"Nadie ha
subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y así como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre ha
de ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Tanto amó Dios al
mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no
muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo."
En este texto, Jesús explica a
Nicodemo el sentido de la cruz. Para romanos y judíos se trataba de la forma de
ejecutar a los esclavos. El crucificado se consideraba un desecho de la
humanidad. Jesús hace de la cruz un objeto de fe y de amor.
Se nos ha presentado a veces, un
Dios iracundo que, para que el hombre se salve, exige la sangre de su propio
Hijo. Esto no es lo que le dice Jesús a Nicodemo. Dios quiere compartir la vida
de los hombres y se encarna para salvarlos. Ese descenso de Dios a hombre, es
lo que los teólogos llaman kénosis. Ese abajamiento es el supremo acto de amor,
de un Dios que quiere que todos se salven. Esa donación suprema llevará a Jesús
a morir en cruz. Eso cambiará el sentido de la cruz, de un objeto de ignominia,
a un objeto de amor total.
Ese es el sentido de la
festividad de hoy.
Enviat per Joan Josep
Tamburini
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