Instrucción sobre las Oraciones de Sanación , publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, leemos: “El encuentro de Cristo con el enfermo es uno de los aspectos más humanos que se encuentran en los Evangelios. Esta reunión es para la salvación global de la persona, y no sólo para traer la salud corporal solo, superar la enfermedad física y por lo tanto evitar el ‘estancarse en el objetivo imposible de derrotar finalmente la muerte’. El encuentro entre Cristo y los enfermos, es decir, tanto en los Evangelios y todavía hoy en día, es para sanar a la persona en su totalidad, y por lo tanto con una dimensión de la eternidad”.
Por su parte el Papa Benedicto XVI, en su libro, Jesús de Nazaret, escribe que: “La curación es una dimensión esencial de la misión apostólica y de la fe cristiana en general. Incluso se puede decir que el cristianismo es una ‘religión terapéutica, una religión de la curación’”.
LA SANACIÓN A TRAVÉS DE LOS SACRAMENTOS
Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, el sacramento de la Penitencia (Confesión) y de la Unción de los Enfermos.
A estos dos últimos sacramentos a veces se les llama como “sacramentos de la curación”. “El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo, quiso que su Iglesia continuase, con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramento de la Penitencia y de la Unción de los Enfermos” (CIC #1421).
De modo que los primeros medios de sanación en la Iglesia son los sacramentos. Especialmente importante es la sanación por la Eucaristía. En las misas de sanación carismáticas enfermos se sanan después de comulgar. El sacramento de la Reconciliación no sólo perdona los pecados, sino que con frecuencia sana interior y exteriormente al penitente de las heridas de la enfermedad y del pecado. Y de un modo especial la Unción de Enfermos es curativa (CIC #1510).
Tradicionalmente la Iglesia ha visto a la Unción de los Enfermos como el sacramento más especializado para la sanación.
EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Según Kevin T. DiCamillo el sacramento de la “extremaunción” anterior al Vaticano II que ahora, es conocido como de “unción de los enfermos”,
“es de los siete sacramentos de la Iglesia, que tal vez haya sufrido una transformación más evidente que ningún otro”. De hecho, según él, “el sacramento de la extremaunción se convirtió en algo, casi por completo nuevo.
Lo que antes estaba reservado para los moribundos es ahora, un sacramento para los que sufren una enfermedad grave o incluso crónica. Son dos cosas totalmente diferentes”.
E incluso en las pastorales más liberales es recomendado como un alivio para problemas menores o para la prevención. El autor ilustra la diferencia con dos experiencias, una con un cura de una “capilla” tridentina, y la otra con un sacerdote de una parroquia común. La primera no debería administrar el sacramento a menos que un juicio razonable pudiese demostrar que el destinatario estuviere “muriendo”. La segunda, invita al público “que se sienta  enfermo en cuerpo, alma, mente o espíritu” para recibir el sacramento. Pero al respecto el canon del Código de Derecho Canónico más relevante es el siguiente; 1004 § 1: La unción de los enfermos se puede administrar a cualquier miembro de los fieles que, en uso de razón, comience a estar en peligro por causa de enfermedad o  vejez.
Está muy claro entonces que este tradicional canon no está previsto la recepción del sacramento por cualquiera que simplemente “se sienta mal en cuerpo, alma, mente o espíritu”.
Dolores de cabeza comunes, indigestión, e incluso,  ansiedad por una entrevista de trabajo, que podrían caer bajo tal designación, no se pueden comparar con  el  peligro de muerte por causa de enfermedad o vejez. El Rito de la unción y la Pastoral de los Enfermos, decretado por la Congregación para el Culto Divino (7 de diciembre de 1972) y aprobado por el Papa Pablo VI, también pone de manifiesto la necesidad de un juicio razonable en relación con la gravedad de la condición física. La Sección 8 de este documento afirma: “Es suficiente un juicio prudente o probable acerca de la gravedad de la enfermedad; en tal caso, no hay ninguna razón para tener escrúpulos, pero si es necesario, hacer la consulta a un médico”.
Por lo tanto, en los casos que no son extremadamente peligrosos: una enfermedad crónica simple, o en casos en los que  alguien razonable juzgaría, más allá de toda duda, que ninguna condición grave y peligrosa esté presente, el sacramento no debería ser administrado. En consecuencia, la práctica liberal de la administración indiscriminada por el Párroco, mencionada anteriormente, se considera, razonablemente, como un abuso. Por lo tanto podemos apreciar que la unción de los enfermos no es una opción para todas las clases de trastornos. Pero adicionalmente a este sacramento, la Renovación Carismática ha hecho un desarrollo más extenso y quizás sea uno de sus puntos distintivos.
LA SANACIÓN CARISMÁTICA
De acuerdo con las Directrices de la Oración para Sanar, un folleto publicado por la Comisión Doctrinal de los Servicios Internacionales de la Renovación Carismática Católica (ICCRS), hay cuatro categorías básicas de la curación: 
-la curación física: la curación de la enfermedad y la discapacidad física;
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-curación psicológica: curación de heridas en la psique humana, incluyendo heridas emocionales;
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-sanación espiritual: esto significa, sobre todo, la ‘curación del pecado’ que restaura a la persona a una relación con Dios;
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-y el exorcismo y liberación.
Los sacramentales también son con frecuencia son curativos y sanadores.
“El carisma de sanación lo tiene todo cristiano y en cualquier momento el Señor puede actuar en él; el carisma se presenta esporádicamente.
Muy diferente es el ministerio de sanación en donde el carisma es permanente, siempre que se ponga en práctica.
Lo tienen en plenitud, activo, en virtud de su oficio: los sacerdotes, los médicos; los esposos lo tienen con fuerza especial, el uno para el otro, y al mismo tiempo para sus hijos y familia. Los laicos lo tienen limitado; necesitan estar discernidos por los pastores y confirmados por la comunidad; pueden darse casos de laicos a quienes Dios llama al ejercicio de la sanación en plenitud y sin límites. Estos no son muchos pero generalmente va unido al ministerio de la predicación”.
Los carismáticos suelen manejar estos tipos de recursos para la sanación:

Sanación por oración de intercesión
La oración de intercesión no la hacemos solos. El Espíritu Santo intercede por nosotros y con nosotros e interceden también la Santísima Virgen y los Santos.

Sanación por la alabanza
Numerosas curaciones espirituales y físicas se realizan por medio de la plegaria en honor y alabanza a Dios y Jesucristo.

Sanación por medio de las bendiciones
La señal de la cruz es una maravillosa bendición que tiene efectos sanadores desde la fe. No sólo la pueden hacer los sacerdotes sino también los laicos, por ejemplo bendiciendo los medicamentos.

Sanación por la aspersión de agua bendita
Se trata de un sacramental que recuerda la regeneración por el agua del bautismo.

Sanación por imposición de manos
La imposición de manos debe ir acompañada de oración a Dios. No se trata sólo de un remedio natural o parapsicológico, sino que Jesús mismo se servía de estos signos para curar.

Sanación por unción con aceite bendecido (no debe confundirse con el aceite usado en el sacramento de la Unción de los Enfermos)
El aceite bendecido significa el Espíritu de Jesús que unge y cura a los enfermos. Los creyentes, como ungidos y profetas, participamos de los poderes sacerdotales, reales y proféticos de Cristo.

Sanación por el perdón
El perdón es curativo en el ámbito espiritual, psicológico y físico.

Sanación por la Palabra de Dios (lectura de la Escritura)
Por ejemplo San Francisco Javier enviaba a su monaguillo a leer un evangelio al enfermo y éste curaba; mandó leérselo a un muerto y éste resucitó.
Sanación relacionada con los atributos de Cristo
San Pedro nos recuerda que “por sus llagas hemos sido sanados”.
Podemos orar: Señor, que tus llagas sanen esta enfermedad.
Hay menciones que las llagas de la corona de espinas de Cristo, curan de jaquecas, migrañas e insomnios.

Sanación por invocación del Nombre de Jesús
Su invocación produce efectos de paz en las almas y a veces de sanación en el cuerpo.

Sanación por increpación a la enfermedad en Nombre del Cristo
Esto se basa en Lucas 4:39: “Él increpó a la fiebre, en la suegra de Pedro, y la fiebre se fue”.

Sanación por el Amor de Dios, en nuestras vidas
Su amor puede curar nuestras llagas físicas cuando las toca.
También cuando pasa por acontecimientos que nos dejaron recuerdos dolorosos, se produce la sanación de los recuerdos.

Sanación por el carisma de curación
La finalidad principal de la sanación física es el bien espiritual de la persona.
Dios nos quiere íntegramente sanos.
Quiere sanar principalmente nuestra alma, porque de ahí deriva, en muchas ocasiones, nuestra sanación física.
Y otras veces nos sana físicamente para que sanemos espiritualmente.

Sanación con el carisma de conocimiento
El Espíritu Santo puede descubrir a una persona la raíz espiritual, moral, psicológica o fisiológica de un mal, para que el enfermo se cure haciendo presente a Cristo en esta raíz del mal.
Tipicamente son los anuncios en las misas de sanación carismática cuando el sacerdote u otra persona anuncian cosas del tipo: “en esto momentos el Señor esta curando los problemas de columna a una persona aquí”

Sanación por la fe
Cristo suele actuar según la medida de fe de los que se acercan a Él.
Cristo dice a la mujer con años de hemorragias “tu fe te ha sanado” (Mt 9:22).
CÓMO ORAR POR SANIDAD Y LOGRAR RESULTADOS
El ministerio de sanación siempre actúa en el nombre de Jesús.
Cuando vas a orar por un enfermo debes tener en cuenta esa máxima, porque la curación de los enfermos en el nombre de Jesús es una de las herramientas más eficaces para la evangelización. 
Muchos llegan a conocer el amor y el poder salvador del Señor Jesucristo a través del ministerio de sanidad.
“Estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán en las manos serpientes, y si bebieren veneno, no les hará daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” (Mc 16, 17-18).
A la luz de lo que Jesús dijo, cualquier creyente bautizado puede orar por los enfermos.
Si bien es cierto, y por lo general reconocen que hay carismas de curaciones dadas sólo para algunos, esto no debería impedir que cualquier cristiano bautizado ore por los enfermos.
Las siguientes son algunas de las maneras de orar por sanidad, especialmente la curación física, para lograr resultados para los enfermos.
Esta lista no es de ningún modo exhaustiva:

–Tener una relación constante, personal, íntima, día a día y momento a momento, de comunión con el Señor. 
Sin este tipo de relación con Él, la vida de uno está desprovista de poder real.
Y es dificultoso que nuestras oraciones de sanidad por otros enfermos tengan fuerza.
En Juan 15:5-7 Jesús afirma: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque sin mí no pueden hacer nada”.

-Frecuentar los sacramentos de la Iglesia, especialmente los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía. 
Además el ministerio de sanación puede animar a los enfermos a hacer lo mismo.
Estas son las fuentes más potentes de la curación, incluyendo el sacramento de la Unción de los Enfermos.
El Catecismo (#1509) afirma que la Iglesia cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y los cuerpos. 
Esta presencia es particularmente activa a través de los sacramentos, y de una de manera especial por la Eucaristía, el pan que da la vida eterna y que San Pablo sugiere que conecta con la salud corporal.

-Siempre decir una oración “protectora” antes de la sesión de curación para evitar cualquier contaminación o transferencia de espíritus de aflicción y enfermedad en cualquiera. 
Se recomienda una oración invocando el nombre y la sangre de Jesús para la protección y obligar a todo espíritu de acoso o represalia.

-Invocar a María y los Santos Ángeles para tu intercesión y protección.

-Tener una fe expectante, en que el Señor puede trabajar a través de ti para Su gloria.
“Les aseguro que si tiene fe del tamaño de un grano de mostaza, diréis a este monte: pásate de aquí para allá, y se pasará. Nada será imposible para ti” (Lc 17:6).
-Hacer preguntas y escuchar con atención a la persona a quien estás ministrando antes de empezar a orar. 
La información tal como el tipo de enfermedad que la persona está sufriendo, el diagnóstico del médico, la fe de la persona en el poder curativo de Jesús, puede servir de guía sobre cómo proceder en la oración por los enfermos.

-Poner las manos sobre los enfermos. 
Jesús puso las manos sobre los enfermos y los sanó. 
Sin embargo se debe utilizar la discreción adecuada con la imposición de las manos.

-Utiliza el nombre de Jesús. Hay poder en el nombre de Jesús. 
“Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré” (Jn 14:14).

-Estar abierto al Espíritu Santo y sus dones, especialmente la profecía, la palabra de conocimiento y el discernimiento de espíritus. 
Estos son una gran herramienta en la realización del ministerio de sanidad.

-Obedecer la voz del Señor. Obedecer las conducciones y la inspiración del Espíritu Santo. 

-Redundancia. “Llamar a las cosas que no son como si fuesen” (Rom 4:17). 
Muchos lo describen como una oración acumulativa.
Un ejemplo de esto es una oración pidiendo al Señor por los ojos de nuevo para los ciegos, nuevos tímpanos y nervios auditivos para sordos y así sucesivamente.
“Para Dios, nada es imposible” (Lc 1,37).

-Pedir a Jesús que aplique su preciosa sangre y su toque de curación en las partes enfermas del cuerpo de la persona.
“Por sus llagas fuimos curados” (Is 53:5).

-Sellar la curación con la sangre y el nombre de Jesús y el manto de la Virgen María, para que la curación pueda durar. 
Esto podría prevenir los síntomas y que la misma enfermedad se repita.

-Rezar una “oración limpieza” después de la sesión de sanación. 
Esta oración tiene por objeto impedir a cualquier entidad o espíritu de enfermedad y / o espíritu de venganza adherirse a cualquier persona involucrada en la oración de sanación.

-Dar gracias a la bondad de Dios y su amor sanador.
“Por medio de él, ofrezcamos siempre a Dios un sacrificio de alabanza” (Hebreos 13:15).
Fuentes:

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